A la memoria de Julio Ernesto Alvarado (Q.D.D.G.)
Elsa de Ramírez
Vicepresidenta Consejo Hondureño de la Cultura JRM
Tal parece que este genio de la hondureñidad a medida el tiempo transcurre su egregia figura se eleva para agigantarse y penetrar en el mundo de los inmortales. Ese es el criterio que compartimos con nuestro ilustre amigo el connotado historiador Jesús Evelio lnestroza, al referirme una anécdota inolvidable del genial portalira, cuando en el sepelio del general Terencio Sierra Romero expresidente de la República (1899-1903); en una comunidad de la República de Nicaragua, Molina quiso evacuar sobre la tumba, lo que no le permitieron por razones obvias; sin embargo, sí le permitieron que hiciera aguas menores sobre el mausoleo del general Sierra Romero, quien lo había enviado a la cárcel y posteriormente a picar piedra, para romper la brecha de la carretera del sur.
Pero Molina, indiscutiblemente, merced a su altivez, orgullo y con sobrada razón por su talento irrepetible, era rencoroso y tampoco perdonó nunca a un señor de origen jamaiquino a quien llamaban Mr. White, pero que Molina de quien fue discípulo cuando era niño, en sus relatos, demoliéndolo, lo llamaba Mr. Black.
Bien, el pintoresco y hospitalario municipio de Ojojona, F.M., en una de sus aldeas (El Aguacatal), sirvió de escenario para descubrir un nuevo monumento en honor a este preclaro compatriota, actividad realizada por el Consejo Hondureño de la Cultura JRM que acertadamente conduce la distinguida licenciada Reyna Janeth Galo; esta obra es otra más de las muchas que el también extraordinario escultor nacional Alexis Castillo Aguiriano ha esculpido y donado a este benemérito Consejo, tratando de mantener enhiesta la memoria del inolvidable Molina. La ceremonia estuvo engalanada por la presencia de alumnos de las escuelas de la localidad, autoridades y del patriarca profesor e historiador don Ramón Nieto Silva.
Por una de esas felices coincidencias al siguiente día en la ciudad puerto de La Ceiba, una comisión de la honorable Alcaldía Municipal de esa bella comunidad y bajo los auspicios de la ilustre compañera Ruth Martínez, se celebró en la biblioteca que lleva el nombre de Juan Ramón Molina uno de los muchos actos conmemorativos del Bicentenario centroamericano, actividad cultural que se extendió hasta las bellas playas de esa hospitalaria “novia de Honduras”, por lo que podemos gritar a todo pulmón y a los cuatro vientos que Molina sigue presente en el alma de la hondureñidad.
