Hilda Caldera de Landaverde: Me postulo a diputada con el mismo argumento que JOH se reeligió

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24 de julio de 2021
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12:44 am
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Hilda Caldera de Landaverde: Me postulo a diputada con el mismo argumento que JOH se reeligió

Por: Mayra Navarro

La bala que disparó Marvin Noel Andino Mascareño, aquella mañana del 7 de diciembre del 2011, le quitó la vida al asesor de la lucha contra el narcotráfico, Alfredo Landaverde, pero le dio una razón para vivir a su esposa Hilda Caldera, quien viajaba a su lado. Caldera resultó herida, aunque no de gravedad; lo que más recuerda de aquel momento es la indignación que la invadió y que fue en ese momento que decidió “esto no se queda así”.

En la lucha por justicia y por construir el legado de su marido, Hilda Caldera le encontró el sentido a su dolor. “La lucha de Alfredo le dio sentido a mi vida” dice visiblemente emocionada. Luchar para que el país no olvide a su marido es la forma en que esta mujer de 64 años le rinde tributo a su memoria y le da un propósito a su historia de amor.

“La lucha da esperanza” dice Hilda Caldera hablando del tema que ha sido el motor de su vida en los últimos años. Desde aquel día ha vivido para que el nombre y la lucha de Alfredo Landaverde perdure en la memoria colectiva. Durante diez años ha trabajado incansablemente: Creó la fundación Alfredo Landaverde; consiguió una plaza con su nombre y una estatua en el lugar donde fue asesinado; hay un busto frente a su casa en Santa Lucía; ha promovido la publicación de un libro de cuentos para niños en inglés, español y misquito y dos libros más que relatan la vida de Landaverde.

Organizó la Maratón Alfredo Landaverde y varios concursos de lectura y escritura en colegios públicos. Se grabó la canción “Para Alfredo” y se han hecho dos producciones radiales sobre la vida de Landaverde y hasta una producción con dibujos animados.

El último proyecto de la fundación busca llegar de forma masiva a los jóvenes universitarios. El curso obligatorio de introducción a la vida universitaria incluye un módulo de ciudadanía en el que Landaverde será la figura principal como modelo de político honesto. También sueña con la creación del museo Alfredo Landaverde de la lucha contra el narcotráfico.

“Mi momento más duro era cuando no hablaban de Alfredo porque yo sentía que mi lucha no había servido de nada; estaba luchando porque se hiciera justicia, nueve años que no dejé de luchar por muchas vías, hice tantas cosas”. “El nivel de impotencia era tan grande que no hallaba por dónde luchar, fui a la MACCIH y Jiménez Mayor me dijo que iban a tomar la causa de Alfredo, pero a los tres días renunció. Le escribí al papa Francisco para reclamar que la Iglesia no luchaba por sus muertos, y me respondió su secretario, incluso mandaron un emisario”.

Hilda Caldera se postula ahora a diputada del Congreso Nacional. La bloqueron por haber nacido en Venezuela.

Hilda por fin se siente en paz. “Ahora que ya tenemos el autor material en prisión y los autores intelectuales ya confesaron que eliminaron a alguien que era nefasto para ellos, puedo decir: misión cumplida Alfredo”. Y también está satisfecha con lo que ha logrado. “Ahora Alfredo ya vive sin que yo lo esté proclamando, la lucha ya rindió frutos”.

Sin embargo, Hilda Caldera quiere algo más, y ha emprendido lo que quizás sea su proyecto más ambicioso: quiere extender el pensamiento del extinto asesor a la política y para lograrlo se ha lanzado en la busca de una diputación por la Democracia Cristiana.

“Quiero darle continuidad al pensamiento de Alfredo, ya logramos que trascendiera históricamente, empoderarlo, ya el país lo quiere, ya está vivo en los corazones de la gente, es un símbolo de la lucha contra la criminalidad, la corrupción y el narcotráfico”, dice satisfecha.

Después de la muerte de su esposo Hilda Caldera decidió adoptar la nacionalidad hondureña. “Nací hija de Bolívar pero ahora quiero ser hija de Francisco Morazán”, dijo en el Congreso de manera espontánea, sin haberle dado pensamiento previo a la idea. Le tomó tres años lograrlo.

Desde que se convirtió en hondureña, después de 30 años viviendo en Honduras, varios partidos políticos la tentaron para que buscara ser elegida diputada o vicealcaldesa y siempre dijo que no, hasta que la oferta vino de la Democracia Cristiana.

“Me rompieron el corazón” dice a punto de llorar. “Es el partido de Alfredo y ha sido el mío desde antes de conocer a Alfredo, me dieron una buena recepción, el partido me está apoyando, se sienten orgullosos porque soy la esposa de un mártir, de un héroe popular que es un símbolo para Honduras de la lucha por la honestidad”.

Las Hildas, al fondo, la plaza “Alfredo Landaverde”, en hono a un mártir que denunció el contubuernio entre algunos policias y los capos.

“Me he sentido feliz porque por primera vez en mi vida voy en una planilla, me da mucha alegría y me encantaría, para Alfredo la política era un servicio, una labor muy bella, y yo iré al Congreso con la misma posición de Alfredo”.

