La muerte de Alfonso Guillén Zelaya

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24 de julio de 2021
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12:56 am
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La muerte de Alfonso Guillén Zelaya

Óscar Acosta

Alfonso Guillén Zelaya.

A las dos de la tarde del día 4 de agosto de 1947 dejó de existir en la ciudad de México, víctima de un ataque cardíaco, el poeta hondureño Alfonzo Guillén Zelaya.

Guillén Zelaya había nacido en Juticalpa, Olancho, el 27 de junio de 1887 y realizó estudios de Derecho en Tegucigalpa. En su ciudad natal dirigió el periódico “El Tacoma” y posteriormente fue director del diario “El Pueblo” y “El Cronista” de la capital hondureña.

Residió durante muchos años en los Estados Unidos de América y viajó por algunos países de Europa, acompañado como secretario al doctor Policarpo Bonilla a las conferencias de Ginebra.

Durante varios años fue canciller del Consulado de Honduras en Nueva York. En 1933 abandonó Honduras para no volver jamás.

Los restos mortales de Guillén Zelaya descansaron en la casa ubicada en la Calle Champotón número 17 de la colonia Roma de la capital azteca y de allí salieron para ser sepultados al día siguiente, 5 de septiembre, en el panteón Español, a las 17:40 de la tarde.

Asistieron al velorio y al entierro de Guillén Zelaya sus compañeros de trabajo del diario “El Popular” y de la revista “Futuro”, publicaciones que dedicaron a su persona y obra destacados espacios.

En el sepelio de Guillén Zelaya pronunciaron sentidas oraciones fúnebres los intelectuales hondureños Rafael Heliodoro Valle y Porfirio Hernández (Fígaro), así como el sociólogo salvadoreño Dagoberto Marroquín.

En su edición del 5 de septiembre de 1947 el diario “EL Popular” llamaba a Guillén Zelaya “el gran revolucionario centroamericano, hombre íntegro y patriota ejemplar, que consagró su vida a la defensa de los derechos de su pueblo”.

Al sepelio de Guillén Zelaya, que encabezaba su viuda, la señora Isabel (Chabelita) Alger de Guillén Zelaya, asistieron y montaron la última guardia frente a su ataúd sus amigos los ciudadanos mexicanos Vicente Lombardo Toledo, presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina; Alejandro Carrillo, secretario general del diario Federal; Antonio Castro Leal y Manuel O. Padrés, director general del diario “El Popular”.

Decenas de ciudadanos hondureños e iberoamericanos residentes en México se hicieron presente en el panteón Español para despedir el cadáver del escritor hondureño desaparecido, entre ellos Gregorio Reyes Zelaya, su primo hermano y en ese entonces embajador de Honduras y decano del Grupo Diplomático, Clementina Suárez, María Luisa Herradora Alcántara, Félix Canales Salazar, Andrés García, Gerardo García, Ricardo Diego Alduvín, Isidoro Acosta, Guillermo Alvarado Levaire, Manuel Cárcamo Lardizábal, Gustavo Gómez, José Alvarado, Carlos Illescas, Julio Estrada de la Hoz, Francisco Lino Osegueda, Roberto Bermúdez, José T. Ruiz, Gregorio Rosa Herrera y Francisco Mayo, este último periodista de “El Popular”.

En Honduras le dedicaron sentidos artículos los escritores Céleo Murillo Soto y Jaime Fontana, los que fueron publicados en la revista “Tegucigalpa” de Alejandro Castro hijo.

Desde entonces han escrito ensayos y extensas notas sobre el autor de “La casita de Pablo” los hondureños Medardo Mejía, Rafael Paz Paredes, Víctor Cáceres Lara, Eliseo Pérez Cadalso, Felipe Elvir Rojas, Óscar Castañeda Batres, Tomás Erazo Peña, Ramón Oquelí, Julio Rodríguez Ayestas, Juan Ramón Martínez, Mario Argueta, José Gonzales y Segisfredo Infante, entre otros. (Revista de la Academia Hondureña de la Lengua)

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