La medicina, ¡ese negocio ingrato!

MA
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3 de agosto de 2021
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12:54 am
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La medicina, ¡ese negocio ingrato!

Nery Alexis Gaitán

“No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”, fue la base del juramento que Hipócrates les hacía a sus discípulos, que llevarían a lo largo del mundo la medicina; compromiso moral que debe prevalecer en todos aquellos que se dedican a preservar la vida.
Ser una persona de bien y tener el corazón y el alma plenos de valores humanistas, es la condición esencial que Hipócrates exigía a sus discípulos, sabiendo que preservar la vida humana es el más alto valor de la existencia y solo aquellas personas que abrigan amor en su corazón, son capaces de ayudar a los demás sin interés mezquino alguno.

Pero, en nuestro país, la realidad es otra; una muy diferente del apostolado hipocrático, que se caracteriza por ser un negocio ingrato, la búsqueda del bienestar económico sin importar si los pacientes viven o mueren.
Como ejemplo, citaremos a una psiquiatra que en su clínica privada, primero indaga la condición económica de la familia para saber si pueden pagarle sus honorarios, y si mira que solo le pueden pagar algunas sesiones rehúsa tratar al paciente. Ella exige tratamientos a largo plazo, aunque el enfermo no los necesite. Cuando el paciente cumple los requisitos económicos lo trata con suma amabilidad, pero a sus pacientes del hospital público los trata con evidente desprecio.

Y es que aquí, esa es la norma, los médicos tratan a los pacientes en las clínicas privadas con extremada amabilidad y diligencia. Pero en los hospitales públicos, los tratan peor que a animales rabiosos; el desprecio al enfermo siempre está presente, inclusive pueden verlo que está gritando, retorciéndose de dolor, y no le hacen ningún caso. Por lo general, entre dolores y penas de los pacientes, ellos cuentan chistes ajenos al dolor humano. Cotidianamente en los hospitales públicos, el pobre muere en los pasillos esperando una atención que nunca llega.

Es común que los doctores que tratan a pacientes en hospitales públicos, al verlos con posibilidades económicas, les recomienden que vayan a sus clínicas privadas porque ahí los pueden atender mejor. ¡Vaya desfachatez, como si el gobierno no les pagara jugosos sueldos!
Y es que la medicina se ha convertido en un negocio ingrato, perverso. Si no hay dinero, el paciente se muere. El costo de tratarse en hospitales privados es elevadísimo, asciende a sumas millonarias a vista y paciencia del gobierno que en ningún momento regula los precios. Aquí los médicos cobran lo que les da la gana y nadie tiene derecho a protestar por estos cobros excesivos.

En estos tiempos de pandemia, nos hemos enterado que en algunos hospitales, aunque los pacientes ya puedan irse a casa, los amedrentan para que no se vayan y seguir cobrándoles. Es inaudito cómo en algunos hospitales para ingresar al paciente, que está sufriendo de covid-19, le exigen de depósito desde 200 mil, hasta medio millón de lempiras. Y eso es solo para el ingreso, ya que al estar algunos días hospitalizado, la cantidad asciende a millones.

Hay un hospital que cobra alrededor de 60 mil lempiras cada hora que el paciente está ingresado. ¡Cómo es posible tanto abuso!
Lo mismo sucede con las medicinas, que han llegado a precios exorbitantes sin justificación alguna. Como ejemplo, diremos que un medicamento que hoy cuesta determinada cantidad, la próxima semana cuesta el doble y nadie sabe por qué. Ahora no hay medicamentos baratos.

El pueblo hondureño debe reclamar sus derechos y no permitir que este tipo de abusos continúen. El gobierno es el encargado de regular este tipo de cobros y no debe permitir más el abuso de este gremio.
Los hondureños debemos tener acceso a un sistema de salud eficiente. Es una prioridad, y peor en estos tiempos de pandemia.

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