La hoguera de las vanidades

MA
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14 de julio de 2021
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01:41 am
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La hoguera de las vanidades

Independencia y recuperación patria

Abog. Octavio Pineda Espinoza (*)

La política señala el Diccionario de la Lengua Española: es la actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos o la actividad del ciudadano, cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo, y el político, dícese de quien interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado. Importante tener una definición para que, desde ese punto de partida, podamos comentar, es-cudriñar y aseverar cosas, posiciones y actitudes de nuestros supuestos políticos, que, al final somos todos, ya lo decía Aristóteles en su texto “La Política”, el ser humano es un zoon politikon que significa “un animal político”, mi padre siempre le agregaba a esta frase lo siguiente: “quítele al animal político, la última palabra y solo queda el animal”, con esto quería expresar que, incluso aquellos que dicen que no son políticos, o que son apolíticos son, al final, políticos y quizás más, que aquellos que lo aceptamos y que hacemos política en todas las actividades de nuestra vida.

A medida que nos acercamos, mal o bien, al proceso electoral general de noviembre de este año, es valedero que reflexionemos todos los hondu-reños sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestra pequeña nación, aproximándose a los 200 años de existencia en la vida republicana y lo que hemos logrado o lo que hemos perdido en ese espacio de tiempo, quizás la mejor manera de hacerlo es sin apasionamientos sectarios o partidistas que tanto daño le han hecho a la República, el despojarnos de ataduras pseudo-ideológicas es por demás relevante, porque en Honduras unos se visten de socialistas, revolucionarios y hasta de comunistas, otros de conservadores correctos y otros decimos tener un pensamiento liberal y de centro, lo cierto es que nadie es químicamente puro, no hay socialistas ni revolucionarios reales, hay conservadores que mal entienden ese rol y existen liberales confundidos sobre lo que es el centro democrático.

Hay una verdad axiomática, el líder político de hoy no es el de antaño, aquel que permanecía informado, que tenía grandes dotes oratorios, conexión cercana con los liderazgos departamentales, municipales y hasta locales, que se preocupaba por formarse e informarse sobre los aspectos filosóficos, históricos, económicos, sociales, humanos y políticos de la nación, el que entendía el quehacer político como una carrera, una profesión, una convicción y un llamado, que avizoraba la cosa pública como una responsabilidad y no, como un privilegio, el que sentía cercano con el pueblo porque no estaba alejado del mismo; el líder actual, es un producto enlatado creado por las mismas personas que venden refrescos, galletas, toallas, medicinas, tuercas y películas, como lo dice brillantemente el Nobel de Literatura, Vargas Llosa en su ilustrativo texto, “La civilización del espectáculo”, es una marca, un ser casi inanimado, frío, desconectado, irreverente porque sí, un mal actor, con una mala partitura en una mala obra, y de ahí, en Honduras y muchos otros países, tenemos los presidentes y liderazgos que nos ubican al final de cualquier medición seria internacional y como uno de los países más corruptos del mundo.Vivimos en la época del Tik Tok, del Twitter que elimina la reflexión profunda, de Facebook y muchas otras aplicaciones y redes sociales que lo que hacen es promover la forma y no, el contenido, y por lo tanto, tenemos políticos de Tik Tok, Twitter, Facebook, etc., etc., simples elementos minúsculos de esa gran falacia llamada globalización, en la que la identidad personal ya no vale nada, y así, mediatizando todo, terminamos haciendo de las cosas importantes para todos, el reducto personal o de grupo de unos cuantos que se dicen políticos, algunos de los cuales ni siquiera saben la extensión del territorio de su país pero que venden espectáculo, chisme, runga, sexo y drogas glorificados, novelas diarias, todo, menos las soluciones para los grandes problemas sociales que nos aquejan; vivimos en una época en la que es más importante con quien se acostó fulano(a) y sutano(a) que saber cuál es su plan de gobierno, en la que, la apariencia vence a la honestidad y la franqueza, en la que escogemos lobos por corderos, en fin, vivimos políticamente en el circo y en la lucha campal por las vanidades de unos y de otros, y no, por agacharnos con convicción como han hecho las grandes naciones de la historia, a construir Patria, Nación, Pueblo, Meritocracia, Progreso, Bienestar y Bien Común, el susodicho fin teleológico del Estado.

No nos debe extrañar que en Honduras el 45% de la población ya no crea en los partidos, ni en los políticos o politiqueros como dice mi querida Abogada Maribel Espinoza, que no tenga fe en el sistema, en las personas que dicen representarles, en las falsas promesas de unos y de otros, no es de extrañar que busquen como ahogados, alguien que medio los represente y nos saque de este infierno dantesco al que nos metieron Pepe Lobo, Juan Hernández y sus secuaces por 12 malditos años drenando 60 mil millones al año en corrupción, pero que pasa, todos los políticos ahora son divas, pelean por nimiedades o como decía mi abuelo por pen……., todos están más interesados en el espectáculo que, en la tarea de reconstruir y recuperar a Honduras y por ello, los 9 millones de ciudadanos, los que se fueron a sufrir a otros lares, los que se quedaron sufriendo aquí, somos víctimas de la hoguera de las vanidades. Dios Salve a Honduras¡

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