BARRILETE

ZV
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19 de agosto de 2021
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12:53 am
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BARRILETE

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

COMO decíamos ayer, de los asuntos que realmente inciden en la vida de los hondureños ninguno es objeto del debate político. O de abordaje en los foros de opinión pública. Aquí todo es alboroto del chiriviscal. Mientras el entorno arde. Ni rondas de contención a las acechantes llamas. Allá abajo el comandante sandinista va a reelegirse –cerrando medios de comunicación, metiendo presos e inhabilitando contendientes– y no hay talibanes que se lo impidan. La “preocupada comunidad internacional” no halla cómo lidiar con tanta travesura. A la vuelta de la esquina ni hablarle al millennial de los pesos y contrapesos democráticos del poder. Se deshizo del fiscal general y de la corte constitucional. Cuando quisieron regañarlo subió un twitter advirtiéndoles: “Estamos limpiando casa y eso no es de su incumbencia”. Tiene el control de la calle. Es prolífico en las redes sociales. Goza del respaldo de los militares. Y –por si acaso– cuenta con los chinos que le dan vacunas, realizan inversiones millonarias, ganosos de incursionar en la región. No se mosqueó cuando la USAID suspendió unas modestas ayuditas que daba a los operadores de justicia.

Tampoco siente necesidad alguna de tolerar medios de comunicación o periodistas críticos del gobierno. Le mandaron de agregada una conocida con la que pudiese convivir. (Aparte que estas travesuras son hasta irrisorias comparadas con los conflictos ardientes en otro lado. 20 años tomó enterarse que –por más dinero metido ensayando hacer democracias de tribus que no entienden razones; o entrenar y equipar ejércitos que no quieren enfrentar talibanes relámpago que al ganar la guerra en nombre del Profeta perdonan a todo mundo; o chinear marionetas, dizque expertos en estados fallidos, que al primer trueno salen despavoridos y dejan todo tirado– no hay nada, absolutamente nada que pueda hacerse con gente que “no tiene voluntad de luchar por su futuro”). Ahora, por si en la divagación perdieron el hilo de la lectura, regresemos al vecindario inmediato. De momento, manos a la obra con lo pendiente. Las reformas constitucionales para cambiar la duración de los períodos de gobierno y, de paso, probar quitar incómodos estorbos limitantes de la reelección. Por lo visto, al otro vecino de arriba lo entusiasmaron con esa ocurrencia de volarse fiscales sin permiso de la “preocupada comunidad internacional”. Ni modo. Si Jimmy mandó toda una CICIG a echar pulgas a otro lado con el temido fiscal colombiano montado a tuto, dedujo mal que nadie iba a reclamar la destitución de un fiscal de nombramiento interno.

Durante la campaña, cuando su antecesor sacó la interventora de la ONU decía: “No necesitamos ayuda de los organismos internacionales, para que nos vengan a decir qué hacer”. “Mejor que no haya gobierno de Guatemala y que sea uno internacional”. La vaina fue que pasó por alto los atenuantes. Su antecesor fue a blindarse a Washington con Trump, antes de tomar intrépidas medidas. Pasó su sede diplomática a Jerusalén y suscribió alborozado el primer tratado migratorio de “tercer país seguro”. El factor no computado en la ecuación fue que su gobierno llegó pegado con saliva. Con baja votación y soberanos índices de abstencionismo. Así que al primer amago –entusiasmados por los twitters de disgusto del Departamento de Estado– la nube descontenta, hastiada de las élites políticas, llenó las calles. Ello es, los campesinos, los indígenas, los estudiantes, los veteranos de guerra, los unos a la bulla y los otros a la cabuya y, aprovechando el bicentenario, amenazan con regresar los indignados de las antorchas. Ese es el contorno rodeando el proceso electoral hondureño. En un enrarecido ambiente de mírame y no me toqués. De pronóstico reservado que esto vaya a salir bien o que se obtenga un gobierno preparado. Con capacidad de enfrentar esta crisis desgraciada que no termina. Si no hay discusión de los gigantescos desafíos que aguardan, menos para que haya soluciones. Los políticos poco hablan de cosas que no entienden o tocan problemas serios distintos al frívolo interés del amable público. (¿En este relato, qué pito toca el Sisimite que se vino prendido en las alas del avión, como barrilete, escapando de los talibanes? Nada. Solo el presentimiento. Si la campaña no se endereza por el lado amable y propositivo de las cosas, –por lejana que sea la empinada escarpada– también se lo lleva Judas. Así que todavía, aunque el tiempo sea corto, los políticos podrían dar la sorpresa y cambiar de lo pedestre al enfoque visionario del país que se anhela).

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