La Isla

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8 de julio de 2021
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12:11 am
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La  Isla

Hacia nuevo paradigma educativo

Por: Noé Pineda Portillo
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En Tegucigalpa todo mundo habla de La Isla, cuando se va hacia el área del mercado San Isidro, o el área de los puentes en el centro de Tegucigalpa y Comayagüela, y es muy poca gente, la que da la ubicación de La Isla. Y La Isla, no es tal, existió antes, en ciertas crecidas del río Choluteca formando una pequeña isla en lo que hoy es el llamado mercado La Isla. Se trataba de un área poblada de árboles de mango, almendros de río, chilca y otros árboles y plantas propios de los bosques húmedos.

Por andar con esas curiosidades de “ratón de biblioteca”, hace algún tiempo, me encontré en “Recuerdos de mi viaje. Tegucigalpa”, publicada en 1953 en la Imprenta Libertad de Comayagüela y cuya autora era Guadalupe Ferrari de Hartling.

Veamos, lo que nos cuenta doña Guadalupe a mediados del siglo pasado.

“Lo que hoy se llama La Isla, y que tiene un gran puente de mampostería, era propiedad de una señora llamada Pura, y tenía una gran huerta de frutas. Hoy aún quedan unos árboles de mango. Esa señora Pura, era comadre de mi madre doña Lupe de Ferrari. Cuando algunas tardes iba allí de paseo y me llevaba, esa era felicidad, pues traíamos muchas frutas.

Como no había puente, pasaba el río en brazos de un hijo de la Pura y después ayudaba tomándola de la mano a mi madre que de antemano se quitaba los zapatos. Era el único medio de pasar.

Después ese terreno fue comprado en la administración del general Luis Bográn, y hasta dieron principio a la construcción de un teatro. En ese tiempo le hicieron el malecón y así se evitó que en invierno el río entrara por el lado sur. Antes de hacer ese malecón la propiedad de la Pura en invierno quedaba convertida en isla, pero como el río llegaba manso no les daba miedo. A eso se le debe el nombre de La Isla.

Al ser propiedad del gobierno, hicieron un pequeño puente. En la administración de Manuel Bonilla, en la subida del plan hizo una casa un alemán llamado Federico Werling, la llamó “Mi Amiga”. Conservó las fotografías. A las fiestas que allí se daban asistía lo más selecto de la sociedad capitalina. Era don Federico gran amigo del presidente, lo mismo que la colonia alemana.

Hoy esos terrenos son de mucha importancia. A parte del puente, el Estadio, Casa de Escuela, el Monumento de la Paz y el Comedor Infantil. A ese cerro se le llama Juana Laínez. En el año de 1894 cuando vinieron los nicaragüenses, junto con los liberales de Honduras, querían tomar ese cerro y no podían, decían: “Ese no es Juana Laínez, sino “Juana Bainas”, querían decir, parece fácil, pero nones”.

Y como decía mi abuelita, “así como me lo cuentan, así se los cuento yo”, saquen ustedes sus conclusiones.

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