Fuimos a la provincia para conocer la realidad educativa en la pandemia

MA
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8 de agosto de 2021
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01:46 am
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Fuimos a la provincia para conocer la realidad educativa en la pandemia

Esto es educación presencial personal.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
Email: [email protected]

DANLÍ, El Paraíso. Nos vamos a la provincia, a las comunidades rurales donde todo se paralizó, menos el deseo de sobrevivencia de nuestra gente que trabaja y produce los alimentos para la familia y para los que no siembran un solo grano, que no conocen las bondades de la tierra y mucho menos el dolor y el sacrificio para subsistir.

Aquí en la comunidad donde los niños y los jóvenes dejaron de ir a la escuela y el colegio para unirse con sus padres al cultivo de la tierra, con la esperanza que Dios derrame la lluvia para que la semilla germine y dé fruto en su tiempo. Aquí en la provincia donde el funcionario público viaja en carros de último modelo supervisando los trabajos del pobre y del pequeño cafetalero que no alcanza cómo pagar sus deudas. Aquí en las comunidades rurales no abunda nada, pero abunda la esperanza que pronto saldremos de esta pandemia.

Vamos a la provincia para ver los centros educativos destruidos y sin agua potable. Ya ni siquiera queda el eco bullicioso de los niños que hasta la primera semana de marzo del 2020 le daban vida a la destartalada aula de clases. Las voces y gritos del docente que hasta entonces daba las clases desde el primero hasta el sexto grado. De pronto llegó el silencio y la incertidumbre de cuándo regresar.

2. La maestra en casa en las comunidades rurales.

En las comunidades rurales y urbanas, maestros, padres y alumnos se quedaron en espera de los cinco minutos gratuitos ofrecidos por las empresas de celulares y el internet que nunca llegó. La pandemia virtual entró en vigencia, los padres a comprar celulares y tabletas para que sus hijos iniciaran el proyecto educativo en línea. Los maestros estresados pagando por su cuenta los servicios de telefonía e internet para no perder contacto con los alumnos de todos los niveles.

De pronto los niveles de pobreza aumentaron. La compra de un celular y computadora no estaba en el presupuesto habitual de las familias con limitaciones económicas, pero la educación de sus hijos no se podía quedar atrás. Allá en las comunidades rurales los niños buscan los lugares altos y árboles para obtener señal para recibir las clases, hacer las tareas y más. En la zona fronteriza entre Honduras y Nicaragua, las señales de televisión y telefonía interfieren las comunicaciones. Muchos docentes con sentido de responsabilidad en estas comunidades van de casa en casa para entrar en contacto con los alumnos. Por lo tanto, volver a las clases presenciales bajo un sistema educativo colapsado en todos los órdenes es un atentado a la vida porque en el área rural los contagios de COVID-19 son alarmantes.

Este docente viaja en moto de casa en casa.

En la mayoría de las comunidades rurales los padres se oponen al regreso de sus hijos a las aulas. En la aldea de Santa María del valle de Jamastrán, donde la ola de contagios de COVID-19 es alto, no existe ninguna posibilidad abrir las escuelas. Los docentes continuarán con el proceso, con limitaciones, bajo la condición de no exigir a los padres el retorno de sus hijos. En aldeas donde no existe una señal para el sistema virtual la mayoría de niños abandonaron las aulas, los maestros van dos veces por semana para actualizar tareas y exámenes, tal es el caso de la aldea Azabache y más 50 caseríos, los altos de Villa Santa, El Porvenir, Las Delicias, El Quebradon, zona de Guambuco, Quebrada Chiquita, y otras comunidades, no existe por ahora ninguna posibilidad de clases presenciales.

Pese a las enormes limitaciones existentes hay algunos avances significativos en los colegios del área urbana y algunas comunidades rurales, como Las Crucitas, Sabana Redonda, en el municipio de Potrerillos. Aquí los alumnos con las limitantes señaladas se mantienen activos, gracias al empeño de los docentes y respaldo decidido de los padres, los adolescentes que le entienden a la tecnología van saliendo adelante, aunque sea buscando los lugares altos y árboles para recibir señal.

4. Los maestros aman a sus alumnos y van con ellos como y donde sea.

En la totalidad de las escuelas, tanto del área urbana y rural, no existe el contacto con los alumnos, todo es virtual, en línea para no salirnos del esquema. El contacto es únicamente con los padres que se presentan al centro educativo con el docente para la revisión de notas y tareas de sus hijos. Los docentes están viviendo un estado de estrés permanente, aunque algunos críticos digan lo contrario, incluso, autoridades educativas aseguran que los maestros están viviendo la mejor época porque no van a dar clases. La inmensa mayoría de maestros aman a sus alumnos.

La maestra Carmen Martínez, de la aldea El Maguelar, viaja dos veces por semana para revisar tareas de los niños, actividad que se vio interrumpida la semana pasada por la oposición de los padres que se niegan atender el llamado de las autoridades educativas para el regreso a clases, “no queremos que nuestros hijos de contagien, en la casa están seguros”. Sin embargo, ella se mantiene en contacto con los alumnos y padres. Pero, en definitiva, es allá en las comunidades rurales donde la gente vive y sufre esta pandemia bajo el temor constante. La gente lo dice con sencillez, el único que está cerca es Dios, el gobierno está lejos.

Proceso de revisión de notas.
En Sabana Redonda docentes y padres de familia realizan limpieza del centro educativo.
“Ya tengo señal, revisa el cuaderno”.
Viajar a las aldeas en época de lluvias es una odisea para los docentes.
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