Como para no olvidar jamás

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11 de julio de 2021
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Como para no olvidar jamás

Algo más sobre la numismática

Por: Mario Hernán Ramírez
Premio Nacional de Literatura 2017 y Álvaro Contreras 2021 y presidente vitalicio “Consejo Hondureño de la Cultura Juan Ramón Molina”

Por ejemplo, el primer comedor que funcionó en la antigua carretera hacia el sur de la República, a inmediaciones de la aldea El Sauce, muy cerca de La Herradura, sitio donde se escenificó la tragedia de las alumnas normalistas en 1929; en ese lugar, y viniendo de San Marcos de Colón se estableció doña Paca Benavides con el primer comedor en esa zona, en el que detenían sus vehículos los transportistas que venían hacia Honduras de Nicaragua, El Salvador y Guatemala y se daban la gran vida, comiendo por veinticinco centavos de lempira la más exquisita y abundante comida que según referían los mismos, era la mejor de Centroamérica; posteriormente, y con la rectificación de dicha arteria vial en tiempos del doctor Juan Manuel Gálvez y bajo la responsabilidad de la compañía Silverstone de origen norteamericano, se establecieron otros expendios de alimentos como el de Chema Núñez en Sabanagrande y el siguiente en El Ocotal que alcanzaron una fama similar al de doña Paca.

Iniciamos nuestro recorrido dominical a través de LA TRIBUNA, para remontarnos a las mundialmente famosas Ruinas de Copán, o venir más acá en el tiempo hasta la Fortaleza de San Fernando de Omoa en Cortés, construida en mil setecientos y algo; también habrá que remontarnos al Cuartel de Santa Bárbara en el histórico puerto de Trujillo, primera capital de Honduras, que también tenía similar construcción arquitectónica tipo español; aun más acá en el tiempo llegamos hasta la ciudad de Gracias, departamento de Lempira, donde en mil ochocientos y algo se construyó un edificio militar con el nombre de Fortaleza San Cristóbal, en el cual fueron sepultados los restos del expresidente de la República Juan Nepomuceno Lindo, en cuyo gobierno en 1847 nació la Universidad hoy Autónoma de Honduras bajo los auspicios de la Iglesia Católica, siendo el primer rector el presbítero José Trinidad Reyes.

Pero, también tenemos que volver nuestros ojos hacia las ubérrimas tierras de la costa norte, donde en los departamentos de Colón, Atlántida, Yoro, Cortés y Santa Bárbara, sentaron sus reales las compañías bananeras que trajeron las gigantescas máquinas locomotoras que recorrían aquella vasta región desde Trujillo hasta Potrerillos, cruzando los llamados campos bananeros poblados por hombres y mujeres, cuyos salarios eran pagados con el dólar, moneda que se extendió por todo el sector norte del país.

Introduzcámonos más acá de nuestra geografía y veamos las monumentales catedrales de Gracias, Comayagua y Tegucigalpa, construcciones que se remontan por ejemplo, la de San Manuel de Colohete en Gracias, Lempira a finales de 1500, siendo la más joven la de Comayagüela dedicada a la Inmaculada Concepción que fue finalizada en 1796, construcciones estilo colonial; por supuesto que andando el tiempo y con el crecimiento demográfico del país se levantaron nuevas y modernas edificaciones para rendir culto a la Iglesia ya no solo católica sino evangélica y de otras órdenes.

Hace cien años y durante el gobierno del general Rafael López Gutiérrez se levantó en Comayagüela a inmediaciones de Guacerique, un gigantesco monumento conmemorativo del Primer Centenario de la Independencia Patria, conocido como El Obelisco; pero, cien años antes o sea en 1821 se inauguró solemnemente una verdadera joya arquitectónica que doscientos años después sigue prestando el mejor servicio a la capital hondureña como viaducto por el que cruzan más de un millón de automóviles que es el parque vehicular oficial de la capital de Honduras. Este puente es el primoroso Mallol, cuya construcción está ligada estrechamente con la historia, crecimiento y desarrollo de Tegucigalpa, por lo que, con sus antiguas iglesias, la estatua del General Morazán, Valle, Herrera, Cabañas y Reyes forman parte indestructiblemente del patrimonio capitalino y consecuentemente con legítimo orgullo son elementos fundamentales en el desarrollo y por supuesto la historia de una ciudad que hoy sobrepasa el millón doscientos mil habitantes; como ignorar entonces la presencia del puente Mallol en la fulgurante historia de esta ciudad, lo que significa “querer tapar el sol con un dedo”, o como diría un beato una herejía, ya que constituye la más antigua y sólida cimentación, que sigue retando los siglos y los siglos, ojalá y para siempre con la presencia de las aguas del llamado Río Grande.

Nos encontramos en las vísperas del Bicentenario de la Emancipación Política de Centroamérica y en todos los países de la región existen comisiones oficiales encargadas de los festejos que para tan grande efeméride se realizarán el próximo 15 de septiembre, en las que por ejemplo Costa Rica editará un libro gigantesco con la participación de poetas y pintores de los cinco países, participando por Honduras nuestro genial Johnny McDonald, el que en su obra magistral presentada ofrece un mapa geográfico de nuestro país, del cual emerge la egregia figura del gran Juan Ramón Molina, nuestro insigne portalira y así sucesivamente, organismos como el Parlamento Centroamericano tienen preparados una serie de actos que creemos se mancomunarán con las comisiones centroamericanas para darle mayor relevancia, importancia e interés a estos festejos. El BCIE por su parte y demás organismos regionales sin duda alguna también se aprestan para ofrecer su óbolo a tan magno acontecimiento que todos esperamos con ansiedad para celebrarlo con bombos, platillos y cohetes.

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