Adiós 2020
Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo
Las tres vacunatones diseñadas por el gobierno para efectuarse por regiones los fines de semana han resultado un éxito rotundo en cuanto al número de inoculados contra el SARS-CoV-2 que produce la letal enfermedad COVID-19, que se ha vuelto una pandemia mundial y tiene de rodillas a todos los sistemas de salud pública y privada en todo el planeta tierra.
Hasta hoy han culminado tres vacunatones, cubriéndose ya los 18 departamentos del país con al menos una dosis a 3 millones de personas y dos dosis a cerca de 1 millón.
Las vacunas aplicadas son las de las firmas estadounidenses Pfizer y Moderna, esta última obtenida por donación del gobierno de los Estados Unidos de América e Israel, y la primera comprada por el gobierno de Honduras.
También se aplican la angloteutona (Inglaterra y Alemania) AstraZeneca y la rusa Sputnik V, la primera obtenida a través del mecanismo COVAX y la segunda negociada con el Fondo Ruso de Inversiones.
Las vacunas han llegado precisamente a Honduras tras que los gobiernos de los países que las producen liberaron su comercialización tras haber vacunado primero a su población.
En Honduras algunos políticos de oposición en una actuación perversa y utilizando las redes sociales han dicho a la población “que el gobierno está utilizando políticamente las vacunas y que los lotes llegados al país están vencidos o se dejan vencer por no seguir la cadena de frío indicada y hasta han llegado a afirmar a algunas de las poblaciones de barrios marginales que les va salir una colita de chancho o que les están implantando un chip de control y que en dos años morirán los que se inoculen ahora”.
Por su parte el gobierno hondureño hace llamados diarios en cadenas de radio y televisión para que la gente acuda a los centros de vacunación que se hacen en forma selectiva por edades, grupos de riesgo, con enfermedades de base o no, y por edades críticas, aunque se espera llegar pronto hasta los niños a partir de los 12 años de edad.
El gobierno se encuentra empeñado también en una rápida recuperación y reactivación de la economía nacional, estancada después de varios meses de confinamiento social, medida que aún se mantiene en varias instituciones del Estado y empresas e industrias y comercios de todo el país.
La pandemia mantiene colapsado a los hospitales públicos y privados mientras la industria farmacéutica nacional e internacional, proveedoras de oxígeno y fabricantes de mascarillas se hacen multimillonarios y sin ninguna conciencia le aumentan diariamente a los precios de los productos e insumos necesarios para el combate de la pandemia.
También se han hecho millonarios varios funcionarios del gobierno autorizados para hacer compras sin licitación de insumos, equipos y hasta unidades hospitalarias móviles que aparentemente son chatarra de segunda mano vendida como si fuese nueva y al triple del precio establecido internacionalmente y que materialmente se encuentran abandonadas en los sitios escogidos para su instalación y funcionamiento.
Los medios de comunicación hondureños no quitan el dedo del renglón de los múltiples actos de corrupción detectados y confirmados a raíz de la pandemia y condenan al Sistema Judicial encabezado por el Ministerio Público por la falta de actividad de oficio y las serías denuncias documentadas, por lo que la impunidad campea por sus fueros en este país centroamericano.
Los escándalos de corrupción empañan y empequeñecen una cierta labor social que el Presidente Juan Orlando Hernández Alvarado maneja a pocos meses de la finalización de su gobierno (segundo período consecutivo) y en abierta campaña a favor de su Partido Nacional, que lleva como candidato al actual alcalde de la capital Tegucigalpa Nasry Juan Asfura Zablah, quien se enfrentará por la Presidencia de la República a 13 aspirantes más.
