LOS DADOS

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2 de junio de 2021
/
12:25 am
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LOS DADOS

ALGUNOS temas de actualidad. El Secretario de Estado de EE. UU. va a Costa Rica –no a ninguno de los países del Triángulo Norte– a tratar el problema migratorio con México, Santo Domingo y los países SICA. El propósito de la cita –aseguran los despachos internacionales– es “analizar las causas de raíz que provocan las inmigraciones y estudiar la forma de ayudar a los países de origen en las mejoras democráticas, el aumento de seguridad y de oportunidades económicas”. No hay muchos ticos que salgan en peregrinaje buscando alojarse en otros lados. Más bien allá albergan un alto volumen de nicaragüenses que llegan por razones políticas o económicas. Es incierto si el comandante sandinista vaya a acreditar representante a la reunión. Ah, y a propósito, el Sistema de Integración Centroamericano no se reúne al más alto nivel de mandatarios –ni siquiera para abordar ese espinoso tema migratorio que les incumbe– desde que cada cual es harina de otro costal.

Sobre el dolor de cabeza que ha consternado y sigue siendo causa de desvelo de tantos compatriotas en el exterior –que con sus remesas familiares sostienen la estabilidad de la moneda y mantienen a flote la economía nacional– Biden vuelve a insistir sobre la reforma inmigratoria. En el marco de la celebración del Mes de la Herencia Nacional Inmigrante urgió al Congreso apoyar su iniciativa que “incluye la regularización de los 11 millones de indocumentados que hay en el país”. Criticó “la frecuente demonización” que se hace del tema inmigratorio asegurando que “EE. UU. “es, ha sido y será siempre una nación de inmigrantes que han enriquecido y fortalecido el país”. “A través de cada generación a lo largo de nuestra historia –prosiguió– ola tras ola de inmigrantes han enriquecido nuestra nación, nos han hecho mejores, más fuertes, más innovadores y más prósperos”. “Es fundamental reflexionar sobre la valentía mostrada por generaciones de comunidades de inmigrantes y volver a comprometerse con los valores de una nación que los acoge”. No hay que olvidar que Biden llegó a la Casa Blanca tras derrotar al candidato republicano cuya gestión “estuvo marcada por una retórica y política de mano dura contra la inmigración, así como un agresivo nacionalismo económico”. Allá, los perdedores y sus bocinas –abanicando la mentira que con fraude les robaron la elección– nunca aceptaron los resultados. Más bien en los últimos momentos, cuando la cámara legislativa se aprestaba a certificar los votos del Colegio Electoral, una turba enardecida, instigada por los discursos, se tomó las instalaciones donde sesionaban los representantes y casi le prende fuego al Capitolio.

Parecido a la campaña que han montado aquí perdedores impopulares y las vitrolas RCA Victor contra el proceso electoral con el fin de exacerbar los ya intolerables niveles de desconfianza ciudadana. Antes que el diablo lo sepa una breve referencia al posible cambio del bastón de mando en Israel. Esta vez como que le han echado la vaca a Netanyahu quien, hasta ahora, había maniobrado para evitar su reemplazo. Casi lograban la coalición que amenazaba defenestrarlo y de repente estalla el conflicto en la franja de Gaza. Posiblemente de haber continuado el intercambio de misiles entre Hamás y los israelís, no se habrían alineado las fuerzas políticas que tejen su salida. Sin embargo, ya con el cese de hostilidades, en el rebalaje, agrupaciones de derecha, –que Netanyahu calificó de traición– del centro y de izquierda están a punto del jaque para repartirse el queque. Allá dan los dados por cantados. Solo, quizás, el Sisimite podría impedir el relevo. O, como “nunca se sabe”, no hay certeza de qué lado esté el Sisimite.

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