¿Quién se hace cargo de la presidencia en tiempos de epidemias, y en la antesala de conmemoración de la independencia?

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4 de septiembre de 2021
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12:46 am
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¿Quién se hace cargo de la presidencia en tiempos de epidemias, y en la antesala de conmemoración de la independencia?

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

Parte II

Por: Yesenia Martínez

Esto no quiere decir que los médicos, las autoridades sanitarias, y el mismo gobernante presentaron interés por ayudar a la población a nivel nacional. Según registros de defunciones, después de Tegucigalpa, solo en las ciudades de Juticalpa en el departamento de Olancho, ciudad de procedencia del presidente Bertrand; y en Trujillo en el departamento de Colón, donde se encontraba la Truxillo Ro. Co., hubo interés por brindar asistencia privada y por parte del hospital de la compañía. Aún así, gran parte de la población contagiada no tuvo asistencia médica.

Esta situación, provocó para la mayoría de hondureños y hondureñas, el desamparo por parte del Estado y de la ciencia médica, por estar ocupados en cómo resolver quién ocuparía la Presidencia de la República para las contiendas electorales del mes de octubre de 1919. Y también que, médicos, políticos y vecinos de Tegucigalpa, vieran la influenza como “la gripe del norte”, o simplemente como “la epidemia de la pobrería”, desconociendo que contagiaba también a los mismos médicos y a la élite política, tal como sucedió con toda la familia del expresidente Policarpo Bonilla en EE. UU., y de Vicente Mejía Colindres, quien en ese momento laboraba como médico de la Cuyamel Fruit Company. Igual le ocurrió a Carlos Velásquez, el médico de los militares.

Si bien, todo esto sucedió un siglo atrás, es válido comparar si consideramos los planteamientos de Leonardo Morlino y Geovanni Sartori, cuando se trata de la comparación histórica, en este caso de problemas de la democracia, en un mismo espacio, y en un tiempo diacrónico, donde sobresale un escenario de un segundo año de epidemia, y en un proceso electoral yuxtapuesto en la antesala de celebrar un centenario más de independencia. Con la diferencia que para 1919, se estaba en un tiempo favorable a los intereses de los inversionistas del banano, de promoción de las ideas del unionismo, y de conflictividad, respecto a quién era el candidato apto para asumir la Presidencia, al tratar el presidente Francisco Bertrand de imponer a su cuñado como candidato presidencial para el periodo de 1920-1924.

Para este tiempo también era el principio de la “colonización”, establecido en la Ley de Concesiones de 1917, la que permitió la venta del territorio de la región del Caribe; y hoy, cien años después, lo que ha cambiado es el concepto, a Zonas Especiales de Desarrollo y Empleo (ZEDE o ZEDES), y la ampliación de la geografía de las concesiones. De esta manera, un siglo después, se ha evolucionado en lo conceptual, sin embargo, las imposiciones, o deseos de continuismo sigue en una involución.

Por tal razón, lo ocurrido en 1919, fue una iniciativa nepotista del presidente Bertrand que le provocó diferencias y deterioro a su imagen y trayectoria política; a tal grado que no solo se desintegró por un momento la amistad de una generación de médicos que gestionaban el proyecto sanitario, desde 1907, sino también que se complicaron las relaciones de una red intelectual y política que promovía el unionismo centroamericano, y los avances de la imagen de la modernidad. Iniciativas que habían contado con el respaldo de las administraciones del Miguel R. Dávila (1907-1911) y Francisco Bertrand (1911-1912, y 1913-1919). Este último de profesión médico.

Esta situación conllevó a un conflicto electoral, y al abandono del poder de parte del presidente Bertrand en septiembre de 1919. Según Rafael Heliodoro Valle, uno de los intelectuales más importantes de la primera mitad del siglo XX, quien para ese año ocupaba el cargo de Cónsul de Honduras en Mobile, Alabama, en Estados Unidos, en una carta dirigida al expresidente Policarpo Bonilla, asignado por el presidente Bertrand como Delegado de Honduras en la Conferencia de Paz, celebrada en la ciudad de París, por el hecho de manifestar diferencias políticas entre el presidente Bertrand y varios de sus amigos políticos e intelectuales, les retiró de sus cargos como funcionarios de su gobierno.

