NADA BONITO

MA
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23 de agosto de 2021
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12:25 am
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NADA BONITO

ESTO no presagia nada bonito. Si por las vísperas se conocen los santos, ya tienen las primeras estampas ilustradas de lo que se avecina. Los zafarranchos escenificados en los actos de un sorteo previsto para sacar papelitos de una urna, dan nítida fotografía de lo que pueda esperarse. Se trataba de un ejercicio cualquiera para determinar suertes al azar. Una rifa, para obtener posiciones en las papeletas electorales, parecido a como cantan los números de la lotería, sacando bolitas de la tómbola. Pero como aquí nada cuesta revolver un avispero ya predispuesto –si la política ni por asomo ha sido espacio para debatir los grandes problemas que aquejan al sufrido pueblo sino para descargar la bilis, proferir insultos, lanzar ofensas y ataques despiadados al enemigo– en horas de la mañana hurgaron el panal. No podría asegurarse si la distorsionada infidencia filtrada a la radio, de supuestas negociaciones políticas, fuese adrede siguiendo línea de algún partido o una imprudente zafada.

La realidad de los hechos es que los consejeros del CNE discutían cuál debía ser el mecanismo del sorteo cuando salía al aire la “saconada” sobre supuestos arreglos de los partidos históricos para apropiarse de los primeros lugares. Falso lo difundido. Si bien la ley contempla dar trato preferente a los partidos que participaron en elecciones primarias no precisa en qué consiste esa preferencia. El CNE resolvió que habría un solo sorteo para que cada partido y candidatura independiente inscrita –a la suerte– sacara su ubicación en la papeleta. La preferencia sería permitir a los partidos históricos extraer los primeros papeles de la urna. O sea el orden de extracción de los números, no el puesto que a cada cual tocaría, ya que la posición en la papeleta de votación dependería del papelito sacado al azar. Sin embargo, no había siquiera iniciado la lotería cuando poco faltó para que lincharan a los consejeros. Iracundos pumpunearon las mesas profiriendo groserías. Estrujaron el recipiente de los numeritos hasta hacerlo añicos. Iniciada la batalla no tardaron en llegar los refuerzos. Adentro y afuera desataron el pandemónium. Fortachones panzones dieron muestras de civilidad repartiendo sopapos. Los más ilustrados se conformaron encendiendo el surtidor de amenazas. Rociaron a la garduña palabras soeces. ¿Quién no sabe que este es un ambiente caldeado, atosigado del odio que cotidianamente alimentan los políticos a la sociedad?

Campo asolado forrado de acículas secas de pino como mecha de incendiarios que a lo Nerón disfrutarían viendo el país ardiendo en una bola caótica de fuego. Su vocación es exacerbar los ánimos de activistas y turbas listas a enfrentarse a la pelea. La política ya no es función de servicio público. Ni ciencia de preparados para gobernar como estadistas. Sino el arte de dar frívola función a espectadores ávidos de diversión y de solaz esparcimiento. Explotando las malquerencias, los miedos, las aversiones, las repulsiones. En fin, ese matorral de fobias arracimadas al cenagal de los bajos instintos. Incluso la rabiosa diatriba que embusteros frustrados siguen sacando del pozo séptico de sus fétidos complejos. Por ello, aunque se anhela que este proceso electoral sea una salida esperanzadora a la invivible crisis que se sufre, el pronóstico es reservado. Todo ese andamiaje tecnológico que piensan montar –todavía en entredicho ya que a todo momento topa con un escondido propósito de boicotearlo– dizque para confiabilidad del proceso, dudoso que vaya a ser suficiente blindaje de seguridad. Si por una rifa armaron campal refriega, ¿qué puede esperarse de grupos irreverentes si los resultados no les favorecen? (Hasta el Sisimite salió compungido que a quienes más debiese interesar cuidar el proceso electoral sean los que lo pongan en riesgo. ¿No ha de ser esa muestra del carácter de quienes aspiran dirigir los destinos del país?).

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