Una piedra en el zapato
Por: Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo
Hoy, que ya todos los candidatos a elección popular (presidente, 3 designados a la Presidencia, 128 diputados al Congreso Nacional y sus respectivos suplentes, 298 corporaciones municipales y 20 diputados propietarios y sus respectivos suplentes al Parlamento Centroamericano) saben su ubicación exacta en la enorme papeleta electoral que será sometida al voto popular el último domingo de noviembre próximo, se puede afirmar que en Honduras se avivó el fuego político que podría desatar un pavoroso incendio social de persistir la intolerancia y fanatismo de las fuerzas en contienda.
Existe una polarización que podría catalogarse de ancestral y que hasta hace unos pocos años se daba nada más que en dos partidos, cuya única diferencia doctrinaria se basaba en el color de sus gonfalones, ambos centenarios y fundados por dos hermanos y que históricamente se repartieron el poder de la nación salvo en algunas oportunidades, en que las Fuerzas Armadas en teoría garantes de la alternabilidad en el poder intervinieron apoderándose del mismo muchas veces en forma cruenta a grado tal de llegar al exterminio de cuerpos de Policía que no le eran afines ni formaban parte de ellas.
Hoy en la palestra se encuentran 16 líderes políticos en unas elecciones generales sin precedentes en la historia política nacional y que marca la desintegración definitiva de una monopolización del poder por el tradicionalismo impuesto históricamente por nacionalistas y liberales, considerados hoy en día como conservadores y responsables de todos los males que hoy afectan la convivencia social y ponen en duda una recuperación inmediata, aunque el poder cambie de manos e incluso de ideologías.
A pesar de que en la lisa participan 13 partidos y 3 candidatos independientes a la Presidencia de la República hasta hoy no existen propuestas concretas que lleven a los votantes a ejercer un sufragio a conciencia, pues muchos de los aspirantes a los puestos de elección popular especialmente en cuatro fuerzas entre las cuales los analistas expertos sostienen que está la decisión popular, son los mismos y por lo tanto se esperan los mismos resultados fracasados en el desempeño del poder.
El resto de las fuerzas políticas en contienda presentan candidatos a los cargos de elección popular tan solo conocidos de los líderes, que les hicieron el favor de convertirlos en candidatos y por lo tanto verdaderos neófitos en política que bailarían al son que les toque el candidato que apoyen.
En cuanto a los líderes de los movimientos independientes se les considera junto a los que han presentado e inscrito partidos nuevos como oportunistas que miran en la elección general el momento óptimo para hacer fortuna personal con el pago de la denominada deuda política con que el Estado premia a los partidos en contienda, con la cantidad de 50 lempiras por voto obtenido y se espera que en las urnas concurran por lo menos 6 millones de los 9 que habitan en territorio hondureño, dividido en 18 departamentos y en el que se instalarán más de 3 mil urnas.
Fuera de la millonaria deuda política a pagarse a los partidos participantes el Consejo Nacional Electoral invertirá en la organización del proceso 2 mil millones de lempiras, esperando un desarrollo electoral transparente y sin los vicios del pasado, en los que todos los participantes han alegado fraudes del tamaño de la luna.
Mientras tanto se especula que el partido de gobierno (Nacional), liderado por Juan Orlando Hernández Alvarado (2 períodos consecutivos) hace todo lo posible institucionalmente para retrasar cronometralmente el programa electoral diseñado y que favorece a sus pretensiones reeleccionistas y las aspiraciones de otras dos fuerzas que posiblemente podrían alcanzar el poder (liberales y Libertad y Refundación) y se agrega una cuarta fuerza (Salvador de Honduras-PINUSD).
Las cuatro fuerzas descritas como favoritas son lideradas por Iris Xiomara Castro de Zelaya, ubicada doctrinariamente como seguidora del socialismo del siglo XXI y tras quien como principal consejero se muestra al fundador del partido Manuel Zelaya Rosales, quien fuera defenestrado del poder por un movimiento jurídico cívico militar el 29 de junio del 2009 y que regresó al país en base a un acuerdo firmado en Cartagena por el gobierno nacionalista de Porfirio Lobo Sosa, con los presidentes de Colombia, Venezuela y República Dominicana.
Por el gobierno nacionalista se presenta como candidato al alcalde actual de Tegucigalpa Nasry Juan Asfura Zablah quien goza de mucha popularidad por su fama de hombre trabajador incansable, la no publicidad de sus obras y el modernismo de las mismas que le ha cambiado el rostro a gran parte de la capital hondureña sin recurrir a préstamos internacionales.
Asfura se encuentra cuestionado por organismos anticorrupción que incluso le plantearon un antejuicio que fue desestimado por la Corte Suprema de Justicia al probar los abogados defensores que lo imputado no tenía base de sustentación y se debía más a una apreciación errónea en la forma de administrar los fondos municipales, pues Asfura al quedarle las arcas vacías de la municipalidad solventaba el problema económico de su propio pecunio y al tener las arcas públicas nuevamente solventes se pagaba el dinero prestado.
La tercera fuerza con posibilidades es la del Partido Liberal en franca recuperación y liderada por el exconvicto en cárceles norteamericanas Yani Rosenthal Hidalgo, quien entre otras cosas tiene programada una demanda contra el Estado de mil millones de dólares, mismos que le fueron incautados mientras guardaba prisión en los Estados Unidos.
Y la cuarta fuerza con posibilidades es la que dirige Salvador Nasralla fundador de dos partidos y en contienda por tercera vez bajo el alegato de robo descarado en las dos oportunidades anteriores.
