De la insignificancia a la proyección internacional

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8 de julio de 2021
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12:09 am
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De la insignificancia a la proyección internacional

BARLOVENTO

Por: Segisfredo Infante

La adquisición de vacunas es difícil para Honduras. La adquisición de aviones para la defensa del espacio aéreo territorial ha sido harto difícil desde la guerra fratricida honduro-salvadoreña de julio de 1969. Nunca olvido que sólo Yugoslavia y un pequeño país del Cercano Oriente quisieron, en aquel momento, vendernos aviones, con el agregado que el segundo país adiestró a nuestros pilotos y “aguiluchos”. Como nuestra conciencia histórica, en caso que la haya, ha sido y continúa siendo de corto plazo, olvidamos con frecuencia estos detalles históricos vitales.

Honduras, por otra parte, fue la más importante provincia minera del “Reyno de Guatemala” durante casi todo el periodo colonial. Y considerando que el submodelo económico mundial de aquel entonces era el “capitalismo mercantil”, Honduras debió ser, en consecuencia, la provincia más rica de todo el istmo centroamericano. Sin embargo, las cosas ocurrieron al revés, por motivos que hemos esbozado en otros artículos.

En el plano hemisférico algo debió haber ocurrido para que nuestro país se convirtiera en el receptáculo de casi todas las maledicencias internacionales, especialmente de algunos países aliados. Tengo la hipótesis que ese momento de quiebre histórico ocurrió cuando, por órdenes del presidente Santos Guardiola, poco después de un juicio sumario y bajo la sombra de Gran Bretaña, se fusiló en el puerto de Trujillo al filibustero William Walker, quien pretendía apoderarse de Nicaragua, Costa Rica y Honduras. Los soldados hondureños, bajo el mando directo de Florencio Xatruch, fueron decisivos para vencer y expulsar de Nicaragua a Mr. Walker. En Costa Rica levantaron un monumento para conmemorar aquellas victorias. Pero los costarricenses nunca han recibido desprecios por aquel suceso. Honduras, sin embargo, continúa siendo víctima de toda clase de desdenes, unos esperados y otros inesperados. De nada ha servido que hayamos sido leales con Estados Unidos durante la “Primera Gran Guerra”, durante la “Segunda Guerra Mundial” y en el contexto bipolar de la odiosa “Guerra Fría”. (En este punto vale la pena discernir el contenido del libro “Filibusteros y ferrocarriles” compilado y publicado en fecha reciente por Azcona Bocock, quien es egresado de West Point).

Al comenzar a redactar este artículo tuve la tentación de titularlo “De la insignificancia al significado”. Pero corría el riesgo que tuviera un sabor demasiado “semiótico” desprendido de Ferdinand de Saussure, y muy difícil de digerir para algunos amables lectores. Pero el caso es que los hondureños somos insignificantes desde cierta perspectiva internacional sesgada. Algunos ni siquiera existimos, porque tratamos de salvaguardar un bajo perfil indispensable. Pero esto es metafórico, un tanto a la manera del escritor Ítalo Calvino (medievalista y posmoderno), con su novela “El Caballero Inexistente”. En verdad somos personas humanas, y la gran mayoría de los hondureños son personas humildísimas y honestas que se ganan el pan de cada día con el sudor de sus frentes, tanto adentro como afuera de las coordenadas patrias. No escribiendo libelos oportunistas como algunos individuos aislados que destilan ponzoña por doquier, contra casi todo prójimo, contra el capitalismo y contra su propio país, aprovechando las vulnerabilidades internas y las complejas coyunturas mundiales.

Las feas coyunturas se acentuaron a partir de la crisis financiera del año 2008, mediante la quiebra de los mercados de las hipotecas sobrevaloradas, y mediante la creación de la burbuja de comienzos de este siglo que terminó por dilapidar los fondos de pensiones de los humildes ahorrantes, quienes quedaron en la calle de un día para otro, incluso en países ricos y estables como Islandia. En la creación de tal burbuja no tuvimos ninguna responsabilidad los hondureños. Empero, Honduras ha sido víctima directa de las complejidades generadas por aquella crisis, lo mismo que de las secuelas subsistentes de la “Guerra Fría”, con la proliferación de armas que sustentan al crimen organizado.

Es poco menos que imposible poseer una visión de conjunto (léase dialéctica platónica) ignorando o escamoteando por fragmentos la historia mundial en general y de nuestro país en particular. Aplaudir el exitoso capitalismo de enclave en China Popular, en Corea del Sur, en Singapur, en Dubái, en Brasil, en Cuba y ahora mismo en El Salvador; pero satanizar ese mismo capitalismo de enclave, en forma prospectiva, para Honduras, es algo absolutamente conmovedor desde el punto de vista de la insinceridad ideológica y política. Que conste, que mi visión personal del capitalismo dinámico desde la base del pueblo, poco tiene que ver con los enclaves de por aquí o de por allá. A la par de esto tengo la confianza que Honduras habrá de significarse y de proyectarse en el futuro internacional, como un país estratégico de muchísimo peso, tanto en la producción de bienes materiales exportables como en la producción de pensamiento universal.

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