Eduardo Enrique Fuentes Cálix
Abogado y Máster en Gobierno & Administración Pública
Twitter: @eefuenteshn
En 1858 Abraham Lincoln, comenzó su discurso ante la Convención Republicana de Illinois acuñando la histórica reflexión de que: “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse. Creo que este gobierno no puede soportar, de forma permanente, la mitad esclavo y la mitad libre. No espero que la unión se disuelva. No espero que la casa caiga. Espero que deje de estar dividida…”.
Esta frase convertida en advertencia no generó el eco que ameritaba y poco tiempo después, Estados Unidos fue el escenario de una guerra civil que enfrentó a hermanos contra hermanos.
Hoy 163 años después y a 2,843 kilómetros de distancia a este acontecimiento histórico, en Honduras nos encontramos ante un momento de quiebre en el que se pueden forjar los cimientos de la unión de nuestra casa o establecer como normal, la polarización social y política que ha primado en los últimos años.
Ha cuatro meses de la celebración de elecciones generales en nuestro país, que como todo proceso democrático debe brindar una pauta de paz a la ciudadanía, en el sentido de que su voz debe ser escuchada para que así, al final de la jornada electoral, la voluntad popular de la mayoría, reestructure la organización gubernamental que dirigirá los destinos del país por los próximos cuatro años, y así, desaparecer el escenario de dudas que nos atormenta; todo, generado por la falta de claridad en los mecanismos aprobados para realizar la transmisión de resultados electorales preliminares.
La Ley Electoral de Honduras es clara, el Consejo Nacional Electoral debe implementar un sistema de transmisión de resultados que permita conocer resultados preliminares oficiales, la noche de la elección, sistema con el cual no se contó en las elecciones internas y primarias celebradas el pasado mes de marzo y producto de esto, fue que la población tuvo que esperar al menos 3 días para conocer los resultados preliminares oficiales, teniendo como fuente de información primaria, las encuestas de boca de urna realizadas por los medios de comunicación.
El escenario de las elecciones primarias bajo ninguna circunstancia se puede repetir, sin embargo, es curioso que la mancuerna conformada por los dos partidos de oposición, que cuentan con representación en el CNE y que desde su integración han tomado por mayoría, la gran parte de decisiones del organismo electoral, incluyendo la de no realizar un proceso de contratación directa para contar con un sistema tecnológico en las elecciones primarias.
Esta misma mancuerna ha manifestado de manera temeraria que las elecciones generales están en riesgo por el hecho de que el Congreso Nacional ha solicitado los criterios técnicos, en los cuales se basa la ampliación presupuestaria de más de 800 millones de lempiras y la solicitud de un mecanismo de compra directa para ejecutar este presupuesto, -que es el mismo al que se opusieron hace unos meses-.
Más allá de estas aseveraciones, el proceso electoral avanza en el desarrollo del cronograma electoral, cumpliendo todos los objetivos establecidos a la fecha y a la expectativa de lo resuelto por el Congreso Nacional, cuyos análisis y solicitudes, no quieren tomar en cuenta, olvidándose que de aprobarse la totalidad de los recursos solicitados, en noviembre se celebrará el proceso electoral más costoso de la historia y uno de los más onerosos en la región, cuya inversión debe de ser clara y garantizar a la medida de lo posible, la calidad democrática del próximo proceso electoral.
Esta correlación de hechos deja vigente la reflexión de que, una casa dividida contra sí misma, no puede sostenerse. Pareciere que buscar la unanimidad total de criterios en las decisiones de un organismo electoral, atenta contra el juego de mayorías y minorías que caracteriza las democracias; pero esta misma vocación democrática nos obliga a trabajar para que todas las decisiones se hagan pensando en función de país, y así, de esta forma, lograr que el próximo proceso electoral brinde una pauta de paz que sirva para unir nuestra casa.
