Quehaceres filosóficos

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27 de junio de 2021
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Quehaceres filosóficos

Por: Segisfredo Infante

Siempre me importó la “Filosofía”, la “Historia” y la “Poesía”. A la edad de once años escribí mis primeros versos cosmológicos espontáneos, en un cuadernito que valía veinticinco céntimos. Lo guardé por unos pocos años. Cuando descubrí la estructura métrica castellana y francesa, aquellos poemitas cosmológicos me provocaron cierta vergüenza íntima, en tanto que estaban escritos en verso libre. Entonces tuve la mala ocurrencia de destruirlos. Ahora quisiera recuperarlos. Pero es demasiado tarde. En todo caso en aquellos versos cosmológicos estaba el germen de nuestra “Filosofía”.

Más tarde, a la edad de diecinueve años, intenté penetrar en el volumen dificilísimo de la “Filosofía del Espíritu” de Guillermo Hegel. Y leí algunas obras más o menos accesibles de Ortega y Gasset. Por aquellos días no había nadie con quien comentar mis nuevas lecturas. Si acaso con Roque Ochoa Hidalgo. Es indispensable aclarar que en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras recibí las influencias directas de los filósofos españoles Augusto Serrano y Juan Antonio Vegas, principalmente. Pero sin que nadie me lo dijera sentí la necesidad de reaproximarme, con una nueva mirada, a los grandes filósofos griegos. Y a los profetas del desierto. De tal modo que en el mes de noviembre de 1983 publiqué mi primer ensayo predominantemente filosófico, titulado “Aproximación a la Dramaturgia Griega”, elaborado desde la filosofía de Aristóteles. Así que puedo afirmar, categóricamente, que mis quehaceres filosóficos reales comenzaron con la lectura racional y sistemática del libro la “Poética” de Aristóteles, sin olvidar las páginas de Platón, de Tucídides y de otros autores de la Grecia Antigua. (El ensayo “Aproximación a la Dramaturgia Griega” me parece que fue publicado en la revista “Frente”, y años después, con certeza, en el “Boletín 18-Conejo”).

Sin desatender los textos de los autores medievales, modernos y contemporáneos, siempre he sentido la necesidad íntima de volver a los griegos. Soy de la firme convicción que toda la gran “Filosofía” occidental posee su sólido basamento principal en las obras orales y escritas de Jenófanes, Parménides, Heráclito, Sócrates, Platón y el sistemático Aristóteles. Incluso las ciencias particulares nacieron y crecieron bajo el árbol frondoso de la “Filosofía”; exceptuando la medicina que se desarrolló en Egipto. Cuando algunos filósofos occidentales aislados se envanecen y se llenan de soberbia al pretender ignorar o rechazar la gran “Filosofía” griega y la de sus herederos romanizados, simplemente caminan con pies de barro; o vuelan como mariposas, haciendo gala de sus colores transitorios. No vuelan con el búho simbólico de Palas Atenea o de Minerva, motivo por el cual terminan escribiendo “bonita” literatura antioccidental; o antiuniversal.

En este caminar enamorado del saber filosófico e histórico, he incurrido en ciertos errores involuntarios. Una vez publiqué un ensayo de tipo cultural, en la segunda mitad de la década del ochenta del siglo pasado, en forma apresurada y atropellada. Me arrepiento. Pero años más tarde corregí y pulimenté tal ensayo, con el cual ingresé a la Academia de Geografía e Historia de Honduras, allá por 1993. Desde entonces, aun cuando tengo que escribir sobre la marcha todas las semanas, evito atropellarme a mí mismo y a los demás. En verdad que he venido escribiendo textos de “Filosofía” en revistas y periódicos, principalmente en LA TRIBUNA, desde la década del noventa, y en la “Revista Histórico-Filosófica Búho del Atardecer”, en años más recientes.

Enrique Cardona Chapas sugirió hace algunas semanas el libro “De la Esencia de la Verdad” de Martin Heidegger. De hecho utilicé la idea heideggeriana (platónica y preplatónica) del “desocultamiento” de la verdad, en el ensayo “Obsesión de la Muerte en la Obra de Nelson Merren”, con el cual ingresé a la Academia Hondureña de la Lengua el 16 de abril del 2010. Un año después ofrecí la charla “Fermentación Conceptual en Hegel”, eminentemente filosófica, publicada en diciembre del año 2011. Esta charla fue dedicada al “Círculo Universal de Tegucigalpa Kurt Gödel”. Es saludable recordar que a la obra de Guillermo Hegel le entregué unos treinta y seis años aproximados de mi vida de estudio. Y que al final terminé escribiendo y publicando mi propio libro de filosofía, titulado “Fotoevidencia del Sujeto Pensante” (2013-2014), libro en el cual pretendo redescubrir el principio y finalidad de la “Luz”. Sobre todo de la “Luz Íntima” de las entidades fotopensantes. Es probable que el mejor tratado sobre mis andanzas filosóficas y poéticas lo haya escrito Bruno R. Candelier, de República Dominicana. El doctor Rosario Candelier es uno de los intelectuales más profundos de América Latina.

El conocimiento solo adquiere sentido cuando se comparte. En consecuencia, he trabajado por compartirlo con personas de diversas edades, tanto por la vía de las charlas formales como también de las informales. No para rivalizar con nadie, en tanto que la gran “Filosofía” es una búsqueda humilde, y autodisciplinada, del saber universal.

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