USO Y ABUSO

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4 de junio de 2021
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12:06 am
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USO Y ABUSO

LA última embestida del régimen contra Cristiana, la influyente periodista y política nicaragüense, no persigue otro fin más que apartarla, por las malas, de la contienda electoral. Su solo apellido es portento suficiente que eriza la reseca piel. Suscita sudorosas aspersiones de temor en la epidermis del longevo oficialismo. Es la figura opositora capaz de ponerle fecha de expiración al luengo mandato sandinista que –con el poder absoluto y una ley hecha a su medida– va al acecho de su tercera reelección. Unos añitos más que ya se hacen una eternidad, si se le suman los once que tuvo al país en un puño como la figura estelar de la revolución que derrocó una dinastía. Hasta que doña Violeta, la madre de Cristiana, en un refulgente destellar de los espíritus, ganó las elecciones. Las primeras que daba el sandinismo, confiado que podría, –antes fue por la fuerza de las armas– continuar mandando por la vía popular. Fue impresionante la hazaña de doña Violeta. Con genuino liderazgo y un discurso sencillo lindando en lo campechano juntó intereses dispersos.

Daba la sensación de ser la madre protectora que, en delicados momentos de tensiones y conflictos, necesitaba el país. Lo que nos hace recordar la vez que fuimos a Nicaragua. Solicitamos cita y la visitamos en su cálido despacho presidencial. Nada ostentoso. Más bien, en la informalidad de la discreta oficina, sentados en unas sillas mecedoras de mimbre, repasamos episodios de la accidentada historia de su país y del nuestro. Haciendo acopio de un hilo conductor de pretéritas confluencias. Más que todo anécdotas de vivencias entrelazadas a la amistad de dos periodistas centroamericanos. De su esposo, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal –desde las páginas de la Prensa de Nicaragua– y de Oscar Armando Flores Midence –desde las cuartillas de diario El Pueblo en Honduras–desafiando las dictaduras en tiempos borrascosos. El asesinato en 1978 de Pedro Joaquín, opositor al gobierno de Luis Somoza Debayle, lo convirtió en mártir y emblema de los cimeros ideales nicaragüenses. Inspirados en la causa común de recuperar las libertades conculcadas. Al finalizar la gestión constitucional de doña Violeta solo dos gobiernos, del Partido Liberal Constitucionalista, le sucedieron. Las rivalidades entre sus dirigencias acabaron no solo enfrentándolas sino dividiendo la agrupación política a un punto sin retorno donde no volvieron a asomarse al poder. Ortega capitalizó en las divisiones, en el desprestigio de sus líderes y hábilmente jugó enchute con todos ellos. Gracias a esa colaboración y a un fuerte bloque que mantuvo en el legislativo consiguió reformar a conveniencia las reglas electorales.

En elecciones, contando con la mortal escisión de sus contrincantes, volvió a hacerse del poder. Ya arriba no hay quien lo apee. Una desparramada oposición ha consentido el manoseo a la Constitución que le faculta continuar indefinidamente. Cuando estalló la última crisis y las calles se calentaron demandando su salida, ganó una tregua con la OEA que le sirvió para “poner en orden” a los manifestantes. Tuvo entretenida a una misión de dormidos como testigos de un diálogo infructuoso con opositores que utilizó para tomar oxígeno y ganar tiempo. Sacó su ley electoral sin ninguna de las pretendidas aspiraciones democráticas. La dispersión de los contrarios y la contada al gusto de los votos –aún con el país en crisis y arruinado– le permite seguir en el disfrute del poder. Pese a que una inmensa mayoría de nicaragüenses no percibe diferencia entre lo de hoy con la era somocista. Entiende, mejor que nadie, que el poder se tiene para usarlo. Y es lo que está haciendo. La casa por cárcel y la inhabilitación de quien puede disputarle la elección, virtud del prestigio de su apellido, de sus simpatías y de la esperanza que irradia, ya no solo es uso, sino abuso del poder. A vista y paciencia de la “preocupada” comunidad internacional que no hace otra cosa que emitir comunicados de preocupación cada vez que en algún lado la democracia sufre estropicio. LA TRIBUNA deplora estos nuevos atropellos que desquician la democracia en la vecindad. Quedan estas líneas como testimonio de acompañamiento a la causa del periodismo independiente. E igual de compromiso a la lucha por las libertades que dan sentido de existencia digna a la vida de pueblos y de naciones.

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