Embajadora de Honduras a la ONU: “La primera víctima ha sido la confianza”

ZV
/
28 de junio de 2021
/
05:50 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Embajadora de Honduras a la ONU: “La primera víctima ha sido la confianza”

La embajadora Mary Elizabeth Flores.

REUNIÓN ANUAL DEL PNUD 2021, sobre el tema: “Fortalecimiento del Estado de Derecho y los derechos humanos para mantener la paz y promover el desarrollo humano”.

La lista de participantes en el foro : Administrador UNDP, Mr. Achim Steiner, H.E. Mr. Haratullah Hayat, Minister of Interior Affairs, Islamic Republic of Afghanistan; H.E. Ms. Yoko Kamikawa, Minister of Justice, Japan; H.E. Ambassador Mary Elizabeth Flores, Permanent Representative of Honduras to the United Nations; H.E. Ambassador Yoka Brandt, Permanent Representativa of the Kingdom of the Neternlands to the UN; Mr. Alexandre Zouev, Assistant-Secretary General for Rule of Law anda Security Institutions, OROLSI (TBC); Ms. Colette Rausch, Research Professor and Rule of Law, Conflict and Trauma Practicioner, Mary HJoch Center for Reconciliation.

A continuación, el mensaje de la embajadora de Honduras en la ONU, Mary E. Flores:

Excelencias:
El mundo que conocimos nunca volverá a ser el mismo después de este siniestro sanitario. Pero además, económico y financiero. Un desgarramiento de la fibra existencial de la sociedad; terriblemente deformador y profundamente humano. Alborota los mercados, la hacienda pública, los sistemas institucionales, las economías familiares, los empleos y, en su desesperada lucha por la sobrevivencia de gente vulnerable, los flujos migratorios. La pandemia del COVID-19 marcó a la humanidad. Estremeció con violencia inusitada la relativa normalidad sobre la que descansaban las comunidades. Ha provocado en el día a día, de pueblos y de naciones, irrupciones de consecuencias desconocidas. Arrastra secuela de daños posiblemente irreversibles. Las generaciones venideras -como leímos por allí- tendrán un recuento de la historia bajo la etiquetada perspectiva del A.C., antes del coronavirus y D.C., después del coronavirus.

Esta nueva realidad nos obliga a redefinir los paradigmas aceptados. ¿Dónde estamos parados como civilización y cómo entender, enfrentar y adaptarnos al nuevo mundo donde hemos de convivir? Por supuesto que la gravedad del trastorno, cuyos efectos devastadores todavía no amainan, es distinta para unos que para otros. Mucho más para los menos favorecidos que no cuentan con la capacidad de responder a la saña con que golpea esta infeliz desgracia, que para los dotados de mayores recursos, ciencia y tecnología y, por lo tanto, mejor preparados para enfrentar los desafiantes zarpazos de la crisis.

Vista la forma como llegaron las pruebas clínicas para detectar contagios y ahora las vacunas, distribuidas de manera desequilibrada e inequitativa, en detrimento de los pueblos más desposeídos del mundo, ¿no les parece que aparte de los miles de fallecidos y contagiados, la primera víctima de la pandemia ha sido la confianza? Ello es, nos referimos a los sentimientos subjetivos que alimentan la confianza. Entre unos y otros como elemento básico de coexistencia. Pero además, la relación de cooperación que debiese existir entre gobiernos, entre las instituciones internacionales creadas para enfrentar y lidiar con creatividad, urgencia y agilidad estas adversidades. Y por supuesto, hablamos de la esperada colaboración que se esperaba existiese entre todas las naciones.

Achim Steiner, el administrador del PNUD.

¿Qué le sucedió a la solidaridad, una virtud que se entendía como parte de la naturaleza generosa, al alma bondadosa, al rostro más amable, intrínsecos al ser humano? Decimos lo anterior, porque entendemos que este es el foro propicio para debatir sobre esta temática. ¿No les parecería, entonces, que antes de abordar con ánimo de resolver los problemas que pueda enfrentar el Estado de Derecho -y a propósito, del derecho humano de igualdad, de equivalencia, de equidad, como consideración inescapable en este análisis- es menester referirse a la base que sostiene la estructura del edificio que se pretende construir?
De allí que podría resultar un ejercicio retórico y hasta alegórico hablar de lo que se pretende preservar y fortalecer sin antes revisar a fondo los factores que cambiaron dramáticamente la realidad, hasta donde esta era aceptada y conocida. Ha sufrido, sin lugar a dudas, la confianza. Un elemento de naturaleza sociológica y psicológica que en mucho condiciona y determina el comportamiento de los habitantes de un país. La confianza que los nacionales han tenido hacia sus instituciones, a la autoridad, a sus dirigentes y a sus representantes. Pero también no se puede ocultar lo mucho que ha variado la confianza -otros aquí sustituirían el término por desconfianza- hacia los sistemas políticos que los rigen. Y a las avenidas que se transitan para renovarlos.

¿Cómo no reconocer la incisión perversa que la crisis actual produce sobre sociedades confrontadas y seriamente divididas? ¿Cómo no sopesar esos altos índices de abstencionismo electoral, que delatan peligrosos impulsos de descontento, de deprecio, de indignación, de hartazgo de una buena parte de la ciudadanía, en aquello que debe generarles una expectativa de cambio y de esperanza? Sin profundizar sobre la raíz del matorral de hojas que vemos solo por encima, no es posible encontrar recetas o salidas, o siquiera aventurar sugerir modificación alguna a los modelos de Estado de Derecho que examinamos. La confianza es el andamiaje sobre el que hay que elaborar como prerrequisito para moldear y mejorar todo lo demás.

Más de Lo Más Visto
Lo Más Visto