A la memoria de mi maestro Dagoberto Espinoza Murra
La reelección es ilegal
Cómo devolver a alguien el conocimiento que nos ha prodigado?
Sin esperar nada a cambio.
Quizás solamente el silencioso respeto, el cual sería el halago más apreciado.
Cómo agradecer al maestro que con alegria y sus sabias palabras nos había brindado un camino a seguir?
No hay dinero, no hay lisonjas suficientes para aquel que todo lo había dado.
Sus palabras eran escuetas.
Llenas de un profundo significado.
Su andar pausado.
Su mirada mustia.
Llevaba en su mente mil ideas, mil sueños, de un país al que siempre había amado.
Sus anécdotas por esos caminos de Dios olvidados.
Nos transportaban a lugares y alegrías que el tiempo había borrado.
Cómo no recordar su guía.
Su cariño.
Su don de gentes.
Su sabiduría.
Y sus palabras.
Que muchas veces de mí el mal había apartado.
Querido maestro, amigo, faro, que tu luz siga alumbrando.
Aunque ya no estés a nuestro costado!
Marco T. Medina
Tegucigalpa, M.D.C.
