Conocimientos parcialmente milenarios

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15 de agosto de 2021
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12:54 am
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Conocimientos parcialmente milenarios

Por: SEGISFREDO INFANTE

Subsiste la información secundaria o terciaria que poco después de ser asesinado Sócrates por una asamblea “democrática” de atenienses envidiosos e ignorantes, en donde al final se impuso una mayoría relativa al momento de votar a favor o en contra de la sentencia contra el filósofo, el joven Platón determinó marcharse de Atenas y conocer el mundo. Se dice que visitó el sur de Italia y algunas islas mediterráneas, en donde se le ocurrieron unos proyectos políticos truncos. Pero también se insinúa que al igual que otros sabios de la Antigua Grecia, viajó por Asia Menor en dirección a Egipto, en donde se le reclutó con el objeto de ser “iniciado” dentro de una las grandes pirámides.

A partir de este esbozo, se mezcla la leyenda con la historia. No se puede anular la posibilidad que Platón haya visitado Egipto, al fin y al cabo había sido el destino previo de varios pensadores y escritores griegos como Heródoto, a quien la tradición clasifica como “el Padre de la Historia”. En varios artículos he sugerido que Heródoto, un escritor exquisito y altamente imaginativo, es el padre de la antropología cultural, y que el verdadero padre de la “Historia” como ciencia, según mi humilde juicio, es nada más y nada menos que Tucídides, autor de la “Historia de la Guerra del Peloponeso”, en los tiempos del sin par Pericles. Bueno, trato de evitar el dogmatismo en estas cosas, en tanto que siempre dejo una ventana abierta. Pero sigo prefiriendo a Tucídides, en caso que el tema pendiente sea la historiografía científica imparcial. No la imaginería ideológica.
Dentro de mis pocos libros (que han sobrevivido intactos frente a las invencibles termitas), aparece un volumen extraño titulado “Las enseñanzas secretas de todos los tiempos”, del erudito canadiense Manly Palmer Hall (1901-1990), quien realizó un esfuerzo supremo por antologar y comentar los conocimientos milenarios más extraños producidos por culturas heterogéneas. Desde la civilización caldea, pasando por los egipcios, los griegos, los mitos órficos, los cristianos, los gnósticos, la cábala, los templarios hasta llegar a la masonería moderna actual.

Hay un capítulo del volumen que aquí comentamos, dedicado a Platón y a “La Tabla Isíaca”, la cual ha sido reinterpretada en varias eventualidades, con versiones contradictorias entre sí. En tal capítulo se refieren a Platón como receptor de la sabiduría oriental que le permitió crear el sistema filosófico de las “Ideas”. No niego la posibilidad que Platón haya recibido influencias culturales del “Creciente Fértil”, en el caso remoto que haya realizado tal viaje. Pero lo dudoso, de principio a fin, es que este filósofo haya sido iniciado en los “misterios mayores” a los cuarenta y nueve años de edad, en uno de los pasadizos de la pirámide egipcia de que se trate, con el fin de recibir de un solo mechazo el caudal filosófico que después compartió con sus discípulos.
Naturalmente que el libro de Manly P. Hall es sabroso de leer. Pero es peligroso para jóvenes que comienzan a hojear volúmenes. Y mucho más para aquellos que han comenzado sus estudios filosóficos, en tanto que corren el riesgo, anticipatorio, de confundir los contenidos reales con las vaguedades. Después de leer “Las enseñanzas secretas de todos los tiempos”, es probable que al final quedemos sin ninguna posibilidad de poder identificar y deslindar el pensamiento filosófico riguroso de aquel que solo está cargado de misterios y de símbolos. Desde luego que un filósofo neokantiano como Ernst Cassirer, experto en “Filosofía de las formas simbólicas”, jamás hubiese experimentado problemas al momento de leer, digerir y sintetizar el libro de Palmer Hall. Más bien lo hubiese convertido en un auxiliar de sus fuentes bibliográficas. O en un tema de sobremesa en los almuerzos y cenas, con sus amigos particulares.

Juzgar el origen dialéctico del discurso de Platón, al margen de la genealogía del pensamiento griego, es caer en reiteradas vaguedades. Para explicar tal discurso debemos tomar en cuenta, en primer lugar, la influencia filosófica moralizadora y el método mayéutico de Sócrates, su principal maestro de juventud. Seguidamente debemos estudiar a fondo la metafísica del pequeño sistema cerrado, y altamente abstracto, de Parménides, con su teoría del “Ser”. Por último, debemos aproximarnos a la simbiosis filosófico-religiosa de las escuelas pitagóricas y sus diversas teorías de los números místicos. Sin ningún miedo a las murmuraciones, cercanas o lejanas.

Colinda con lo absurdo creer que Platón derivó su teoría utópica de la “República” después de las enseñanzas de un par de maestros anónimos debajo del sol intenso que cae sobre las pirámides. La idea del “Estado” platónico es producto de un arduo proceso de reconsideraciones filosóficas y políticas del mundo griego. Es, por así decirlo, uno de los puntos culminantes de la filosofía platónica. Me parece que los nuevos conocimientos “milenarios” fueron elaborados en la época del neoplatonismo. O quizás mucho después.

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