Robusta iniciativa de “Azconita”

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11 de julio de 2021
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12:14 am
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Robusta iniciativa de “Azconita”

Clave de SOL
Por: Segisfredo Infante

En fecha reciente el joven ingeniero José Azcona Bocock, hizo llegar hasta el lugar en donde he estado pernoctando, durante más de un año, un formidable lote de libros cuyo breve listado deseo compartir: 1) “Compendio de la historia social y política de Honduras; aumentada con los principales acontecimientos de Centroamérica”, por Antonio R. Vallejo. 2) “Política y revoluciones de Honduras 1890-1892”, por César Lagos. 3) “La botica del pueblo; flora medicinal de Honduras”, por Francisco Cruz. 4) “Censo general de la República de Honduras 1887, con cuadros y análisis”, por Antonio Vallejo. 5) “Filibusteros y ferrocarriles; la turbulenta infancia de Honduras; despachos de archivo 1845-1873”, compilado por José S. Azcona Bocock y prologado por Darío Euraque. Todos estos libros aparecen publicados con el sello editorial “Colección Erandique”, nombre que alude a las minas de ópalo de nuestro país.

Resulta agradable y satisfactorio que en una época tan complicada como la que hemos padecido en estos últimos tiempos, “Azconita” (como cariñosamente le decimos), haya puesto en marcha un proyecto editorial de tal envergadura, mediante la publicación de libros de autores hondureños, y de documentos de primera mano, que es casi imposible conseguir en el mercado nacional. Es evidente que el responsable de este proyecto ha escarbado en los archivos bibliográficos e historiográficos de adentro y de afuera, imparcialmente, tal como lo han hecho Ramón Oquelí, Porfirio Pérez y otros autores.

En este punto deseo relatar una anécdota más o menos interesante: Durante cinco años aproximados anduve buscando algún descendiente de Antonio R. Vallejo para que me autorizara la publicación de un libro específico de finales del siglo diecinueve. Un día de tantos apareció en la puerta de mi oficina de la vieja Editorial Universitaria de la UNAH, un anciano que dijo llamarse “Antonio R. Vallejo”. Le pregunté que si estaba hablando en serio o que si acaso bromeaba. Me contestó que él era nieto o biznieto del primer historiador científico de Honduras, y que era correcto que se respetaran los derechos de autor de la familia. Porque de lo contrario él hubiese querellado y ganado la demanda. La negociación fue dura. Pero al final firmamos un convenio de publicación de la segunda edición (facsímil) del “Primer anuario estadístico correspondiente al año de 1889” de Antonio R. Vallejo, editado, por la UNAH, en septiembre de 1997. Todavía algunos amigos conservan un ejemplar de aquel hermoso libro. Habría que comparar su contenido con el volumen publicado por Azcona Bocock bajo el título de “Censo general de la República de Honduras 1887”.

“Filibusteros y ferrocarriles; la turbulenta infancia de Honduras; 1845-1873”, es un libro interesantísimo que mi buen amigo me hizo llegar, junto al paquete, con la siguiente dedicatoria: “Para don Segisfredo Infante. Querido amigo: Le hago llegar este volumen que puede serle de interés. Siempre le recuerdo con aprecio y respeto. (Aparece la rúbrica). J.S. Azcona B. 09-junio 2021”. Además de hojearlo con alegría íntima, lo he recibido con la esperanza que esta robusta iniciativa editorial de “Azconita” tenga continuidad en el tiempo y el espacio, a fin de que otros jóvenes aprendan a construir nuestra Honduras con ejemplos concretos ligados a la investigación y producción intelectuales de nuestros antepasados; pero también de las nuevas generaciones del presente que comienzan a dirigir la proa de su nave viajera hacia el futuro patrio, con proyección universalista. Este es un ejemplo de la claridad de un investigador y editor acucioso que sabe que un país se construye con aportes singulares, sean físicos o espirituales, muy al margen de “las habladurías” típicas, cargadas de odio, que entorpecen transitoriamente cualquier proceso de desarrollo integral de una nación.

No es casual que Azcona Bocock haya escogido dos libros claves de la producción historiográfica del hondureño Antonio R. Vallejo. El mencionado “Censo” y el “Compendio de la historia social y política de Honduras”. Es curioso que este segundo libro esté redactado en forma dialógica con preguntas y respuestas inmediatas. El padre Vallejo aclara en su prólogo que “Al emprender este trabajo, que es más difícil que no pensé, me impuse por ley no decir nada falso, ni omitir nada verdadero; asumiendo la responsabilidad y las amarguras que este propósito pueda traerme en cualquier forma de odio o la calumnia”. Más adelante añade (Sic): “es faltar a la misión imparcial de la Historia y mentir, sin razón ninguna y respeto alguno, al siglo presente y a los futuros siglos”. Es cierto que Antonio R. Vallejo “autoheredó” algunos prejuicios y resabios historiográficos propios de la faceta negativa de la “Ilustración”. Pero es admirable, asimismo, su anhelo de imparcialidad científico-positivista de la “Historia”.

Este es el segundo artículo que expresamente le dedico a mi amigo “Azconita”, quien ya es historiador por derecho propio, deseando que nunca desmaye en este formidable proyecto que se ha echado sobre sus espaldas.

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