Otto Martín
La llegada de un nuevo gobierno ofrece una gran oportunidad para iniciar un verdadero cambio en el país, por lo que cualquier propuesta de campaña debería ser tomada muy en serio, al grado de establecer un compromiso ineludible, so pena de ser destituidos de sus cargos, a todos los que no cumplan con las ofertas en los plazos prometidos.
No quiero, pero me veo obligado a decirlo: doscientos años de independencia no han servido para nada. Cada año, cada período de gobierno ha sido un fracaso, la prueba es que estamos como estamos.
Pretendemos cambiar a Honduras sin efectuar cambios radicales?
Con las mismas acciones seguiremos obteniendo los mismos resultados.
No tenemos que seguir siendo uno de los países más atrasados y pobres del mundo.
Basta ya de conformarnos con ser menos que mediocres o, como vergonzosamente dijo un expresidente, consolarnos sabiendo que hay naciones en África que están peor.
Tenemos la capacidad para hacer un país de verdad, con instituciones modernas, con leyes revolucionarias que nos hagan cambiar, ya es tiempo, han pasado 200 años!
La primera que se me ocurre es cambiar el período de la Junta Directiva del Congreso Nacional. Verdad que quizá sería mejor si -en una rápida votación- se eligiera cada año?
No veo ninguna razón positiva para que -también- el presidente del Congreso tenga que estar ahí cuatro años.
Por el contrario, en el pasado ha permitido la formación de un verdadero centro de poder, con un presupuesto enorme, que generalmente se utiliza para buscar más poder o sea la Presidencia de la República, como ha ocurrido tantas veces en el pasado.
Si el período fuera solo de un año -con posibilidades de reelección- se evitarían algunos de los males y traería anualmente una mentalidad fresca al Congreso.
Unas veces de la oposición, otras de coaliciones; hay suficientes diputados para poder establecer un cambio de poder anualmente (y nos sobran diputados!).
Suficiente tenemos con soportar el Presidente de la República 4 años, caso que -como frecuentemente ocurre- nos equivoquemos al elegir.
También sería muy bueno que -como he propuesto varias veces- por ley se exigiera que los hijos de todos los funcionarios del Estado recibieran su educación primaria, secundaria y universitaria obligadamente en instituciones públicas (escuelas públicas como acostumbramos decir), desde el más humilde mensajero hasta el Presidente de la República.
Nada de escuelas privadas para los hijos de los funcionarios públicos!
Estoy totalmente seguro que en poco tiempo -casi instantáneamente- nuestra educación pública sería de primera calidad.
Lo mismo se aplicaría a los servicios de salud. Desde el más humilde mensajero hasta el Presidente de la República, así como sus hijos y esposas, por ley deberían de utilizar únicamente los hospitales y clínicas del Estado, incluyendo el Seguro Social.
Nada de clínicas privadas para funcionarios del Estado y sus familiares.
El Hospital Militar (obviamente clasista y discriminatorio) debería de abrirse también para el público en general; somos todos iguales en Honduras, o hay algunos que son más iguales que otros?
Creo que a todos nos encantaría -como símbolo de justicia e igualdad- saber que una primera dama, al igual que cualquier otra hondureña, diera a luz en el Materno Infantil, no es cierto?
Quieren la mejor de todas?
Vayamos pensando en la eliminación de las Fuerzas Armadas. De verdad necesitamos un ejército? Acaso no sería mejor dedicar todo ese enorme presupuesto en cosas productivas, especialmente educación.
Es nuestra obligación tratar de dejar una mejor Honduras para hijos, nietos y todas las generaciones que lo habitarán los próximos doscientos años.
Para entonces todos nosotros estaremos muertos pero, los descendientes -aunque no nos recuerden, y la verdad eso no tiene importancia- quizá podrán volver la vista hacia el pasado y pensar que nosotros -héroes anónimos- les dejamos un mejor medio de vida, un mejor país.
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