La convivencia violenta afecta nuestra democracia

MA
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16 de agosto de 2021
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12:48 am
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La convivencia violenta afecta nuestra democracia

Marcio Enrique Sierra Mejía

El estado de convivencia violento nos abruma y debilita. Son tantas las necesidades básicas y los factores de riesgo que debemos resolver. Que la aspiración justa de los pobres y muy pobres. Es que al menos se le cumplan mínimamente sus derechos humanos.

Si bien en menos de ocho años se ha logrado reducir admirablemente la violencia criminal causada por organizaciones criminales organizadas. Ahora. Los datos estadísticos. Evidencian que la generación de la violencia por problemas de convivencia. Aumentan con mayor frecuencia en el ámbito rural. Lo cual. Nos indica que la convivencia ciudadana pacífica como responsabilidad compartida. Es una tarea, que no puede delegarse. Es un asunto que tiene que ver con la participación de todos los miembros de la comunidad o del municipio que se ve afectado por la violencia.

Dado que en nuestra democracia. Coexistimos bajo condiciones de un Estado de derecho débil. La violencia por convivencia encuentra un terreno fértil para la siembra y el crecimiento de la violencia. Lo cual va a empeorar. Si este problema no es asumido en las agendas políticas. Tanto del quehacer del gobierno como en los propósitos de desarrollo de los organismos internacionales y de los partidos políticos. De entre los cuales saldrá el próximo presidente de Honduras.

Al respecto. Es el papel de la Policía Nacional lo que me llama la atención. Existe en nuestro Estado el modelo de Policía Comunitaria. Un modelo que no ha sido fortalecido apropiadamente para contribuir a la construcción de estados de convivencia municipales sanos. La prevención del delito. Es una condición sin la cual el Estado de derecho no puede construir cultura de derechos humanos. Sin la ejecución de planes de convivencia y seguridad ciudadana, que es la herramienta básica para obtener una mejor convivencia, será difícil obtener resultados esperanzadores en la formación de la cultura de derechos humanos.

En la gobernanza local. La Policía Comunitaria debe dar el ejemplo de manejo de la cultura de derechos humanos con propiedad y convicción. Hay que maximizar las prácticas y la educación en manejo compartido con la ciudadanía de metodologías de la enseñanza de los derechos humanos, a través de simulaciones conductuales, que ejemplifiquen cómo debe ser la actuación comunitaria con respeto a los derechos humanos.
Una Policía Nacional que no practique la aplicación de conductas de respeto a los derechos humanos. Puede caer en situaciones contraproducentes o fallidas que dañan la imagen y la presencia policial en las comunidades. Generando desconfianza y repudio.

La construcción de la convivencia ciudadana sana requiere necesariamente de un proceso educativo en derechos humanos a manera de motor principal de la dinámica de desarrollo local. Que no solo induzca a la reflexión sobre plataformas colaborativas que permitan generar estrategias que contribuyan a cambiar la lógica de la violencia por convivencia. Sino que también estimule la puesta en ejecución de acciones pertinentes para lograrlo.

El desarrollo de la convivencia sana debe ser uno de los objetivos políticos básicos del cambio político que se pretenda instaurar. La ciudadanía conjuntamente con la Policía Comunitaria debe encontrar respuestas adecuadas aliándose entre sí para resolverlas.

Como muy bien lo plantea Oscar Calvete Souza, “cuando situaciones como la falta de seguridad exigen a un sector de la sociedad más coraje y honradez, mientras otro sector carece de estas características; la tarea no consiste en disminuir temporalmente los síntomas o efectos manifiestos de dichos sucesos, sino en atender las causas que los originan con la intención de erradicarlas o menguar su latencia. Ergo, debe tratarse integral e inteligentemente al dejar de lado intereses mezquinos”.

En Honduras. Desarrollar la convivencia ciudadana sana debe tener cabida en la agenda política y la funcionalidad institucional. Mediante la coexistencia de dos factores antagónicos en el ámbito social. El primero y más llamativo. Es el súbito despertar ciudadano. Su salida del anonimato y su interés por participar en las decisiones vitales y despojarse del temor a las represalias. El segundo. Que se encuentra en fase terminal. Es la clase política dirigente. Pues no termina de comprender que necesitamos construir estados de convivencia sana para satisfacer las demandas de sus representados. Resulta inconcebible que a estas alturas del siglo XXI todavía se manejen paradigmas políticos, sociales y económicos. Que no enfoquen el asunto del desarrollo de la cultura de la convivencia sana. Es un tema ausente.

La convivencia ciudadana sana en Honduras. Es una condición sin la cual la democracia participativa no se va a lograr y menos el Estado de derecho que anhelamos. Todos queremos vivir bajo condiciones de convivencia, en la que se respeten los derechos humanos y haya oportunidades para trabajar y vivir dignamente. En este sentido. Los políticos son actores centrales en el proceso de desarrollo de la convivencia sana.

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