ESAS PLUMAS EMBLEMÁTICAS

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14 de agosto de 2021
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12:25 am
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ESAS PLUMAS EMBLEMÁTICAS

TITULAR en mayúsculas de portada del diario más antiguo de Nicaragua, anunciando el cierre de su edición impresa: “LA DICTADURA RETIENE NUESTRO PAPEL, PERO NO PUEDE OCULTAR LA VERDAD”. “Una vez más la dictadura Ortega-Murillo, nos ha retenido nuestro papel”. “Mientras no liberen nuestros insumos no podemos circular en nuestra edición impresa”. “Pero no nos callarán. Nuestro producto deriva del compromiso de cada periodista de esta redacción por llevar información veraz y confiable a los nicaragüenses”. “Mientras nuestra materia prima es liberada, el sitio web y las redes sociales seguirán brindando noticias y denunciando los atropellos en contra de la democracia”. Director estelar de ese periódico fue el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Opositor a la dinastía somocista.

Luego del atentado contra Anastasio Somoza García, fue capturado, encarcelado y torturado. Condenado por rebelión se fugó de la cárcel y con su esposa Violeta se asilaron en Costa Rica. (Para esas mismas aciagas épocas de eclipse, otros expatriados centroamericanos, igual, buscaron refugio en Costa Rica. Allí, expulsados por la dictadura de Julio Lozano Díaz, estuvieron los líderes del Partido Liberal de Honduras, Ramón Villeda Morales, candidato presidencial y Óscar Armando Flores Midence, en aquellos días, Director de Diario El Pueblo, y tres décadas después, director fundador de Diario LA TRIBUNA). Chamorro regresó a Nicaragua y nuevamente junto a un grupo de compañeros fueron acusados de atentar contra el régimen. Apresados por la guardia nacional fueron a parar a las ergástulas penitenciarias. Obtuvo su libertad por la gracia de una amnistía general y volvió a la dirección del periódico. En 1967 la gran manifestación convocada por una coalición de partidos desencadenó en una masacre. Nuevamente Chamorro fue encarcelado. Años después salió con otra amnistía. En la mañana de uno de los primeros días del mes de enero de 1978, se conducía a su trabajo cuando notó que era perseguido por un vehículo. Se le colocó al lado y desde una de las ventanas el asesino le vació la escopeta. Los tres disparos instantáneamente segaron su vida. Los titulares de La Prensa, que en horas de la tarde sacó un tiraje extraordinario, conmocionaron la región: “Mandaron a asesinarlo, y su sangre salpica a toda Nicaragua”. Mientras se tambaleaba el régimen de Tacho Somoza Debayle, las fuerzas opositoras montaron un gobierno de transición.

Su viuda integró la Junta de Gobierno de la Reconstrucción Nacional. Fue la primera en salirse desilusionada por la inclinación izquierdista del FSLN. Años después, en 1990, encabezando una unidad opositora, derrotó en las urnas al Frente Sandinista ya convertido en partido. En su discurso de cierre de campaña decía: “Las dictaduras del somocismo y del marxismo-leninismo, hoy terminaron”. Pues bien, no del todo. Solo hubo un intermedio de tres gobiernos democráticos. Una vez el comandante sandinista volvió a tomar el poder –haciendo micos y pericos de la Constitución y gracias al desparrame de sus opositores– no hay indicios que vaya a soltarlo. Ha silenciado la prensa independiente. Se ha implantado como una especie de virrey imperial –dejando chiquito al más pintado de los conquistadores, a propósito del reclamo que hace a los españoles por la “feroz y brutal historia colonial”– camino a su tercera reelección sin competencia. Como la “preocupada comunidad internacional no halla cómo lidiar con el club de los compañeros de viaje, lo que digan les sale sobrando”. El fin último es eternizar por las buenas o por las malas. Interpreta el dicho, “mejor solo que mal acompañado”, como que es preferible ir a elecciones sin competencia. Por si las moscas. De allí que todos los contrincantes están presos e inhabilitados. Incluyendo una hija del mártir periodista nicaragüense. (Cuando cayó ensangrentado el cuerpo sin vida de Pedro Joaquín, lo que cayó fue la dictadura. Las tiranías acaban, tarde o temprano, pero la palabra pervive. Al amago de intentar silenciarla cobra vida. Bien decía en su oración por la paz, Eliécer Gaitán, “el silencio es grito”. Lo fue ayer y lo será siempre. Las líneas de este escrito, como voto de gratitud a esas plumas emblemáticas del periodismo ético puesto al servicio de la democracia y las libertades).

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