Sumida en la soledad y el deterioro la Villa Olímpica

ZV
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13 de junio de 2021
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05:10 am
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Sumida en la soledad y el deterioro la Villa Olímpica

Soledad y deterioro se “respira” en la Villa Olímpica, cerrada al público desde que entró la pandemia.

Hace más de un año este lugar era un hervidero de personas, desde el amanecer hasta el crepúsculo, la pandemia dio paso a un ambiente de soledad y deterioro de las instalaciones del Complejo Deportivo José Simón Azcona o Villa Olímpica, en Tegucigalpa.

Cientos de corredores que acostumbraban disfrutar de este lugar, han emigrado a otros sitios a ejercitar sus cuerpos o simplemente dejaron la rutina que ejecutaban, ahora se encuentran con unas libras de más o en el peor de los casos enfermos por obesidad.

El 16 de marzo del año pasado el gobierno decretó la emergencia por crisis sanitaria, debido a la presencia de los primeros casos de la COVID-19, dando lugar a un confinamiento absoluto que duró más de siete meses.

Los centros deportivos como este, fueron los primeros en cerrar la atención al público para retrasar la velocidad de los contagios del coronavirus, ya en septiembre empezó a abrirse la economía con acceso a espacios públicos como los “malls”.

No obstante, determinados espacios al aire libre siguen restringidos por ordenanza del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager), lo que limita la apertura de la Villa Olímpica.

En uno de los estacionamientos 70 familias llevan más de siete meses albergadas.

FAMILIAS ALBERGADAS

También impiden el retorno de las actividades deportivas, la presencia de al menos 70 familias albergadas, que provienen de barrios y colonias capitalinas donde perdieron sus hogares con el paso de las tormentas tropicales Eta y Iota en noviembre del año pasado.

Este año, las instalaciones de la Villa Olímpica fueron abiertas algunos días para la entrega de la identidad y vacunación anticovid, dejando al descubierto el daño que dejan la soledad y desuso.

La maleza ha crecido en los estacionamientos, algunas paredes empiezan a mostrar deterioro por fisuras y pintura descascarada, los jardines han perdido la belleza que tenían.

El metal en los portones perdió el brillo, la herrumbre ha ganado terreno; insectos y aves se disputan el espacio, el viento sopla y su ruido se pierde al fondo de las instalaciones deportivas donde antes miles de personas le rendían culto al ejercicio.

Así lucía la Villa Olímpica días antes de los primeros casos de coronavirus.

La pista del estadio olímpico se observa en buenas condiciones, donde la COVID-19 corrió a centenares de capitalinos que acostumbraban mantenerse saludables caminando o realizando rutinas diarias de ejercicios.

En los bulevares cercanos a la Villa Olímpica se observan corredores que se arriesgan al peligro que representa desplazarse por las vías atestadas de conductores que, en algunas ocasiones, irrespetan a los “runners”.

Algunos corredores han encontrado refugio en Campo de Parada Marte, al extremo opuesto de la capital, donde los militares permiten usar las instalaciones de la pista y los senderos en horarios restringidos.

Otras personas que acostumbraban visitar la Villa Olímpica, han hecho espacio en sus hogares o encontrado un lugar en sus colonias para ejercitarse. Pero la mayoría sigue a la espera de que las autoridades abran la atención al público del Complejo Deportivo José Simón Azcona para retomar la vida saludable y divertida que produce el deporte. (JB)

Campo Parada Marte se ha convertido en refugio de corredores y familias que acostumbran ejercitarse periódicamente.
De forma tímida los beisbolistas ensayan el retorno a la vida deportiva postpandemia.
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