Toncontín, una emoción

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31 de agosto de 2021
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12:01 am
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Toncontín, una emoción

Por: José A. San Martín F.
Cnel. de Aviación ®, excomandante general FAH

Sabe Dios la cantidad de experiencias que alrededor de Toncontín han vivido todas aquellas personas que por una u otra razón se han acercado a este emblemático e icónico aeropuerto de nuestro país. Desde trabajadores que ejercen una función económica en sus cercanías, empleados de aerolíneas, de servicio de apoyo y mantenimiento de aeronaves, controladores de torre, aeromozas, y de pilotos que a diario despegan y aterrizan sus aviones, privados y comerciales. En el extremo oriental de esta instalación aeroportuaria yace la Fuerza Aérea Hondureña (FAH), donde, a lo lejos, se observa una buena variedad de aeronaves de transporte militar y helicópteros.

En nuestra época de entrenamiento como pilotos aviadores militares, nunca se nos observó, por parte de nuestros instructores, que operar aviones en Toncontín era peligroso, porque no lo era; simplemente constituía la pista donde debíamos aprender a despegar y aterrizar, a reconocer sus características y sus alrededores, su orografía, para explorar e identificar los terrenos adyacentes. En todos los aeropuertos se realiza la misma práctica, se identifican sus principales características y contornos circundantes. Muchísimos aeropuertos poseen particularidades similares o parecidas a Toncontín, rodeada de verdes montañas que engalanan el paisaje que agrada a pilotos, tripulantes y pasajeros. Distinto a la monotonía de aquellos aeropuertos localizados en terrenos y áreas aledañas planas, y no digamos los que están rodeados por agua, por el mar que besa alguna de sus áreas contiguas en donde las operaciones de las aeronaves, bajo ciertas condiciones atmosféricas, por ejemplo: bruma, humo, lluvia o niebla, se vuelve peligrosos debido a la indeterminación del horizonte natural en la fase de aterrizaje. Estos paisajes montañosos no constituyen peligro en la operación de las aeronaves, pues los procedimientos visuales (VFR) e instrumentales (IFR) están perfectamente definidos para garantizar las operaciones de vuelo seguras.

Los peligros existen en todos los aeropuertos, pero no porque estos los realzan, sino porque el volar en aparatos mecánicos y complejos, aeronaves de cualquier tipo, requieren de mucha habilidad, destreza, conocimiento y juicio. Esto es, precisamente, el principal factor que provoca los accidentes de aviación. Muy lejos están los aeropuertos de ser la causa de accidentes, excepto cuando a su pista no se le ha proveído del debido mantenimiento que permita el despegue y aterrizajes seguros. Una pista con baches o mal reparados, sí pueden provocar accidentes. Es por ello que existen las regulaciones correspondientes que exigen los acondicionamientos apropiados para la operación segura de las aeronaves en todos los aeropuertos calificados por la autoridad aeronáutica.

En cierta oportunidad, hace algún tiempo, volaba como pasajero en avión de una aerolínea comercial estadounidense que cubría la ruta Miami-Tegucigalpa. Obviamente que alegraba mucho regresar a nuestro terruño y en ningún momento se cruzaba por mi mente si era o no peligroso aterrizar en Toncontín. Observaba la emoción del resto de pasajeros cuando se nos informaba a través de los parlantes que iniciábamos el descenso en ruta directa a Tegucigalpa, que podíamos observar por las ventanas, a la izquierda el puerto de Tela y sus playas hermosas, y por la derecha, Puerto Cortés. Todos emocionados, nadie se veía angustiado por lo peligroso que era aterrizar en Toncontín. Mucho tiempo después se refería a este bonito aeropuerto como de los más peligrosos del mundo, simplemente porque fue observado en un programa televisivo. Antes de esto, no pasaba nada ni nadie pensaba en ello.

Una azafata se acercó a mi asiento y me preguntó si yo era el coronel San Martín. Le respondí afirmativamente. El capitán de la aeronave me invitaba a que lo acompañara en la cabina de pilotaje durante la fase del descenso y aterrizaje. Naturalmente que accedí, un tanto extrañado porque no conocía a nadie de la tripulación y mucho menos al capitán de nave.

Me hicieron sentar en un pequeño asiento en la parte posterior del pedestal central de controles, entre ambos pilotos.

-Mucho gusto coronel, un amigo en Miami, antes de abordar, nos dijo que el comandante de la FAH de apellido San Martín, nos acompañaba en este vuelo. Y por eso pensamos, con mi copiloto, en invitarlo a compartir esta formidable experiencia de aterrizar en Toncontín.

Les agradecí muy cordialmente esa deferencia. Me expresó que sus antecedentes como piloto los había adquirido en la Guardia Nacional Aérea de Puerto Rico, donde había volado aviones caza y de transporte. -Y sabe una cosa coronel, volar hacia Honduras y aterrizar en Toncontín nos hace sentir, de verdad, la emoción que se siente aterrizar estos aviones de gran envergadura en esa pista, en este pedacito de Honduras, donde advertimos realmente lo que significa ser piloto, aquí nos inspiramos, comprobamos y sentimos, vívidamente, ser verdaderos pilotos, cuando desconectamos el piloto automático y tomamos el control de vuelo con nuestras manos y experimentar esa satisfacción que Toncontín nos da de revivir la emoción de volar.

-No sabe usted el entusiasmo que nos causa a los pilotos de la compañía cuando nos asignan este vuelo a Tegucigalpa.

Aterrizamos por la pista 01, en el extremo sur de la pista, un excelente aterrizaje, y pude percibir la gran satisfacción de ambos pilotos. -Ya ve usted coronel, esto es grandioso. Gracias a Honduras, a Toncontín, me decía mientras nos despedíamos estrechándonos la mano con ambos pilotos.

Salí del aeropuerto agradecido con el capitán por haberme invitado a observar el aterrizaje desde la cabina de pilotaje y me preguntaba a mí mismo lo que sentíamos los pilotos hondureños que aprendimos a volar en Toncontín e hicimos miles de aterrizajes en él; poca emoción para nosotros, sin embargo, después de esta experiencia, comencé a comprender el significado del aeropuerto de Tegucigalpa, que no se compara a ningún otro. Diría que Toncontín es patrimonio nacional de los hondureños que aún vive y debe continuar mientras sus condiciones lo permitan. Sus características son únicas, dan vida y sentimiento a quienes conviven alrededor de él, desde pilotos hasta…

Las limitaciones que se esgrimen para decir que un aeropuerto ya no es apropiado, las presentan todos los aeropuertos. Estos se cierran temporalmente por condiciones atmosféricas adversas, como ser lluvia, vientos fuertes, nubes bajas, humo, etc., por ejemplo: las quemas provocan humo que limita la visibilidad, especialmente en los aterrizajes; en Honduras, por esta causa se han cerrado eventualmente los aeropuertos de San Pedro Sula, Palmerola y Toncontín. El problema no son los aeropuertos, son las quemas. Y así podemos considerar y definir las causas que son verdaderamente importantes y que abonan a los factores que provocan que un aeropuerto sea obsoleto, que no sea rentable para que no permita su operatividad. ¿Es Toncontín ese aeropuerto?

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