Feminismo democrático ante la demagogia socialista

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11 de septiembre de 2021
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12:05 am
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Feminismo democrático ante la demagogia socialista

Por: Ángela Marieta Sosa
Especialista en derechos humanos

El ideario fundamental de la filosofía que inspira al feminismo democrático, son los lineamientos rectores de un pensamiento integrado al sistema democrático, de derecho y de derechos humanos, razonamientos que motivan un accionar político diferente, en la búsqueda constante de la igualdad en un contexto de paz, justicia social, libertad y democracia.

Libertad individual, igualdad de género, inclusión, democracia, mercado libre, respeto al Estado de derecho y los derechos humanos son los valores del feminismo democrático sobre los cuales se debe cimentar una sociedad inclusiva, competitiva, abierta y reconciliada entre sus múltiples actores. Estos valores exigen encontrar el cuidadoso equilibro entre sociedades civiles, gobierno democrático, mercado libre y cooperación internacional.

Son mujeres de fe, constructoras de una sociedad progresista y se plantean como alternativa política que acoge un vasto y mayoritario segmento de mujeres que no son simpatizantes del feminismo radical, igualmente aceptado en el marco de la democracia.

Esta ideología se planta en la libertad, que parte del ser mujer, que busca desde su esencia, la equidad a través de sus conocimientos, decisiones y acciones en el marco de la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos, como plataforma de desarrollo de la propiedad privada, de la celebración y cumplimiento de contratos y el respeto a la integridad personal y la vida.

En Honduras, como en todo el mundo, persiste la desigualdad y discriminación, que requiere reformas y ajustes en el sistema, hasta lograr la igualdad anhelada por mujeres y varones, eliminando jerarquías y desigualdades entre los sexos, pero esta conquista por la igualdad se impulsa desde el sistema existente y no sobre la destrucción del orden de la democracia y los sistemas de protección de los derechos humanos.

La mujer feminista democrática considera decisiva la inclusión y participación del hombre como compañero y socio que impulsa y acompaña los procesos de conquista de la mujer por la igualdad a través de medios pacifistas que garanticen el reconocimiento de los derechos humanos y la participación. En esta visión, el hombre es un ser que merece inclusión en todas las acciones emprendidas por un movimiento feminista democrático.

Esta postura es para mujeres que, sin perder su fe, sus valores y costumbres, buscan generar conciencia de igualdad en democracia, hombres y mujeres, unidos en una estrategia política educativa que supera el machismo y el sexismo, para predicar con el ejemplo la práctica de la igualdad de género, sin discriminar al hombre en las conquistas venideras.

Consecuentemente se combate la reproducción del machismo, que se ha fomentado también por la misma mujer, igualmente se desmonta la discriminación entre las mismas mujeres y en relación con el hombre, todo por alcanzar los más altos niveles de igualdad e inclusión social, así como desarrollar capacidades en el marco del desarrollo económico inclusivo sostenible.

El feminismo democrático reconoce la existencia de un orden jurídico internacional humanitario y de derechos humanos, al cual, como Estado parte, se pertenece, pero también tiene cautela en cuanto al respeto de la cultura, idiosincrasia y autodeterminación de la población.

Esta mujer que desde su esencia se autodetermina, se declara amiga de la democracia y de la libertad económica, porque considera le brinda la oportunidad de avanzar partiendo desde la libertad individual y no la cosificación a través de la intervención invasiva de un Estado o partido político en el poder.

El feminismo democrático rechaza la demagogia maquiavélica, evidenciada en agendas políticas llenas de promesas utópicas, de las cuales sínicamente se retractan en el mercado político, como si la conciencia femenina no reconociera el raqueteo mental y la cosificación de la que están siendo sujetas. Por todo lo anterior, mujeres feministas democráticas que son madres, hijas, ciudadanas, obreras, empresarias y campesinas, razonen su voto, no caigan en el engaño del arlequín del socialismo que destruirá la democracia, la familia y la sociedad hondureña, no vayamos muy lejos, vean caso Cuba y Venezuela.

Las mujeres por naturaleza somos capaces intelectual y físicamente de florecer en esferas académicas, en foros públicos y en el mercado libre, consecuentemente merecemos espacios de participación libre de misoginia femenina y masculina, en los cuales, a la par del hombre, conquistemos el bienestar integral y la justicia social.

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