¿Quién se hace cargo de la presidencia en tiempos de epidemias, y en la antesala de conmemoración de la independencia?

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11 de septiembre de 2021
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12:20 am
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¿Quién se hace cargo de la presidencia en tiempos de epidemias, y en la antesala de conmemoración de la independencia?

Francisco Bertrand.

Parte I

Por: Yesenia Martínez

Honduras es un país donde se sobrevive sin un gobernante por tres días, o con un gobernante por más de una década. Esta ha sido la experiencia a lo largo de su historia, ya sea por fraudes, reelecciones inconstitucionales, el abandono o fallecimientos de sus gobernantes, o por el simple hecho de que no se encuentre quien se responsabilice del mando presidencial. Así lo registra la historiografía sobre la cultura política, y las propias discusiones y correspondencias entre la élite intelectual y política en desacuerdo. Muy lejos de lo que plantea Geovani Sartori de contribuir a las buenas prácticas y a la búsqueda de la democracia, sin alteraciones y sin violencia.

Evidenciados ejemplos de estos comportamientos de la élite política hondureña sobran, aunque muchos de los casos no se han indagado, siempre se resalta la dictadura de Tiburcio Carías Andino por estar dieciséis años en el poder, entre 1933 a 1949. Sin embargo, no se ha considerado que también se sobrevive sin un gobernante cuando varios hombres que han dirigido este país han abandonado la Presidencia de la República. Así lo hizo Terencio Sierra en 1903, ante el conflicto con Manuel Bonilla, igual lo hizo Francisco Bertrand en 1919, quien dejó a la intemperie la Presidencia de la República, sin esperar el proceso electoral del mes de octubre de ese año.

Esta curiosidad por lo ocurrido en 1919 se plantea a propósito de este año 2021, un tiempo que se presta para volver una mirada retrospectiva a la historia comparada, y para reflexionar sobre las similitudes y diferencias en un mismo escenario de epidemias, de contiendas electorales, y en una antesala de la conmemoración de otro centenario más de independencia.

Cabe señalar que el presidente Bertrand, fue un fiel promotor del unionismo centroamericano, desde 1913 cuando se organizara la Liga para la Defensa Nacional, y promoviera la creación del Comité Central Unionista, y designara a su amigo, paisano, y también médico Ernesto Argueta Ayes como su presidente en 1915. También incentivó a una élite intelectual y política, en su mayoría médicos, para que en 1917 viajaran por todo Centroamérica a promover el imaginario de la patria grande (Ver imagen no.1). Ese mismo año, el expresidente Policarpo Bonilla, declaró que, en la antesala de celebrarse la revisión de los pactos de Washington, y la idea de celebrar el centenario de la Independencia de la patria el 15 de septiembre de 1821, era preciso antes haya reaparecido la República de Centroamérica.

 

Según Teresa García, todas estas intenciones políticas y espacios de sociabilidad, no es más que iniciativas por promover los imaginarios de la nación, como un proyecto compartido, que sin duda se vuelven acciones de partidos, asociaciones y espacios de sociabilidad, y conceptos sinónimos o complementarios al tratarse de unionismo, federalismo, patria y nación, como formas de manifestaciones antiimperialistas, y la búsqueda de la unión centroamericana, promovidas en las primeras tres décadas del siglo XX, particularmente en el contexto del primer centenario de la independencia.

Fue en este escenario, cuando se propagó la epidemia de influenza, y se promovió un proceso electoral entre los años de 1918-1919, que culminó en una guerra, y dejó a un país sin su gobernante. Todo sucedió porque el presidente Bertrand dedicó el tiempo para buscar el candidato idóneo, su cuñado el doctor Nazario Soriano, para ocupar la Presidencia de la República, al desarrollarse las elecciones presidenciales en octubre de 1919.

Delegados Unionista de Honduras por los países centroamericanos, 1917

Fuente: Patria, 26 de octubre, 1917, 3. En APEAA, Tegucigalpa.

¡Ah! Ese mismo año de 1919, además, Bertrand no dudó en nombrar a su amigo el doctor Argueta Ayes como Ministro Plenipotenciario en Guatemala, con la intención de que este ocupara la presidencia de la Oficina Internacional Centro Americana (Ofi. ICA), con sede en la ciudad de Guatemala. Y desde allí, no solo se lograra consolidar el proyecto del unionismo, sino también se ejecutara una agenda para la conmemoración del primer centenario de Independencia.

Las actividades fueron avaladas por la élite política e intelectual del momento, y registradas en la prensa nacional y centroamericana. Entre 1917 a 1921 se dieron conversaciones, se intercambiaron correspondencia, se publicaron artículos, y ya en la antesala del 15 de septiembre de 1921, se organizaron reuniones en la Universidad Central, hoteles y plazas de Tegucigalpa y en El parque la Libertad en Comayagüela. También se organizaron conferencias en otros países de Centroamérica, México y EE. UU.

En la agenda de la Ofi. ICA estaba el celebrar un Tratado de Unión con representantes de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, además dar inicio a un programa para conmemorar el primer centenario de independencia. Esto no sucedió tal como se pretendía, en parte por la inestabilidad política que se desencadenó después de 1919, y las diferencias entre los unionistas.

Por tal razón, vale preguntarnos en este año 2021, tiempo cuando se conmemora el bicentenario de independencia centroamericana, y se está en un contexto de epidemias y de procesos electorales, similar a 1919. ¿Qué sucede cuando una élite política no encuentra a sus candidatos para que ocupe la Presidencia de la República? ¿Se logrará llegar al momento de elecciones presidenciales, o se permitirá un proceso con violencia? ¿Habrá continuismo? ¿U Honduras vivirá la conmemoración de un centenario más de independencia, como sucedió en 1919, sin un gobernante por tres o más días, o con un presidente interino?

 

Las respuestas se encuentran en diversas fuentes de la historia, conservadas ya sea en el Archivo Nacional de Honduras, o en los archivos extranjeros, particularmente de Estados Unidos. Y aunque parece atípico, esa es la triste realidad de nuestra historia.

La problemática como tal, aborda lo sucedido entre los meses de enero y septiembre de 1919, mientras la élite política, incluyendo los médicos, se encontraba ocupada en participar y en decidir el destino de las próximas contiendas electorales, programada para el traspaso de mando presidencial del doctor Francisco Bertrand (del Partido Nacional), la población hondureña se la jugaba con recetas caceras para sobrevivir a la segunda oleada del contagio de gripe o influenza.

Cabe señalar que esta epidemia causó el fallecimiento de aproximadamente cuarenta millones en el mundo, desde mediados de 1918. En Honduras, su población fue afectada entre fines del mes de septiembre de 1918 a junio de 1919, y fallecieron más de tres mil hombres, mujeres y niños por falta de atención médica y hospitalaria.

En Tegucigalpa, la capital de los conflictos políticos, entre los meses de octubre de 1918 a septiembre de 1919, momento de la guerra armada, y de abandono de la Presidencia por Bertrand, se reporta un total de ciento cuarenta y siete fallecimientos por causa de la epidemia (62 entre octubre a noviembre de 1918, y 85 entre los meses de enero a abril de 1919). De este total, el 70% fueron atendidos por médicos, en su mayoría de carácter privado; y un 30% sin atención médica. Con mínima atención en el Hospital General.

Delegados Unionista de Honduras por los países centroamericanos, 1917

Fuente: Patria, 26 de octubre, 1917, 3. En APEAA, Tegucigalpa.

 

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