Líderes Lencas en Tegucigalpa: Los hijos de la Honduras olvidada

MA
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14 de agosto de 2021
/
12:40 am
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Líderes Lencas en Tegucigalpa: Los hijos de la Honduras olvidada

Seis líderes lencas narran la azarosa vida de sus comunidades y su contacto, a veces traumático, con la burocracia estatal, cuando llegan a la capital en busca de ayuda. Originarios de Nahuaterique, La Paz, el mítico exbolsón recuperado en el diferendo limítrofe con El Salvador en 1992, sortearon 12 horas en bus para toparse con la historia de siempre: oficinas impenetrables, funcionarios abúlicos y miradas discriminatorias por su apariencia. Después de cuatro días esperando respuesta de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedis), regresaron a sus pueblos con sus mochilas vacías, como sus panzas. Lo único que se han llevado es una fotografía de los colosales edificios del Centro Cívico Gubernamental (CCG), cuya fastuosidad contrasta con la miseria de sus chozas. Paradógicamente, se han fotografiado frente a una pared de madera dedicada a su etnia, uno de los siete pueblos originarios, donde se leen sus derechos, conculcados históricamente. “No queremos regresar con las manos vacías”, dice Jorge Martínez con cara de angustia. Telma, Fabio, Juana y los tocayos Esteban conforman el resto del grupo. Presidente de la organización, aparentando mayor edad a la que en realidad tiene y con gorra curtida por el sol, Jorge comienza exponiendo con mucha lucidez las demandas de su pueblo.

–¿Qué andan haciendo?
Buscamos apoyo de parte de la ministra Zoila Cruz (ministra de la Sedis) para que nos den la Bolsa Solidaria. Somos lencas de la Honduras olvidada, el gobierno nunca llega a nuestras aldeas y siempre nos regresamos con las manos vacías.

–¿Cómo está la situación en su pueblo?
Está muy difícil, no hay trabajo ni cultivos, a veces nos alimentamos con guineos, limones, jengibre o la cususa casera, eso nos ayuda con el COVID-19.

–¿Cuántos pobladores?
Estamos hablando de unos 22 mil pobladores de los municipios de Santa Elena, Cabañas, Marcala y Yarula en la zona recuperada con El Salvador, somos de la parte del rincón en la frontera con El Salvador, abandonados completamente.

–¿Cuál es la situación de los niños?
Los niños están desnutridos, comiendo guate, hongos, mangos tiernos o guineos.

Los lencas no consiguieron nada de lo que venían a buscar, pero las torres los dejaron anonadados.

–¿A qué funcionarios le han pedido ayuda?
Mire, al designado Ricardo Álvarez, al ministro de la SAG, Mauricio Guevara, a la gente de Banasupro, la minisra de Sedis, Zoila Cruz, al de Sedecoas, Nelson Márquez, que es lenca de Intibucá y hasta al Presidente Juan Orlando Hernández, que también es lenca, como nosotros, pero hasta el momento no nos han resuelto nada.

Jorge le sede la palabra a su compañera Telma Gómez, quien es maestra del kínder del pueblo. En su conmovedor relato resalta las condiciones antipedagógicas en las que labora y la precariedad en la que viven las mujeres, los discapacitados y la tercera edad.

–¿Y hay clases en su escuela?
Vamos tres veces a la semana, pero la verdad que no tenemos material didáctico, los niños están desnutridos, no hay merienda escolar y los padres no pueden ni comprar los útiles escolares básicos, menos para usar medidas de bioseguridad.

–¿Les cuesta aprender?
Son niños muy inteligentes, aprenden rápido a pesar que no tienen una alimentación balanceada.

–¿Funciona dar clases en línea?
Es que no se puede porque los padres no pueden comprar ni una recarga de internet, menos la tecnología que se requiere. La escuela es de madera y alquilada.

Jorge Martínez (adelante) y de izquierda a derecha, Esteban Lazo, Fabio García, Juana Benítez, Telma Gómez y Esteban Benítez en la plaza del Centro Cívico Gubernamental.

A la par de Telma está Fabio García, directivo de una cooperativa de la comunidad de El Zancudo, el pueblo salvadoreño que quedó del lado hondureño después del fallo. Ahora tiene doble nacionalidad y conforme al fallo los dos gobiernos se comprometieron a velar por el bienestar de este pueblo, pero nada de eso, dice, ha sucedido.

–¿Cuál es la principal demanda de ustedes?
El día de ayer (lunes) estuvimos en la regional de Comayagua haciendo una solicitud de del abono tecnológico para nuestras familias porque allá no llega nada y ahora pedimos alimentos porque necesitamos llevarle respuesta a nuestras comunidades.

–¿Cómo ha sido la vida después del fallo?
Las cosas no han cambiado, nos hicieron un montón de promesas y nada han cumplido a pesar del convenio entre los dos gobiernos, todos los salvadoreños quedamos al lado de Honduras, tenemos doble nacionalidad, pero ninguno de los gobiernos se preocupa por nosotros.

