El dominio de las emociones

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13 de junio de 2021
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12:02 am
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El dominio de las emociones

Por: Mario E. Fumero

El desarrollo y la aplicación de la psicología al marketing han creado una técnica publicitaria de manipulación de las masas mediante la cual se les lleva a actuar de acuerdo con los patrones predeterminados por los publicistas. Basta saber lo que quiero para ejecutar la forma de manipular emocionalmente a las personas. Estas fórmulas manipulativas parten de los estímulos y sensaciones para inducir comportamientos que anulan la capacidad de razonar y apelan a las áreas emocionales más vulnerables del ser humano como es el egoísmo, la codicia y el erotismo, mediante los cuales trato de “tener” más que de “ser”.

¿Se han fijado ustedes cómo se elaboran los anuncios comerciales? ¿No notan una tendencia narcisista y hedonista en los mismos? Se anuncia un auto usando una bella mujer exhibiendo sus curvas, o exaltando lo importante que eres, y el poder que tendrás con tus amigos. De igual forma se presenta la promoción de cerveza hablando de la amistad, la distinción y el placer. ¿No se ha dado cuenta que el 85% de la propaganda actual de venta gira en torno a la belleza, juventud, “estilo”, moda y rejuvenecimiento? Se promueve el culto al cuerpo, aumentando así la tendencia narcisista, característica singular del postmodernismo.

Se fabrican ídolos de barros, ya sean reales, como cantantes, artistas, deportistas, o ídolos falsos como los que nacen de los dibujos animados, y por medio de ellos se establecen patrones de conducta en los niños y jóvenes que imitan. Estos personajes están impregnados de modas y costumbres que se arraigan como distintivo en una sociedad sin modelos correctos de conducta, sin embargo, después se desploman en su inmoralidad, corrupción y drogadicción. Aparecen los tatuajes, los aritos en los hombres, los “piercing” en nariz, ojo, lengua, ombligo, pene, etc., las modas estrambóticas y las expresiones extraídas de esta subcultura que lo invade todo. ¿Saben por qué? Porque nuestros jóvenes no tienen patrones correctos de conducta que imitar. Porque hoy día el modelo paternal se ha diluido, y entonces tenemos que refugiarnos en los ídolos fabricados por Hollywood. Afirma el Dr. Antonio Cruz en su libro “Postmodernidad” que “El culto a la celebridad es la fe suprema y la fuerza para vivir de miles de jóvenes occidentales. En el marco de una sociedad con familias cada vez más apáticas y desestructuradas”. Nuestra generación actual no razona, solo imita como acto de reflejo y sus emociones son manejadas por sus sentimientos, pero sin usar para nada la razón y los valores, porque estos últimos se han diluido en la decadencia familiar que vivimos. Las modas se convierten en el único modelo dominante, y nadie la contrarresta porque hasta la iglesia cristiana ha sido dominada por ella.

Este espíritu de moda, emociones, imitaciones y de apariencia se ha adueñado de los cristianos. Los cantantes evangélicos aprenden a imitar a los modelos mundanos. Visten, se mueven, actúan e imitan a los falsos héroes corruptos del mundo artístico secular. Las iglesias aplican el marketing atractivo del mundo a sus esquemas eclesiásticos y de predicaciones, en donde se ofrecen medicinas y fórmulas mágicas para rejuvenecerse, sanarse, ser importante, grande y próspero. Se ha cambiado el evangelio de confrontación, renunciación y sufrimiento por otro evangelio, el de fantasía, prosperidad y el que nos lleva a “parar de sufrir”. El uso de métodos persuasivos y sentimentales genera una experiencia emocional falsa, que no apela a la razón bíblica, ni a la convicción espiritual, sino simple y llanamente a la emoción pasajera, inducida por una manipulación psicológica que persuade, pero no convierte. Esto arrastra a miles y miles de creyentes tras los hombres estrellas, los profetas mágicos y los milagros sensacionales. Esta es la era en que el hombre busca señales, sensaciones, espectáculos y milagros. Nos encanta el espectáculo, ventilamos nuestras intimidades desde los medios televisivos. Hacemos de las pequeñeces del diario vivir bolas gigantescas. Competimos desesperadamente para ver quien es el que tiene la mayor novedad, el mayor espectáculo, la metodología más impactante o el estilo más moderno.

¿Dónde esta la sencillez, la humildad, el amor y la entrega a los necesitados? ¿Dónde esta lo genuino, lo honesto, lo puro, lo recto? ¿Seguiremos viviendo de emociones falsas para caer después en el horrendo vació interior y comprobar que todo es falso, “light”, descafeinado, sin fondo ni forma? Si nuestra sociedad no cambia su curso, si no dejamos de aferrarnos al narcisismo existente que alimenta el egoísmo, veremos el retorno a una sociedad salvaje, inhumana y privada de los valores más elementales de la convivencia familiar, llegando al desastre y anarquismo.

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www.contralaapastasia.com

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