Carolina Alduvín
Por: Carolina Alduvín
El próximo domingo 6, los mexicanos saldrán a votar en comicios intermedios, para elegir legisladores, gobernadores y presidentes municipales. Se calcula que será la jornada electoral más grande en la historia de ese país hermano. El actual régimen espera mantener su actual mayoría en el Poder Legislativo, incluso ganar la mayoría calificada, sumando los escaños de sus varios partidos satélites. Mientras, los partidos tradicionales: PRI y PAN suman fuerzas entre ellos y con el PRD, de ideologías y tendencias encontradas -al menos en el aspecto doctrinario- con el objetivo común de eliminar esa mayoría al partido de gobierno y sus rémoras. Sus técnicos han creado aplicaciones para indicar en cada distrito, quiénes son los candidatos mejor posicionados para que MoReNa no haga la sola voluntad del presidente y acabe con las pocas instituciones democráticas que sobreviven a 30 meses de desaciertos.
Las encuestas, dependiendo de quién las publique, aún otorgan una apretada mayoría en casi todas las entidades federativas; sin embargo, todas coinciden en el retroceso de la popularidad del presente gobierno, mantenida a punta de dádivas, financiadas por recortes significativos a programas vitales de salud, educación, transporte y un largo etcétera, la cancelación de numerosos fideicomisos destinados a actividades vitales como la agricultura, la protección ambiental y el seguro popular. Sumado a los atentados contra la existencia de cada institución que no se somete a los caprichos del titular del Ejecutivo, la persecución y censura a periodistas y el asesinato ya ni siquiera disimulado a numerosos candidatos de oposición.
Al completarse 2 años, apareció una lista de al menos 60 puntos que han desdibujado el México próspero que una vez conocimos, entre los que destacan la suspensión de medicamentos a los niños con cáncer, la cancelación de un aeropuerto de primer mundo aun así, premiado en nivel internacional. La estrategia fallida contra la pandemia que ya contabiliza más de 250 mil muertes, el retroceso a la reforma educativa para adoctrinar a los escolares, la liberación del hijo del Chapo in situ, más la hecha por decreto de amnistía a unos 300 mil delincuentes comunes, el desprecio a la ciencia al recortar la becas del Consejo de Ciencia y Tecnología, del Sistema Nacional de Investigadores, poner a la cabeza de esa dependencia a una reconocida activista anti biotecnología y a una modista al frente del organismo regulador de la biotecnología agrícola. Sin olvidar el reciente accidente en el metro capitalino por recortes al presupuesto de mantenimiento. La honrosa excepción en el gabinete corresponde a Víctor Villalobos, secretario de Agricultura.
Lo que está por verse es, si todo este desastre más los irrespetos a otras leyes y el capricho por levantar proyectos inútiles y lesivos como una gigantesca refinería en tiempos de promoción a energías limpias y un tren que arrasa ya con la selva que aún conservaban los descendientes de los mayas, moverá al apático sector abstencionista que, indirectamente propició el gane de la vergüenza de México. Igual está por verse si el remedo de oposición que tenemos en Honduras realmente se unificará en contra del partido de gobierno que tanto alegan despreciar, pero que mantienen en el poder por sus “irreconciliables diferencias” -encabezar la fórmula- que bien se borran a la hora de aprobar proyectos de ley lesivos a la soberanía nacional y al bienestar de la población, para blindarse contra la justicia y recibir las compensaciones por las que se entregan.
Una muy buena candidata, honesta, preparada y con reconocida trayectoria en defensa de los intereses nacionales, ha cedido la cabeza ante un payaso narcisista e inestable que, además de fomentar la ignorancia entre el pueblo, se burla de los más necesitados. Miles de simpatizantes quedaron sin tener a alguien decente por quién votar; el pleito por la cabeza entre rojos y liebres, nunca se definió, así que van por su lado, cuando sumados tienen los votos para sacar del poder a los actuales depredadores y, de los otros nueve partidos no se hace uno. Sin contar a los aspirantes independientes que creen que, por encabezar un par de protestas, o denunciar mediáticamente a los corruptos, supuestamente con pruebas en mano, o decirles cuatro verdades a quienes han secuestrado a este país, la gente va a olvidar su filiación ancestral.
Así, parece que tendremos a un papi a la orden, ¿a la orden de quiénes? De los que secuestraron el Estado de derecho, venden el territorio a pedazos y tuercen la ley para quedar impunes.
