LOS GIGANTES Y LOS “POBRECITOS”

ZV
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14 de junio de 2021
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12:07 am
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LOS GIGANTES Y LOS “POBRECITOS”

ADVERTIMOS anticipadamente sobre la terrible disparidad en la distribución de las vacunas en detrimento de los países más pobres del mundo. Allá cuando San Juan dispuso bajar el dedo fue que apareció la lenta burocracia sanitaria internacional –curándose en salud– quejándose de lo mismo. Después del trueno, Jesús María, no paran de denunciar el acaparamiento de vacunas de los que se reparten con la cuchara grande. Hoy que avanzaron leguas en la vacunación de los suyos hay sobrante de vacunas. Un exceso de oferta en el mercado de tantas farmacéuticas gigantes que salieron con su propia patente, encomendando a otros productores gigantes su fabricación. Así que ahora, como muestra de solidaridad, conmiseración –y habrá quien crea que de arrepentimiento– los muy bondadosos anuncian donaciones a los “pobrecitos” acabados que se quedaron en la cola de la cola. A propósito de los gigantes. Si para la inmensa mayoría la peste ha sido una calamidad a unos pocos alagartados la crisis les cayó del cielo como premio mayor de lotería.

Hay otros pulpos que multiplicaron sus ganancias durante esta pandemia y que han venido haciendo de las suyas dado su colosal tamaño y su descomunal poder. Esto también ya ratos lo venimos advirtiendo. Ahora bien –como escribir para el auditorio doméstico es como hablar con las paredes– es en los cónclaves mundiales que nos dan la razón. “Los siete países más ricos del mundo firmaron un acuerdo histórico que los compromete a enfrentar la evasión de impuestos corporativos y asegurarse de que los gigantes tecnológicos paguen su parte fiscal justa”. “Me complace anunciar –dijo el ministro de Hacienda británico a través de un video divulgado en Twitter– que los ministros de Finanzas del G-7 llegaron hoy a un acuerdo histórico, después de años de discusiones, para reformar el sistema tributario global a fin de adecuarlo a la era digital global y, de manera crucial, para asegurarse de que sea justo, de modo que las empresas correctas paguen el impuesto correcto en el lugar correcto”. El acuerdo en principio establece una tasa impositiva mínima global del 15%. Sobre el tema hemos escrito en abundancia. Este acuerdo alcanzado por el G-7 se presta para repetir unos párrafos de editorial anterior: Con la economía colapsada, la desocupación galopante y las altas tasas impositivas que merman la capacidad competitiva del país, lo inmediato como apremiante sería la revisión profunda de todo el sistema. Urgente la creación masiva de fuentes de trabajo, ya que eso es una bomba de tiempo.

Pusimos de ejemplo lo atinente a la actividad periodística. Los medios de comunicación convencionales pagan todo tipo de impuestos por operar. Volumen de ventas –dos veces, al fisco y a la alcaldía–activo neto, impuesto sobre bienes inmuebles, contribuciones, “tasón”, obligaciones sociales, etc., por estar situados en la localidad y vender sus servicios publicitarios. ¿Qué pagan los gigantes tecnológicos –con sede extra fronteras– por la explotación del mercado local? Por toda la publicidad que se transmite en sus portales al mercado hondureño –pautada por las matrices de las transnacionales que operan aquí con sucursales– no pagan un centavo de impuesto. Total competencia desleal. ¿Cuánto recauda el tesoro nacional del usufructo del mercado local de esos portales tecnológicos? Cero. ¿Qué se ha hecho para corregir este odioso desequilibrio lucrativo a los gigantes de afuera y adverso a las perjudicadas empresas nacionales que operan en desventaja? Nada. Y así por esa ruta podemos continuar analizando otros factores que impiden que el país levante cabeza. Y que seguirá siendo atrasado y dependiente, con la mano extendida pidiendo limosna, si no se revierten esas fallas estructurales de todo el sistema económico, financiero, fiscal y productivo. (El párrafo anterior es tomado de un editorial orientado a privilegiar lo hecho en casa, sobre lo cual la nueva administración estadounidense en sus primeras providencias sacó una resolución favoreciendo prioritariamente lo fabricado en los Estados Unidos. Un buen amigo que acaba de fallecer, cuando leyó el editorial donde lamentábamos que pese a la mucha insistencia “no hacen caso”, nos puso un mensajito: “Ya ves que sí te hacen caso, pero en los Estados Unidos”. Si viviera, QDDG, seguramente su ocurrencia a este otro editorial sería: “Ya ves, te hicieron caso en el G-7”).

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