–¿Cuánto cuesta desplazarse a Tegucigalpa?
Nos sale muy caro, salimos a las 4:00 de la mañana y llegamos en la tarde, eso por un lado, pero lo más caro es el hotel más la comida, y lo peor que tanto esfuerzo para que nos atiendan y nos regresamos con las manos vacías. (Esta vez, el general (r) Romeo Vásquez Velásquez les pagó el hotel en la séptima avenida de Comayagüela y el abogado Martín Burdeth, el transporte.

Juana Benítez es parte del grupo. El viento de la plaza del CCG la ha despeinado, pero no se inmuta. Coordina el programa del gobierno “Vida Mejor”, pero este año no les han pagado el bono a nadie de su pueblo.

–¿Cuántas personas se benefician de este bono?
En mi zona unas 1,500 personas, tal vez no es una gran cantidad, pero sí nos ayuda, no sabemos qué es lo que está pasando, pero la verda

d es que estamos olvidados, ni siquiera tenemos un teléfono inteligente para estar llamando.

–¿Qué otros problemas hay en su comunidad?
Tenemos serios problemas con las carreteras, nos tocó caminar 2 horas para agarrar un carro porque no hay acceso ni siquiera a un camión.

Llegado su turno para hablar, Esteban Lazo se pone de pie cuando es requerido por este rotativo. Como todos sus compañeros, carga una mochila con los enseres personales para su estadía en la capital. Su petición inmediata es apoyo para el agro.

–¿Peligran los cultivos?
Definitivamente y hasta el trabajo de los campesinos, queremos decirle que somos hondureños como cualquier otro, pero nos sentimos desplazados en nuestra propia tierra.

–¿Hay trabajo?
Hay una pobreza de trabajo, se consigue un día y otro no, somos familias grandes, no se ajusta para sotenerlas.

–¿Qué les dicen los políticos?
Siempre nos dicen que votemos por ellos, pero siempre nos engañan cuando ya ganan. La otra vez dijeron que darían el bono y fue mentira, juegan con la humildad de las madres.

A ver si este trámite les ayuda a resolver sus demandas, en caso que prospere la gestión.

 

–¿Les ayuda el gobierno salvadoreño?
Como ya lo expresaron mis compañeros, no estamos recibiendo ayudas ni de El Salvador ni de Honduras, estamos olvidados completamente. Ojalá llegaran organizaciones y empresas para que nos den trabajo.

El último de la comitiva en ser entrevistado es Esteban Benítez. Vive también en El Zancudo, es el más pequeño del grupo con menos de 1.60 metros de estatura. Es una característica de los lencas y por eso los guardias del CCG los requiririeron, algo inusual en una plaza por donde pasan cientos de empleados públicos y usuarios de las oficinas.

–¿Cuántos proyectos llegan a su comunidad?
Ninguno, el 90 por ciento de la gente no recibe ningún tipo de apoyo por eso nosotros venimos a gestionar personalmente.

–¿Cómo han hecho con el COVID-19?
Por la voluntad de Dios no ha habido casos de esa enfermedad, son comunidades remotas, las casas quedan muy retiradas una de otras, no es como en estas grandes ciudades.

–¿Quiénes los han visitado en esta pandemia?
Nadie, como dijo el compañero, allá solo llegan los políticos cuando están en campaña y después no vuelven.

–Además de El Zancudo, ¿qué otras aldeas representan?
Está Galera, Cipreses, Juegos del Monte, Sabaneta, Loma de Enmedio, Barrancón, Cueva del Monte.

La discriminación de los lencas fue lo primero que encontraron en el CCG.

–¿Hay medicinas?
La mayoría de las veces no hay medicina ni para el dolor de cabeza o la calentura.

–¿Qué ha pasado con los trámites de cedulación?
Avanza muy lento, lo último que se hizo fue con el coronel Abraham García Turcios (el fallecido comisionado presidencial para las zonas recuperadas por el fallo), la gente hizo el trámite, pero solo se quedó con la contraseña desde 1992. Ni siquiera el 50 por ciento de la gente está documentada.

–¿Y la titulación de tierras?
Se han ido entregando títulos, pero la verdad que esos trámites están estancados, a ninguno de los gobiernos les interesa, los dos han incumplido los acuerdos.

–¿Son atendidos cuando vienen a Tegucigalpa?
Tampoco, casi siempre nos cierran las puertas, esperamos tener suerte esta vez.

En el monte no se pierden, pero en los fastuosos edificios andan desorientados.

Después de la entrevista y cumpliendo un enredado protoco de bioseguridad, los seis compañeros entraron a la oficina de Sedis, gracias a un contacto con un periodista. Ahí les tomaron sus demandas, incluyendo la famosa Bolsa Solidaria y les dijeron que las remitirían a Banasupro, el último filtro para la entrega de alimentos. Al tercer día, no les habían resuelto anda. Al quinto día optaron por regresar a sus pueblos, porque se les acabó el dinero. Esta vez, el general (r) Romeo Vásquez Velásquez les pagó un modesto hotel en la séptima avenida de Comayagüela y el abogado Martín Burdeth les apoyó con el transporte. Dejaron sus teléfonos, 9955-8301, 9922-7473, a los funcionarios y al público a la espera de una llamada.

 

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