EL HORROR EN LOS CUENTOS DE DENNIS ARITA Y KALTON BRUHL

MA
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15 de agosto de 2021
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01:32 am
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EL HORROR EN LOS CUENTOS DE  DENNIS ARITA Y KALTON BRUHL

Kalton Bruhl, Dennis Arita.

Cuando apenas yo era un chico al que el cine subyugaba con sus paisajes y atmósferas horrendas y macabras, experimenté una clase de horror, atado al banquillo que creía aislado en la oscuridad de una sala de un cinematógrafo donde se reproducía la cinta de alguna película de Drácula o de un personaje infernal.
Sin embargo, es de otra índole el horror que me depara la lectura de la colección de cuentos El visitante y otras historias de terror (JK Editores, Tegucigalpa, 2018), fantasías y engendros de dos mentes y espíritus creativos, como lo son Dennis Arita y Kalton Harold Bruhl, que al unísono nos relatan historias ambientadas en el ámbito del hogar y la familia o en espacios en cuyo seno acechan la traición o el mal adosado a la penumbra, a la abyección.

El terror que prevalece se deriva de las relaciones ambiciosas, malvadas, conflictivas y cargadas de odio y resentimiento entre los miembros de un clan familiar, relaciones que, subrepticia y vertiginosamente, dan paso a escenarios donde abundan el baño de sangre fraterna, el sadomasoquismo, la sevicia y lo macabro.
El horror de otras narraciones pertenecientes a este mismo volumen proviene de la ruptura de viejas enseñanzas morales donde la vida humana era el fin y bien más preciados.
El visitante y otras historias de terror amalgama una variedad de temas entre los que prevalecen la venganza y la corrupción, la crueldad irracional ligada a lo patológico e insano.
El siguiente es un catálogo de resúmenes de cada una de las historias:

Un hijo mata a su madre que parece haber acabado con la vida de su progenitor; un amigo asesina a otro para quedarse con su mujer, luego la víctima vuelve del más allá para vengarse; un cataléptico presencia su velatorio; un hombre dibuja y condena a morir a quienes traza su mano, que anhela bosquejar el rostro de su mujer; un hermano facilita comida y una mujer a su hermano enviado por él mismo a otra dimensión; un hijo con su mujer se vuelven homicidas de su padre; un donjuán da caza y abusa de una mujer fantasma, con quien procrea una hija que anda en pos de él; un policía represor queda a merced del espectro de una de sus víctimas en busca de venganza; a cambio de una recompensa, una mujer “clarividente” ayuda a la policía a esclarecer un crimen culpando a otro del homicidio perpetrado por su propio hijo.

Aleccionado por su padre, un muchacho aprende cómo mover objetos con la mente, capacidad que lo convierte en asesino de su madre y hermanos, muertes que le deparan jugosos ingresos a su progenitor; la policía detiene a un joven que en Navidad se ha forjado una familia con los cuerpos de sus víctimas: simples maniquíes según sus desequilibrios mentales; una pareja copula en medio de un charco de sangre dejado por una de sus víctimas, después recibe la visita de un ser espeluznante.

Una bailarina nudista es nombrada (por su abuela) heredera de una millonaria fortuna a cambio de tolerar que un ser fantasmal la viole continuamente. Después de ahogar a su hermana en un estanque, y luciendo los vestidos de la occisa, un chico fantasea asemejarse a ella, hábito censurado por su madre.
Un padre deja desamparado a su hijo ante un niño y ser de ultratumba que por años perturbó sus sueños.
Después de provocar la quiebra del restaurante de un hampón japonés corriéndole la clientela, el espectro de una joven mujer en pena, ayudado por las artes mágicas y brebajes de un hechicero, se venga de dicho mafioso.
Un hombre ofrenda sus ojos a un deidad descomunal y legendaria que lo asecha desde un cuadro maldito pintado por un monje, y sustraído de un antiguo monasterio.
Dos chicos invaden la casa de un famoso ventrílocuo desaparecido misteriosamente, cuando están inspeccionando el interior el cadáver descompuesto del susodicho emerge y atrapa a uno de los chicos para dar una función. El otro huye despavorido.
El guardián de una beldad eterna decide, orillado por la artritis, buscarse un sustituto para servir de centinela de su ama luego que él se extinga.

La tradición filosófica griega argumenta que este mundo fue orquestado por un demiurgo o divinidad ordenadora. El cuento El invitado de honor parece fruto de una de las emanaciones de esta entidad platónica.
Tocados por los númenes estos dos narradores han configurado uno de los cuentos más exquisitos de la actual narrativa hondureña.

El relato cuenta una historia dentro de la historia donde se consume una venganza en contra de un jefe mafioso yacuza y un corrupto comisario de policía que escucha toda la historia de cómo se fue gestando la venganza contra el jefe yacuza y cómo ese espectro vengador implacablemente tomará su vida.
Cada palabra utilizada, cada personaje escogido, cada acontecimiento narrado, cada escenario evocado coadyuvan a recrear una horrorosa pesadilla donde la corrupción depara terribles vicisitudes a seres de una vida cotidiana nada alejada de la violencia infernal y lo sobrenatural.

En el trasfondo de esas narraciones yace un nihilismo, que es lo único que parece conllevarnos cualquier tipo de relación entablada entre seres humanos, incluso dentro de la atmósfera familiar.
En estos tiempos de intereses mezquinos y corporativos, de transacciones bancarias y de divisas monetarias fluyendo de un punto a otro del planeta, los humanos nos hemos vuelto incapaces de fraternizar hasta con nuestros hermanos de sangre; ello da curso al nihilismo y al horror: filosofía y espectáculo de crueldad propios de un mundo y un tiempo aciagos.

Estos cuentos de Dennis Arita y Kalton Harold Bruhl me han devuelto destellos de esa infancia fascinada (y urgida) por experimentar el miedo, una de nuestras emociones más primitivas, un atavismo de miles y miles de cultos y adeptos.

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