Impostores y postores en el “Golpe de Patria”

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20 de agosto de 2021
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12:04 am
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Impostores y postores en el “Golpe de Patria”

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Entre madrugones y reemplazos de jerarcas militares, Ramón Oquelí Garay -el gran historiador y crítico hondureño- contabilizaba en 1984 “siete golpes perpetrados dirigidos principalmente contra Julio Lozano Díaz, Roque J. Rodríguez, Ramón Villeda Morales, Ramón E. Cruz, Oswaldo López Arellano, Alberto Melgar Castro y Gustavo Álvarez Martínez”. La muerte del maestro Oquelí, acaecida en 2004, le vedó consignar una octava defenestración, la de Manuel Zelaya.

Ni Ramón, empero, ni otros nombres de honrado proceder -Froylán, Visitación, Medardo, Ventura, Filánder, Longino, Clementina, Roberto, Pompeyo, Berta, Dagoberto, Virginia-, visionaron que extranjerizados hondureños, sujetos a un gobierno impostor, diesen un golpe de patria -más grave y ofensivo que los golpes de Estado-, pues se han puesto a la venta tierras, bosques, ríos, minas y cuanta riqueza hay en costas, islas, playas y en cualquier rincón adquirible y adueñable por parte de postores foráneos.

Complacidos con una ley -harto ajustada a la ropa sucia de sus ambiciones-, los primeros capitostes han tomado posesión de espacios territoriales repitiendo el sonsonete de empleo y desarrollo y erigiendo sus enclaves con privilegios de clase para sí y el grupo escogido de “sus” residentes. La Ley de 2013 parece que respondiera a las viejas apetencias de conquista condensadas en un artículo publicado en 1856 en el “Frank Leslie’s ilustred newspaper”, el cual, después de ponderar nuestras amplias mesetas, las vastas florestas de madera, los ricos valles y fértiles llanuras, concluía: “Por americanización o de otra manera, muchos se aglomerarán en este nuevo El Dorado”.

¿Qué polvos provocaron estos lodos? El atento repaso de las causas y consecuencias del golpe infligido en 2009, ofrece una perspectiva más realista: la “cuarta urna” y demás motivos aducidos escondían una aviesa jugada económica, necesitada de un poder político duro y duradero, y cómplice cien por cien. Acostumbrado a trastadas, el Partido Nacional entró de lleno en el asunto con un Porfirio Lobo transitorio y un Juan Orlando más dispuesto a hacer de todo, o sea, hacer de las suyas y hacerse fuerte en el poder.

En las postrimerías del gobierno lobista sobrevino la antedicha Ley Orgánica de Empleo y Desarrollo Económico, adefesio de 46 artículos que, por advenedizos, rezuman autoría empresarial. Fraude y votantes encimaron a JOH del Congreso a Casa Presidencial, mientras a hurtadillas las ZEDE afianzaban su dominio al norte y sur del país con la indisimulada injerencia publicitaria y accionaria de funcionarios y empresarios del patio. Poco, muy poco obró el mandamás en interés nacional; por lo contrario, la corrupción, el narcotráfico, la violencia, el incremento armado, las privatizaciones funestas, la deuda externa a reventar, tornaron al rojo vivo la indefensión popular y repuntó el éxodo de emigrantes, vueltos cariacontecidos al no franquear en su mayoría los retenes fronterizos. ¡Ah, grosera injusticia: miles procurando afuera lo que no encuentran en casa y el capital extranjero -con leoninos incentivos- ocupando sus comarcas!

Acicateado por avideces no del todo satisfechas y no queriendo descuidar compromisos de mucha monta, el cacique graciano movió los peones de su ajedrez. Por la vía torcida de la reelección obtuvo un segundo y menguado mandato, que a 2021 se aferra a él fiado en que Asfura abarrote las urnas en noviembre, que la cúpula armada le sea fiel hasta nueva orden y la justicia del Norte no pase de insinuar, de tentar, de señalar veladamente. Su confianza en las urnas, a decir verdad, no descansa en los hombros de su candidato; más bien en la movilidad de cuantiosos recursos vinientes de las ZEDE para el logro de otro gane partidario, crucial en toda su línea por cuanto implica retener la Corte y el Congreso.

¿Qué esperar, entonces, del torneo general del domingo 28? El duelo de una oposición de diverso matiz -Xiomara, Yani, Salvador- que proclama restituir la unicidad soberana del país y el “Estado de derecho”, y un partido oficialista adinerado, comprador de sufragios -por la merma de los suyos-, interesado en continuar subastando el territorio y buscando de paso eludir por más tiempo la pena imprescriptible de traición a la patria y de otros “ilícitos” que pende sobre notorios y encubiertos cabritos (para imputarlos con un educado diminutivo). Xiomara y Yani, conjuntados, ¿darán al cabo la sorpresa? De ser así, ¿echarán al carajo la “Ley Oligárquica de Zonas de Entrega y Desarrollo Extranjero (Zede”)?

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