“Lo que me da vida es que él tenga vida, el país ya sabe quién es Alfredo Landaverde, ahora con esto de la política no tengo un gran discurso, pero no soy de componendas, con mucho orgullo me postulo por el Partido DC que ha sido mi causa, es la continuación de lo que Alfredo deseó, quiero que se sepa que entro con la misma posición de Alfredo, con ese espíritu de honestidad y transparencia, eso es clave para mí, voy a luchar por lo que creo”.

El empeño de esta mujer por mantener viva la memoria de su marido es conmovedor y quizás está motivado por la marca que le dejaron los últimos años de Alfredo Landaverde después de que lo despidieron de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico por sus reiteradas denuncias.

“Nadie lo escuchaba, por eso hablaba cada vez más fuerte, eso hizo que se quedara en una gran soledad, ni siquiera sus correligionarios le contestaban las llamadas, por eso no lo puedo dejar solo, no lo puedo abandonar”. Recuerda que en sus últimos años pasaba sus días recluido en su vivienda y vivía de un salario muy modesto que el diputado demócrata cristiano Augusto Cruz Asensio le asignó como asesor. “El día que lo asesinaron iba a cobrar su sueldo”, dice.

Ella lo acompañaba e incluso lo involucraba en sus propias actividades para animarlo. “Él murió en la lucha y esa lucha tiene un significado, yo fui un testigo diario de esa lucha y cuando lo asesinaron me dije: ‘no lo dejo solo’”. “Alfredo amaba la Policía, todos sabíamos cómo funcionaban las cosas, pero Alfredo lo decía, por eso se quedó solo, ver un ser humano luchando solo contra tanta adversidad marca la vida de una persona, a mí me marcó, por eso agradezco a los medios y los periodistas porque no lo dejaron solo y cuando me lancé en la lucha por él, el camino se me abrió”.

“Tuvo que morir para que se reconociera su lucha, en eso está su grandeza, yo tenía resentimiento con él porque se arriesgaba, yo decía “tiene una esposa, una hija”, pero uno al final entiende que tenía una misión, el profeta es incómodo, Alfredo vaticinó todo lo que estamos viviendo, si yo no hacía ver esa lucha de nada serviría su sacrificio”.

Hilda Caldera y Alfredo Landaverde.

Recuerda que en los últimos tiempos había bajado el perfil porque ya la justicia había actuado y quería enfocarse en otros proyectos para perpetuar el legado de Landaverde, pero un amigo suyo le sugirió que tenía que resurgir con Alfredo Landaverde. “Tenemos que hacer algo por la DC me dijo mi hija” recuerda Hilda y agrega que está convencida de que hay que participar en política.

Sin embargo, desde el principio sabía que había un obstáculo que sortear en la Constitución. “El espíritu de la Constitución es bonito, el artículo 37 dice que todos tenemos derecho a elegir y ser electos contra el que dice que para optar a un cargo de elección popular se requiere ser hondureño por nacimiento”.

“El tema de la nacionalidad se ha reformado y se ha acomodado según la persona. Por ejemplo, en los casos de los expresidentes José Azcona Hoyo y Ricardo Maduro se hizo prevalecer su ascendencia, aún cuando no nacieron en Honduras”. “Hicimos la consulta en el CONADEH y viendo los tratados internacionales de protección a los derechos humanos opinan que es una prohibición que ya no se usa, la tendencia mundial de la globalización es que el ciudadano naturalizado tiene los mismos derechos que el nacido en el país, y el comisionado me dio su voto a favor”.

“Reúno todos los requisitos excepto el de ser nacida aquí, tengo 40 años viviendo acá, no tengo prohibiciones en la ley y si la ley no me lo prohíbe me lo permite”.

Hilda está esperando que el Consejo Nacional Electoral conteste una apelación que presentó. “Estamos esperando que digan sí o no para acudir al Tribunal Electoral y a la Corte Suprema de Justicia, vamos a agotar las instancias nacionales”.

“Yo me voy a retirar luchando, a mí la paz no me da paz. Me dan vida las pasiones, las cosas que lograr, las luchas, las cosas que podríamos hacer en el Congreso”.

Ahora, solo visita la tumba de su extinto esposo, asesinado por orden de los hermanos Rivera Maradiaga y los capos, que financiaron su muerte a manos de policías.

“Álvaro Albornos, un abogado constitucionalista naturalizado, hizo un análisis de mi caso y me dice que me puedo postular con los mismos argumentos con los que el Presidente Hernández se reeligió, porque se están violando mis derechos como ciudadana hondureña”.

“Aquí los naturalizados somos tratados como extranjeros y no lo somos, escogimos la ciudadanía hondureña”. “Todo el mundo se mueve con inmigrantes, en Estados Unidos tienen derechos, Ricardo Zúniga es hondureño y es un alto funcionario del gobierno de Estados Unidos y es el que trajo la lista Engels. En Argentina, Canadá, Colombia, en todas partes tienen derechos, pero aquí están cercenados, los nacionalizados tenemos la ciudadanía a medias”.

Yo aquí quiero terminar mi vida y no me hago de la vista gorda, quiero un país más limpio, los partidos tienen un desgaste, todos deben volver a valores tradicionales, incluyendo la Democracia Cristiana.

Me anima la participación en política, yo me veo en la lucha por lo que creo, esto me da alegría, la lucha me da vida, la acción me da vida, concluye Hilda Caldera.

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