“LA SIMULACIÓN”

ZV
/
16 de julio de 2021
/
12:32 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
“LA SIMULACIÓN”

EN la nueva Ley Electoral recién aprobada, los políticos colocaron como exigencias una variedad de “bonitos”. Presumiblemente con el ánimo de subir la puntuación electoral entre la incrédula afición de votantes. Lo suficiente para evitar la crisis de la vez pasada. El término transparencia lo tienen en la punta de la lengua. Solo que, para dotar el proceso electoral de todas las novedades, entre aparatos, pantallas digitales, sistemas informáticos y tecnología de punta, la proclamada transparencia cuesta cara. “Quien quiere celeste –aconseja la sabiduría popular– que le cueste”. Lo fácil es el ejercicio de meter en una ley tanto antojo, como los cipotes chiquitos elaboran su lista navideña. (Y decimos tanto, porque no hay nada que vaya a complacer a los que, viviendo en un país tercermundista sueñan tener elecciones utópicas. Y mucho menos evitar el berrinche de perdedores que utilizan el pretexto de fraude como subterfugio de la impopularidad, ausencia de carisma, talento, talante y liderazgo que los hizo fracasar).

Las cosas se complican, a juzgar por el impasse entre diputados y consejeros, por la renuencia de quienes tienen el sartén por el mango de acompañar el dinero de lo que cuesta la factura. Aparte de ello, como la ley salió cuando San Juan bajó el dedo, con tiempos bien ajustados, estos ya se agotaron. No cuenta el CNE con la antelación para cumplir engorrosos y tardados procesos de licitación. No hay de otras –como la ley apenas semanas atrás fue publicada en La Gaceta– tiene que recurrir a un mecanismo expedito. O sea que la compra de la mercadería necesaria, de modo que todos los “bonitos” de la lista navideña estén listos y funcionando antes de las elecciones, tiene que realizarse no corriendo sino volando. Son estrechos plazos perentorios. A eso le denominan el calendario electoral. Y para ello los encargados de montar las elecciones ocupan contar con un procedimiento especial que les faculte realizar las compras apuradas. Pero no solo eso, ya que nadie va ir a buscar mercadería si no tiene la garantía del dinero para pagarla. Esa es la insistencia de contar con ambas cosas a la vez. No pueden ir solo a una tienda a mirar. O atenerse, si son compras en línea, a lo que ofrece solo un vendedor. Deben ir a varias, y procurar recibir ofertas de distintos proveedores. De los que ofrezcan mercancía segura, confiable y a precios cómodos para ahorrar y no derrochar. Entre más oferentes haya disputándose la compra mejor. A eso se le denomina competencia de mercado. Lo que asegura obtener bienes de mejor calidad a los precios más bajos.

Por eso hay prisa. Para no depender de un solo oferente que quiera cobrar mucho más caro por lo que vende. Como sucedió cuando pegó la peste y los desinfectantes y mascarillas se vendían a precios prohibitivos. Así que cuando los consejeros piden los recursos ya, a quienes autorizan el presupuesto, es para que haya la mayor cantidad de ofertas posibles. Y tiempo, aunque a contrarreloj, para montar los sistemas y capacitar personal. Es ofensivo, –de mal gusto en boca de la clase política ni solvente que fuese para levantar sospechas– insinuar que gente honorable vaya a realizar negocios indebidos. Esa perversidad de imaginarse “un tabletazo”, –término despectivo que sugiere una movida– alimenta desconfianza al proceso electoral. ¿Qué propósito persiguen los beneficiarios de la elección; los supuestamente más interesados que sea exitosa, de rociar chorros de desconfianza a un ya tóxico ambiente de descontento, dudas e inseguridad? Solo explicable como un acto de masoquismo. Una especie de autoflagelación. Hubo una reunión entre miembros y técnicos del CNE con una comisión de diputados. Pidieron, los diputados –previo a la aprobación de presupuesto– una simulación de cómo funcionaría el sistema, los aparatos, las máquinas, el software, el hardware, los chunches para colocar la digital, y de cómo sería la transmisión de actas digitalizadas, aparte de las actas físicas que siempre van a existir. Se quejaron que la presentación que solicitaron, en el término de 24 horas, se las dieron en “PowerPoint” y no fue una simulación en vivo de cómo funcionarían todos esos armatostes el día de la elección. Ni que fueran magos para montar y hacer simulación de chunches que ni siquiera han comprado. Y además, para alimentar el TREP, exigen que haya conexión en todos los rincones del país, para la transmisión de los votos urbanos y los rurales. ¿Y es que el CNE es la ENEE o CONATEL para electrificar y conectar lo que los encargados de proveer esos servicios públicos no han podido? Elecciones van a haber. Solo resta saber ¿qué calidad de elecciones quisieran? ¿Si algo distinto de lo anterior, o repetición de lo mismo? Un ratito a pie y el otro andando. ¿O de cuál simulación es de la que hablan? Quizás el problema estriba en que a nadie se le ocurrió llevar al Sisimite –como técnico simulador– a hacer la simulación que pidieron.

Más de Editorial
Lo Más Visto