BAGAJE LINGÜÍSTICO

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27 de junio de 2021
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12:12 am
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BAGAJE LINGÜÍSTICO

Por: J. Enrique Cardona Chapas

En el tercer tomo de En busca del Tiempo Perdido, “El Mundo de los Guermantes” de Marcel Proust, se puede apreciar la admiración que de esa familia tiene el personaje principal a la par y la una obsesión amorosa que recorre todas sus páginas. En algún punto cuando se compara la calidad de los Guermantes con la familia Courvoisier, se nos dice que aquellos, bien sea opulentos o semiarruinados no eran solo un lujo material “sino también un lujo de frases encantadoras, de actos amables, toda una elegancia verbal, alimentada por una verdadera riqueza interior”.

Similar a lo anterior sucede en la novela de Jack London “Martin Edén”. Cuando el enamorado Martin Edén quiere ser tan culto como la mujer de la cual está prendado, una estudiante de letras y de buena familia. Por ello, sin seguir algún plan busca leer libros sobre diversos temas, pero la lectura no influye en él como lo esperaba, ya que no puede desprenderse de las expresiones propias de su condición social. Preocupado por esto recibe de su amiga el consejo de que para entender los conocimientos de los libros debe terminar sus estudios y para mejorar su dicción debe aprender y estudiar mucha gramática. Tarea a la cual se dedica con esmero para así entender el uso de las palabras y el mal uso que hacen los demás de las mismas, cuando forman parte de una expresión larga.

Estas son dos visiones de cómo se debe tener o no tener una “elegancia verbal” y la conclusión inevitable que de esta elegancia nacen mejores formas de convivencia social, de entendimiento humano y que cuando se carece de palabras para entendernos, para expresarnos, para acceder a los conocimientos, estamos en un nivel muy bajo frente a la alta cultura o frente a mejores actos civilizatorios, y de ahí, que surjan diversas crisis en las relaciones sociales ya sea como individuos o como parte de la sociedad y como dice Proust, no importa si hay opulencia o estamos arruinados, porque por encima de estas necesidades materiales debe prevalecer siempre la riqueza interior que frente a las crisis de cualquier índole nos permita rehacernos desde las palabras.

Me surgen estas inquietudes, porque son a la larga explicaciones de lo que estamos padeciendo en nuestra convivencia humana actual, donde no nos importa saber expresarnos y que la tendencia más valiente o más recalcitrante es exhibir sin pudor alguno la vulgaridad verbal en cualquier espacio, en cualquier discusión o conversación, y como diría Ramón Oquelí, expuestos a un gamberrismo con extrema libertad. De ahí el irracionalismo latente. La incapacidad de entendernos.

Esta carencia verbal derivada en vulgaridad verbal es sumamente peligrosa contra nuestras ideas y creencias como la religión y la política, la amistad, la conversación, etc., a tal grado que olvidamos la capacidad teórica, la capacidad de pensar y por ende la capacidad de las soluciones y en el ámbito cotidiano ante tanta estrechez verbal perdemos aquello de la universidad de la vida, ya que solo aprendemos a degradar la riqueza interior.

Como se ve, el origen de todo esto está en la carencia de lecturas, no de los libros. En esta falta de ambición contra la cual lucha el personaje Martin Edén, para estar en la altura civilizada que vislumbra como un ideal de convivencia. La lectura, por consiguiente, debe ser un proceso continuo, en todas las etapas educativas y fuera de esas etapas, ya que sin lecturas involucionamos rápidamente. Así, seremos capaces de entender que las palabras nos ayudan a construir opiniones propias y no caer en el habla vacía, sin sentido de construcción y sobre todo a explicarnos frente a los demás para buscar la coincidencia o la desavenencia en el marco de las ideas. También seremos capaces de hacerle frente a los individualismos negativos que nos cercan día con día. A la libertad interior y exterior como lo dijo Edward Said, al señalar que la lectura es un modesto oficio de emancipación e ilustración. En conclusión una libertad civilizada a través del lujo verbal.

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