“LA GUERRA MÁS LARGA”

MA
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17 de agosto de 2021
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12:25 am
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“LA GUERRA MÁS LARGA”

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UN receso a los cuentos del Sisimite. Hace 20 años, Al-Qaida, liderada por Osama Bin Laden en Afganistán, lleva a cabo el mayor ataque terrorista jamás realizado en suelo estadounidense. Retrocedamos ahora unas semanas en este drama todavía inconcluso. Washington anuncia la salida de tropas de Afganistán. Deja un contingente mínimo de apoyo, agentes de inteligencia, personal de asesoría al gobierno. Le preguntan a Biden si la caída de Afganistán es inevitable. Responde con un rotundo NO. Asegura que “el ejército afgano cuenta con 300 mil hombres bien entrenados –las fuerzas del Talibán apenas suman unos 75 mil– tiene capacidad aérea y el país se beneficia de toda la inversión que Estados Unidos y aliados de la OTAN han hecho durante 20 años para bastarse por sí solo”. Esa hipótesis que los talibanes van a apoderarse del país, –agregaba– “es sumamente improbable”. Sin embargo en el terreno de los hechos las cosas lucen distintas. Las tropas talibanes avanzan y se apoderan de varias ciudades.

Los norteamericanos aseguran que ello no plantea un peligro inminente. En caso que todo fallase, tomaría por lo menos “un mínimo de 30 días –y hasta 3 meses– para el ingreso de los talibanes a Kabul”, sede del gobierno central. El propio Biden descartaba una salida apresurada, “sería coordinada en forma responsable y segura con los aliados, y no sería similar a la caída de Saigón en 1975”. “Los talibanes –explicaba Biden– no son el ejército de Vietnam del norte, ni siquiera remotamente comparables en términos de capacidad”. “No vamos a ver personas evacuadas de un techo de la embajada de los Estados Unidos, en Afganistán”. Pues bien. En cosa de horas el gobierno afgano se desmorona. El presidente Ghani, –apadrinado por los norteamericanos– dizque un experto en estados fallidos, abandona su gente y huye. (Especulan que llevaba costales llenos de dinero en un helicóptero). Los talibanes se toman Kabul, la ciudad de unos 6 millones de personas, prácticamente sin un disparo. Pasan varias horas de zozobra, especulaciones, tribulación y desconcierto. Imágenes conmovedoras. Civiles desesperados intentando salir de Afganistán, prendidos de las alas de los aviones, en un aeropuerto de caos y de locura. Biden, al fin, sale a las cámaras a dar su mensaje. Admite –sin ambages– que “los hechos se desarrollaron mucho más rápido a lo anticipado”. Pero no se retracta de su decisión de salir de Afganistán.

Más o menos esto es lo que expone: “Heredé un trato negociado por Trump con el Talibán”. Nunca ha sido ni hubiese sido un buen momento para la retirada. Le dieron al gobierno afgano todo lo imaginable para sostenerse por su propia cuenta. Revela que Ghani dio seguridades que eso harían. Y no fue así. Lo que nadie pudo haberles dado “es voluntad”. Voluntad de resistir, de pelear y de sostener lo que tomó 20 años hacer. ¿Cómo lo ocurrido sucedió con tanta celeridad? Ofrecemos algunos datos al lector: El ejército afgano sencillamente –por bien preparado y equipado que estuviese– no dio la talla; ni siquiera intentó dar la pelea. Ghani se corrió para salvar su pellejo. El ejército y la policía afgana siempre tuvieron un turbio historial. Deserciones y corrupción. Los altos mandos pagaban planillas ficticias a soldados fantasmas. Mientras, familias enteras, tribus y funcionarios del gobierno cambiaban bando al vaivén de su interés de supervivencia. Los talibanes eran una especie de “franquicias independientes” pero dotados de alta moral operaban con sorprendente unidad. Tuvieron una estrategia. Lo que no tuvo el gobierno ni el ejército afgano. El avance talibán, paso a paso, fue minando el ánimo del régimen y de las fuerzas militares de responder. Un experto en la región asegura que “los talibanes ganaron la guerra de la propaganda y la batalla de la narrativa”. Biden negó que la presencia norteamericana en el país fuese una de “construcción de nación”, sino de “evitar ataques terroristas contra el suelo estadounidense”. Las cadenas norteamericanas e internacionales –tipificando de desastroso lo sucedido– preguntan ¿cómo fue posible que ocurriese un fiasco tan monumental? No hay explicación sencilla que satisfaga. Este será tópico recurrente de los debates. Lo dicho por la Casa Blanca ofrece argumentos. Despeja algunas dudas –no todas– pero sienta pautas de política exterior de la presente administración respecto a lo que ha sido “la guerra más larga” de los Estados Unidos. Vuelta de página a la diplomacia. El gobierno norteamericano anuncia que “solo reconocerá un gobierno talibán si respeta a las mujeres y se aparta de los movimientos extremistas de Al Qaida”.

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