¿COMPETITIVOS?

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15 de junio de 2021
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12:43 am
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¿COMPETITIVOS?

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LAS cifras oficiales, relativas a las importaciones de maíz y de arroz de los Estados Unidos, a falta de abastecimiento doméstico para cubrir la demanda nacional, confirman lo que hemos venido diciendo sobre las labores agrícolas. Ello es que, en gran medida, siguen dependiendo de San Isidro Labrador. Si bien en algunas zonas han implementado el riego por goteo y métodos compensatorios de suministro de agua y de irrigación, buena parte de la actividad en el campo descansa en prácticas rudimentarias. “Desde hace varios años, Honduras ha sido importador de maíz y de arroz, con alta erogación de divisas, para satisfacer la demanda interna, pese a que tiene vasta extensión territorial y potencial para producirlos”. “Muchos productores –consigna la nota periodística– lamentan el alto endeudamiento que tienen, que perjudica el acceso a nuevo financiamiento”. “También resienten el fuerte impacto de los efectos del cambio climático en los cultivos de granos básicos, maíz, arroz y frijoles”.

“Todos esos factores han provocado en los últimos años la dependencia de las importaciones para poder atender la demanda nacional”. Un obligado receso para aclarar. Ni por asomo somos expertos en cuestiones de la actividad agropecuaria. Ello no significa que no prestemos oído a las quejas continuadas de muchísimos compatriotas que trabajan en el campo. El país dejó de ser bananero. Las principales fruteras que operaban en la costa norte empacaron sus cachivaches y mudaron sus operaciones a un país vecino. Es cafetalero. En eso sí hay avances sobre los cuales enorgullecerse, sobre todo en lo que respecta a las superiores calidades de café, el aprovechamiento de los microclimas y la dinámica de comercialización. En cuanto a otros rubros agrícolas, avícolas y pecuarios –una vez que se venzan las cláusulas de salvaguarda a la agricultura en el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos– quién sabe qué suerte correrán las ruralidades. Para ser competitivo se requiere de financiamiento barato, estar al día con la tecnología y la innovación. Los sistemas modernos de producción han evolucionado. Las escenas de pastizales verdes y parques idí¬licos representadas en los libros para niños están siendo rápidamente reemplazadas por establos de metal sin ventanas, jaulas de alambre, “establos de hierro”, y otros sistemas integrales de encierro, lo que hoy se conoce como “granjas industriales”. “El desarrollo y la difusión de nuevas tecnologías son factores importantes que determinarán el futuro de la agricultura”.

“Un estudio de la FAO examina 3 aspectos fundamentales: La biotecnología, las tecnologías que favorecen una agricultura sostenible y la dirección que deben seguir las futuras investigaciones”. Estados Unidos –país con el que tenemos un TLC de comercio en doble vía– para no perder su ventaja en aspectos de la alimentación, invierte enorme cantidad de recursos en tecnología: La “agricultura inteligente” o “tecnología agrícola” es optimizar la sostenibilidad y rentabilidad de la producción agrícola para lo que utiliza tanto hardware como software: “En cuanto a hardware, principalmente se utiliza tecnología “máquina a máquina” (M2M) como sensores, drones, satélites y sistemas de posicionamiento global (GPS)”. “Respecto a los servicios de TI y software, principalmente se trata de soluciones de datos masivos (big data) y herramientas de administración agrícola”. “Estas tecnologías monitorizan condiciones del suelo (humedad, niveles de nutrientes, análisis de rendimiento en cada parcela), cultivos (crecimiento, brotes de enfermedades), ganado (salud del ganado y ciclos de parto) y equipos agrícolas (tanques, depósitos, graneros, maquinaria y otros equipos a lo largo de la cadena de suministro). Aquí se incluye software para el manejo de fincas, agricultura de precisión, analítica de datos predictiva e irrigación inteligente”. Dicho lo anterior, no deja de ser dudoso qué tan competitivo sea el sector agropecuario nacional. Sin embargo, como no somos técnicos en ese campo –incluso de la ingeniería industrial quién sabe cuánto ya olvidamos– podríamos estar equivocados.

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