TANTO patearon la lata, dilatando lo que debió aprobarse semanas atrás, que venció el plazo legal para la adjudicación de tecnología. Obligatoriamente tendrá que ser prorrogado, esperando que la tardanza no haya lesionado la capacidad de obtener los mejores sistemas disponibles a precios moderados. A estas horas probablemente los diputados dictaminadores sopesaron la imprudencia de seguir posponiendo para mañana decisiones que urgían tomar ayer. Pero, ni modo, así es la clase política, reincidente en su reprobable comportamiento. Precisamente por no escarmentar hace que crezca hacia ella el rechazo ciudadano. Una lástima que así sea ya que instituciones políticas débiles no producen gobiernos efectivos ni le abonan al sistema democrático.
De momento –para no perder la perspectiva de lo que ocurre en el entorno regional– tres acontecimientos de interés: Los peruanos, por fin, tendrán el gobierno que se merecen. Solo que en las vísperas de la toma de posesión el izquierdista profesor rural de sombrero de paja de ala ancha –quien solo por décimas porcentuales derrotó al fujimorismo– acaba de probar el primer sorbo de lo que le espera. Manejar la crisis de un país descarrilado por malos gobiernos y los trastornos de la pandemia, con apoyos diezmados y poco conocimiento conceptual de cómo resolver los grandes problemas. Solo a la mera entrada, una legisladora centrista y una coalición de partidos de oposición, consiguen la titularidad y el control de la directiva del Congreso Nacional. Todos los que figuraban en la lista propuesta por el partido del presidente electo fueron rechazados. Pero, además, tendrá que hacer equilibrio entre las sospechas que su tendencia izquierdista genera en inversionistas y la clase empresarial, el nerviosismo del ejército que teme ser politizado por el gobierno entrante y la puja dentro de su misma formación política. Muchos de los congresistas son más afines al dueño del partido. Su inclinación dogmática hacia el castrismo y el chavismo sin duda que es factor incómodo para un presidente que busca conciliar extremos divergentes y sectores encontrados. La peste se ha ensañado con el país. Registra el mayor número de fallecidos per cápita en todo el mundo. La pobreza aumentó en un 10% mientras la economía sufrió una caída de 12 puntos del PIB. Una tercera parte de la población no cubre sus necesidades básicas. La tesorería estatal ilíquida, sumada a la evasión fiscal, los escándalos de corrupción y una caída dramática de las exportaciones. Pero así de bromista es el destino. Hay veces que ganar es perder.
Ahora, una vuelta por la vecindad. En Nicaragua la Chayo –presos e inhabilitados los contrincantes opositores, detenidos unos 20 dirigentes disidentes y personas contrarias a la ideología sandinista, sin observación imparcial a las elecciones, y periodistas, directores y propietarios de medios de comunicación independientes exilados– afirma que el interés del gobierno que preside su esposo, el comandante sandinista, es que haya “elecciones libres y soberanas” en noviembre próximo, en las que el mandatario espera ser reelegido por tercera vez consecutiva. A la preocupada comunicad internacional le advierten que “no se meta en los asuntos internos y que debe respetar la soberanía nacional”. Allá del otro lado, en Guatemala, convocaron un paro nacional exigiendo la renuncia del Giammattei y de la fiscal general, por haber destituido a la titular de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) del Ministerio Público. Destellos de su antecesor, Jimmy Morales, que no anduvo con apangadas cuando se le fue encima el temido fiscal colombiano jefe de la CICIG. A este, junto con toda la interventora internacional los mandó a echar pulgas a otro lado. Qué calamidad esta, por la que pasan tantos de estos pintorescos paisajes acabados. Recurriendo al dilema anterior. Y hoy ¿qué les depara el hado después de ganar las elecciones?
