¡Patria, soberanía y democracia!

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10 de julio de 2021
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12:01 am
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¡Patria, soberanía y democracia!

Por: Lic. Gustavo Adolfo Milla Bermúdez

Con la palabra patria aludimos a nuestra propia nación, con un sentido emotivo que alude a la suma de las cosas materiales e inmateriales, pasadas, presentes y futuras, que cautivan la amorosa adhesión de los patriotas.

La palabra aparece así como el todo de nuestra vida nacional, que forma una identidad espiritual a la que nos referimos en sentido positivo y emocional. Merecer uno el bien de la patria es hacerse acreedor a su gratitud por nuestros actos significativos.

La patria como el hogar lo es todo, desde el territorio hasta el firmamento que lo cubre, desde el más humilde, hasta el más sabio o poderoso. Todos somos parte de esa suprema fuerza espiritual que vive en nuestras conciencias, y por la cual ofrecemos todo lo que somos, incluso nuestras propias vidas. Esos vínculos de solidaridad y adhesión nacen en todas partes. En el territorio que es la tierra de nuestros ancestros y el lugar en que nacimos, o el sitio de nuestras gestas o sufrimientos.

La patria no es el territorio, afirmó el héroe del Resurgimiento italiano, Mazzini, “este no es más que la base; la patria, la idea que brota sobre aquel, es el pensamiento de amor, el sentimiento de comunidad que estrecha en uno a todos los hijos de aquel territorio.

La patria los es todo, hasta el aire que respiramos, el suelo que pisamos, la abnegación de las madres y las ideas que nos dominan.

“La patria no es solamente la tierra de los abuelos, en la que las nuevas generaciones continúan la vida, sino ese conjunto de tradiciones, pensamientos y sentimientos comunes, inclusive de prejuicios, que hacen que todos los de un país se sientan hermanos”. Gustavo Le Bon.

El ser humano profundamente espiritual simboliza en la patria el recuerdo de sus tradiciones, de sus héroes y sus victorias y de sus derrotas, como fueron el General Francisco Morazán, Dionisio de Herrera, José Cecilio del Valle, Cabañas y muchos otros más que recuerda la historia.

La bandera, el escudo, el himno nacional, son símbolos magníficos del sentido de la patria, que naturaliza el sentido de la hondureñidad. La patria es la síntesis de los más nobles sentimientos del ser humano.

El hombre se vincula en lazos afectivos no solo al suelo que lo vio nacer, sino también en todas las cosas materiales y espirituales que lo rodean. “No solo de pan vive el hombre”.

Pregunta al señor Presidente de la República, Juan Orlado Hernández: “¿Cree usted que la esencia de un régimen democrático como el suyo, consiste, no en ahondar las distancias, sino en estimular las oportunidades?”. “¿Cree usted que con las “ZEDE” está ayudando a resolver la falta de trabajo para las mayorías?”. No incurra en errores señor Presidente, piense qué patria les va a dejar a sus hijos. No pisotee la “soberanía”, ni venda el país en que usted nació. En un mundo de relaciones engañosas, la moneda de cambio es la falsedad de nuestras acciones. Ignorancia y escepticismo diluyen al hombre en una profunda oscuridad.

Señor Presidente, hay que comprender al hombre como un fragmento de la humanidad, admirarlo y temerlo al mismo tiempo. Animalidad, se sobreponen en un largo proceso, siendo difícil determinar cuándo predomina la una de la otra. El hombre no acaba de comprender que su vida sobre la tierra es limitada y efímera hasta que se canse el sol.

La filosofía y la religión amplían el mundo de nuestros afanes y con ellas cultivamos la esperanza. La vida cotidiana, en cambio, es una vida prosaica, en que las cosas carecen de idealidad o elevación, cuando no se vuelven insulsas o vulgares. En esa trivialidad está el secreto de los humanos, más que en los esplendorosos caminos de la mentira que usted practica, señor Presidente. Usted con las “ZEDE” de “fantasías” quiere comprar votos. Esos son ensayos peligrosos, que pueden poner en peligro la vida del pueblo, como tampoco tiene derecho a cometer los groseros errores que su ignorancia o su ceguera política, lo obligan a realizar esos actos de baja moral. La moral del deber debe ser parte del imperativo categórico.

“La soberanía nacional, como la división de poderes, es vivir en democracia”.

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