Don Jorge Bueso Arias y su compromiso histórico

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12 de septiembre de 2021
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12:41 am
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Don Jorge Bueso Arias y su compromiso histórico

• Fue el comienzo de la irrupción militar en la vida política del país
• Esa junta militar hizo un gobierno progresista sin injerencia política
• El pueblo vio con alivio el fin de un régimen que había perdido el rumbo

Ricardo Alonso Flores

Tuve el honor de recibir el libro que escribiera don Jorge Bueso Arias sobre el golpe de Estado de 1956, acompañado de una carta en la que él hacía referencia al artículo que escribí con motivo de los 65 años del asalto al Cuartel San Francisco el 1 de agosto de ese mismo año.

Don Jorge escribió poco y dijo mucho, porque en las treinta y ocho páginas de su relato, señala circunstancias no muy conocidas por los hondureños de ese tiempo. Don Julio Lozano Díaz, en su condición de vicepresidente de la República, asumió temporalmente -en principio- todos los poderes del Estado, suponiéndose que convocaría a elecciones en un tiempo prudencial.

Pero siempre hubo algunos que lo animaron a que se constitucionalizase, mediante unas elecciones que le darían siete años de mandato presidencial. Don Jorge se refiere a ellas como fraudulentas, efectuadas el 7 de octubre de 1956, donde el Movimiento de Unidad Nacional, al que jocosamente el ilustre periodista Óscar A. Flores llamó el PUN, ganó los 58 escaños que entonces tenía el Congreso Nacional.

Narra con lujo de detalles, las maniobras que se hicieron tanto en Tegucigalpa como en Washington, para buscarle una salida a don Julio y fue así como los ideólogos de esa defenestración se pusieron en contacto con los militares, quienes también, coincidentemente, no estaban nada de acuerdo con aquel estropicio electoral.

Mi artículo anterior versaba sobre el 1 de agosto, que en principio fue un movimiento universitario, al que con posterioridad quisieron unirse algunos políticos para sacar provecho. Aunque esa acción fracasara, no hay duda que constituyó un aldabonazo a la conciencia, porque el régimen de Lozano había traspasado todos los límites de la tolerancia.

Esos comicios, tan amañados, hicieron posible que se les llamase “elecciones estilo Honduras”, que tan mala fama nos dieran a nivel internacional.

La Junta Militar de Gobierno, integrada inicialmente por el general Roque J. Rodríguez, el coronel Héctor Caraccioli y el mayor Roberto Gálvez Barnes, fue un ejemplo de equilibrio en lo político, de franqueza en su actuar y tuvo tiempo de tomar acciones como la creación del departamento de Gracias a Dios, separándolo de Colón, para poder manejar mejor los problemas fronterizos con Nicaragua.

En ese corto período se reivindicaron nuestros derechos territoriales. Recuerdo que, siendo yo alumno del Instituto San Vicente de Paúl, más tarde La Salle, salíamos a marchar por las calles gritando con entusiasmo “Cruta es nuestra”, porque se nos había contagiado el patriotismo que era tan necesario.

Igualmente, y lo relata así don Jorge, se decidió someter a la consideración de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la validez del laudo del rey Alfonso XIII de España, que fijaba al río Segovia como límite entre los dos países y que Nicaragua no había aceptado.

Por no estar de acuerdo que, en la Asamblea Nacional Constituyente, electa popularmente, en 1957, se escogiese presidente de la República, por la llamada vía de segundo grado, el mayor Gálvez Barnes renuncia a su posición y pasa a integrar la Junta el entonces coronel Oswaldo López Arellano.

Lo que posteriormente sucedió en 1963, podría ser objeto de otro análisis, pero por ahora solamente he querido referirme a lo narrado por el licenciado Bueso Arias, ilustre hijo de Honduras y a quien siempre le digo “el gran presidente que Honduras perdió”.

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