Saturan a SPS más de 15 mil vendedores informales

ZV
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6 de septiembre de 2021
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02:48 am
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Saturan a SPS más de 15 mil vendedores informales

Lo comerciantes sacan sus productos a la calle obstaculizando la vía, pero afirmaron que ya no les reclaman porque se solidarizan con ellos.

Las calles del centro de San Pedro Sula se encuentran saturadas de mercadería por unos 15 mil vendedores que cada día aumentan más en busca de generar ingresos para sus familias.

Este fenómeno se ha visto desbordar las principales ciudades hondureñas a partir de la cuarentena por la COVID-19, con lo que se destruyó un 44 por ciento de Mipymes, según datos de las gremiales privadas. En la ciudad de los “zorzales” los comerciantes se ubican estratégicamente en las aceras y también en parte de la vía por donde transitan los vehículos.

La mayoría de los vendedores argumentan su actividad en no tener alternativa porque la ciudad no cuenta con un mercado que los ubique de manera ordenada, además aseguran que necesitan trabajar, satisfacer las necesidades del hogar.

Las aceras se volvieron intransitables con ropa colgada en percheros, los vendedores argumentan que si los peatones no ven las prendas no compran.

PADRES, HIJOS Y NIETOS

Son conscientes de la incomodidad que provocan a la ciudadanía en general, pero claman compresión porque no tienen empleo y por eso dependen de la venta de sus productos.

Milton García tiene cuatro años de vender diferentes productos, entre ellos, de bioseguridad y dijo que las ventas están muy bajas y además los costos se han incrementado debido a la crisis económica.

García está ubicado en la orilla de la calle en la Tercera Avenida y dijo que está consciente que es prohibido obstaculizar la vía, pero es una necesidad y que muchos entienden y pasan desapercibidos del pequeño espacio que les queda.

“Si no enseñamos, no vendemos, antes nos molestaban queriéndonos quitar, pero desde ya días no lo hacen, es necesario para nosotros mostrar el producto”. En esta ciudad y la capital del país, este fenómeno crece de forma generacional. Por ejemplo, los vendedores que a diario se disputan un metro de acera en el centro histórico de Tegucigalpa, sucede que una gran mayoría, son hijos y nietos de comerciantes de los mercados de Comayagüela, establecen censos de organizaciones de sociedad civil.

Al ocupar las aceras los ciudadanos transitan por la calle quitándole vía a los vehículos.

SIN ACCESO AL MERCADO LABORAL

Francis Zúniga, tiene diez años de vender ropa, dijo que por ser una persona de avanzada edad no le dan empleo, por lo que a pesar de la pocas ventas y la crisis económica que existe, lucha por mantener su negocio.

“La gente debe entender que tenemos necesidad de trabajar, en mi caso, de mi negocio depende mi mamá y mi hija de 12 años, tengo que luchar para sobrevivir, además me sustento de aquí también porque nadie me va a mantener”.

Asimismo, expresó que hay gente muy mala que cuando pasan por las aceras los insultan y les dicen que se quiten, que no estorben la pasada, pero no tienen opción porque les habían prometido un mercado y hasta ahora no se ha llevado a cabo.

Otra de las vendedoras es María Vásquez, tiene 46 años de dedicarse a vender ropa y uniformes escolares, durante su trayectoria como comerciante dijo que lentamente las calles del centro de la ciudad fueron siendo ocupadas por los puestos que colocan con mercadería.

“En los años 70 no había puestos en las calles, en las aceras si ya colocaban unos pocos, pero ahora ocupan bastante espacio, en mi caso siempre he estado en la acera que forma parte del mercado, pero es necesario hacerlo porque la gente no entra hasta adentro donde está el negocio”.

Así era la tercera avenida en los años 30, no había puestos en las aceras ni calles, lucía limpio y sin auge comercial.

VENTAS BAJAS

Declaró que las ventas no están bien, la escasez ha continuado de manera generalizada y que en ocasiones solo logra vender un 10 por ciento, porque si compran uniformes son pocos, ya que los utilizan para tomarse las fotos que les piden las instituciones educativas.

“La crisis es terrible porque a veces no hacemos ni para regresarnos a las casas, gracias a Dios tengo hijos grandes que a veces me ayudan con lo que pueden”.

“Desde los años 80 ya habían puestos en las aceras, pero los quitaban, luego volvieron a ponerlos y eran pequeños, ahora todo ha cambiado porque son carpas grandes las que colocan en la calle”, afirmó María Velásquez.

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