La inversión extranjera directa

MA
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8 de junio de 2021
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01:29 am
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La inversión extranjera directa

Rafael Delgado Elvir

El proyecto de creación de marcos legales con incentivos extraordinarios y permanentes para que venga la inversión extranjera ha sido un fracaso para los países receptores de tales inversiones. Esta conclusión no es nada novedosa. En el pasado se ha insistido en esto, por parte de muchos observadores y analistas, de lo pobre que resultan estos intentos al menos en el objetivo de crear economías dinámicas y sostenibles comparado con las extraordinarias ganancias que se exportan. Mucho de eso aplica para Centroamérica que por décadas se ha entregado a una competencia absurda de quien ofrece las condiciones tributarias y de costos laborales más provechosas, descuidando otros factores de suma importancia. En ese afán se van concediendo beneficios que dejan de enmarcarse en principios básicos de la sostenibilidad y de la inclusión social, quedando el país empobrecido y socialmente dividido. Al final lo que cada país centroamericano obtiene es algún pedazo de la inversión extranjera que le pudo arrebatar al vecino.

Este tema de la inversión extranjera sigue siendo de mucha importancia. En el contexto de un mundo tan interconectado, no podemos marginarnos. Nos ubicamos en Centroamérica y en el Caribe muy cercanos a mercados de gran crecimiento. Los innovadores productos y servicios de alto valor se desarrollan mediante complicados procesos distribuidos en una serie de países y Centroamérica es uno los puntos apropiados. En la medida en que nuestros países se integren a esas cadenas de valor con procesos tecnológicos e incorporando al resto de la economía, así varían los beneficios. Seguramente no es lo mismo ser objeto de una explotación permanente de sus riquezas minerales, aunque se generen algunos empleos, que integrarse en la cadena global de la generación de productos de alta manufactura que incorpore el uso de mano de obra calificada y que demande insumos y servicios del mercado nacional.

Definitivamente que la inversión extranjera innovadora puede apoyar para que el país avance. Interesantes procesos de atracción de tecnología, generación de buenas fuentes de trabajo, encadenamientos fuertes con la economía receptora y altos ingresos pueden ser algunos de los resultados. Sin embargo, la columna vertebral de la economía debe ser la inversión nacional con miles de emprendedores produciendo con el apoyo de políticas públicas cuya prioridad deber ser el desarrollo de toda la capacidad potencial existente en este amplio sector.
Pero como lo afirman informes especializados sobre la inversión extranjera directa no se requiere simplemente abrir las puertas y gritar ¡entren!, ¡aquí hay espacio para que ustedes trabajen y se lo lleven todo a cambio que nos den trabajo! Es una visión muy torpe para los intereses del país que resulta al final en un modelo extractivo, donde se depredan los recursos del país dejando detrás la misma situación o una peor situación de pobreza.
Hoy más que antes requerimos de políticas públicas diseñadas e implementadas en el marco de las ideas sobre el desarrollo sostenible, con claras obligaciones por parte de los inversionistas de contribuir a ambientes prósperos en las comunidades, de cuidado de los recursos y de condiciones favorables para la mano de obra. Se requiere crear condiciones para que los capitales se vuelvan fuentes generadoras de mayor productividad, innovación y tecnología, con encadenamientos hacia los productores nacionales, la academia y las comunidades.

En esta vía difícil, pero no imposible de atraer lo mejor, es condición indispensable un gobierno comprometido con las leyes, que no genera división, que llame a acuerdos nacionales muy lejos de esos sospechosos acuerdos y políticas que impulsa el actual gobierno que solamente inspiran rechazo por parte de la gran mayoría de los sectores económicos y sociales del país. Un buen lugar para invertir tanto para el inversionista extranjero como el emprendedor nacional es donde se tenga un gobierno legítimo que no inspire el rechazo que el actual tiene, atado a una cadena de vínculos que descubre su condición corrupta y negligente para encarar los grandes retos del país.

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