Por: Karla I. Herrera
“El Baile del Dinosaurio” se balancea de un extremo a otro: de la juventud rebosante a la edad madura de varios de los autores incluidos, de la brevedad súbita al relato corto, de un estilo lineal al mosaico, de un punto de vista a varias modalidades narrativas utilizadas en los más de cincuenta breviarios de que consta la publicación. Además, se mueve de la aparente sencillez a la complejidad gramatical y textual, de la intertextualidad definida por los estructuralistas a la inmediatez, a todo aquello que nos rodea en nuestro diario vivir y en la época en que hemos estado inmersos. Su cadencia es interdisciplinaria y péndula de las preocupaciones individuales al torrente universal; nos recuerda el mini cuento del hondureño-guatemalteco y mexicano por adopción, Augusto Monterroso, el antes de la archi famosa conjunción y el después del adverbio de lugar. Nos sumerge, pues, en el proceso que antecede a todo acto creativo y a lo que prosigue a esta faena literaria.
En este caso, hablamos de la etapa preliminar de la antología en cuestión y lo posterior al lanzamiento de la convocatoria pública, a la selección y lectura de cada uno de los minirrelatos de los autores participantes y la configuración de la propuesta final. Demos la bienvenida a esta muestra representativa de la minificción hondureña que aún se halla en ciernes, pero en camino de la auto búsqueda, de la definición estilística y del ensanchamiento del binomio teoría-práctica, de la dicotomía conocimiento-exploración de las distintas avenidas que nos conducen al micro cuento como tal.
Apostilla: No están todos los que deberían estar, ya sea por olvido, descuido o por decisión personal. Como sea, es tan solo una muestra, una especie de “demo” que podría ampliarse o reducirse a corto o mediano plazo.