Despidió a Vicente Mejía Colindres, médico de la Guardia de Honor Presidencial, y su secretario privado. También a José Jorge Callejas, y al doctor Rubén Andino Aguilar, a ambos los retiró de su cargo en las cátedras de la Escuela de Medicina de la Universidad Central. Estas represalias sucedían según Valle, cuando se promovía a Rafael López Gutiérrez para la próxima campaña electoral, y se manifestaban desacuerdos con el doctor Ernesto Argueta por tomar atribuciones como jefe del unionismo.

Todas estas diferencias fracturaron, por un momento los vínculos entre el Estado y una élite de médicos, incluyendo al mismo presidente Bertrand, su cuñado Soriano y su amigo el doctor Argueta Ayes, quien también fue postulado como vicepresidente en la candidatura de Soriano. Por cierto, miembros del bipartidismo (Partido Liberal y Partido Nacional). Esta situación los llevó a desentenderse de otros problemas que vivía la población, entre ellos, el impacto de la epidemia de influenza que había llegado a Honduras desde fines de septiembre de 1918.

Todo este comportamiento se manifestó por estar inmiscuidos en los conflictos políticos, desde enero a septiembre de 1919, a tal grado, que este finalizó en una guerra armada entre rojos y azules, y en el abandono de la Presidencia de la República por parte de Bertrand el nueve de septiembre de 1919. Tal como lo avizoró el expresidente Policarpo Bonilla desde enero de ese año, al manifestar que, se limitaba a hacer votos porque el nuevo presidente llegue al puesto por la elección libre del pueblo hondureño, pensando en lo mejor para el país, y prefería ver electo libremente al peor de sus enemigos, antes que al mejor de sus amigos impuesto por la violencia.

Esta declaratoria del expresidente Bonilla, fue una manera de visualizar el comportamiento de la élite política hondureña en un contexto de un año electoral, que culminó con un conflicto armado en agosto de 1919, y días después, el abandono de la Presidencia de la República por parte de Francisco Bertrand. Según Bonilla, quien escribió desde EE. UU., “la salida de Bertrand fue tan precipitada que no dejó arreglado el país para restablecerse la tranquilidad con su retiro, que era el triunfo de la revolución. En esta predominó el elemento López Gutiérrez… el Gobierno de aquí les reconoce su derecho, exigiendo que tome la Presidencia el segundo designado, que es Bográn. Mas parece que este es membreñista y que López desconfía, pero quiere pasarse al otro extremo y eliminar a Membreño. Esto implica el peligro de otra lucha y de más intervención de este país, que tomó seria armada, por ejemplo, como en Nicaragua y Santo Domingo”.

Estas declaraciones a las que alude el expresidente Bonilla, no solo se trataba de un proceso electoral inconcluso, sino también de una posible intervención de EE.UU. De igual manera incidió el haber dejado Bertrand, a un Consejo de Ministros contrariado por la indiferencia de los responsables de asumir la presidencia de la república (Ver imagen 1 en Anexo). Así lo manifestaron:

“En Tegucigalpa a los doce días del mes de septiembre de mil novecientos diez y nueve, reunidos los infrascritos miembros del Consejo de ministros a las 10 a.m. acordaron:

Que en vista de no haber recibido contestación de los señores Membreño y Soriano, Vicepresidente y Primer Designado respectivamente, el llamamiento que se les hizo en su correspondiente orden para que se vinieran hacerse cargo de la Presidencia de la República, se dispuso, de conformidad con la respectiva disposición legal, llamar al segundo designado, doctor don Francisco Bográn a quien se le ha dirigido en esta misma fecha, el mensaje del caso.

No habiendo mas de que tratar se levanta la sesión.” Salvador Aguirre, Jesús Bendaña, Leopoldo Contreras, Héctor Valenzuela…”.

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