El estamento militar

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13 de septiembre de 2021
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12:01 am
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El estamento militar

Por: José Luis Núñez Bennett
Cnel. (R)

Una herencia invalorable de la conquista española fue el establecimiento de los estamentos que conformaron las sociedades coloniales, que más adelante, ya independizadas dieron origen a la América Hispana. Hernán Cortés en la conquista de México se hizo acompañar de tres instituciones que serían la base social de las primeras colonias, lo judicial, lo religioso y lo militar. Cada una cumpliendo un papel fundamental para equilibrar los poderes y las ambiciones de quienes dirigían lo que en el futuro serían las nuevas naciones de acervo hispano. Los estamentos deben reinventarse, las instituciones evolucionan con la historia y las circunstancias. Para sobrevivir deben ser dialécticas y anticiparse a los hechos que generan cambios de la sociedad a la que sirven. Estos estamentos a diferencia del medioevo, que estaban para servir un monarca, ahora están para servir a un soberano, el pueblo, de cuya voluntad, bajo un sistema representativo, emanan todos los mandatos.

La religión es la base espiritual de la sociedad y sobre la que se fundamenta la espiritualidad, la ética y los valores del judaísmo-cristiano. Es decir, el pilar de las sociedades occidentales. Si bien, a lo largo de dos mil años el cristianismo ha sufrido cambios, su base sigue siendo la iglesia, como la encargada de mantener sus cimientos, y bajo una organización jerárquica reconocida y estable tiene la misión de conservar los sacramentos del cristianismo bajo la guía e inspiración en la vida del Nazareno, que permitió forjar naciones de progreso y desarrollo humano inigualable, valorando la vida y el espiritualismo en un ambiente de tolerancia y convivencia. Hoy son tiempos de cambio y metamorfosis para la religión cristiana, o se transforma, o sucumbe ante el fundamentalismo musulmán, destruyendo con ello todo el sistema de vida social que hasta ahora conocemos.

El sistema jurídico, como estamento, es el conjunto de normas, instituciones y agentes o actores protagonistas, cuyas acciones constituyen el derecho que rige en un determinado territorio, basado en leyes comunes para beneficio general y no personas, dirigentes, o un rey. La preeminencia de la ley es la base fundamental de las democracias occidentales. Es así que el estamento jurídico mantiene una relación directa con el conjunto sistematizado de leyes, normas y reglas. Es por eso que, en aquellos países reconocidos y organizados como una democracia, predomina la Constitución como norma suprema del ordenamiento jurídico y como pilar de ese sistema. Trastocar esos valores fundamentales, puede signifi car poner en riesgo la propia existencia de la nación o la República, y no digamos la sociedad. Poner la justicia al servicio particular, de un grupo o una élite, la nación peligra y se requieren cambios estructurales para retomar su objetivo fundamental.

La institución militar como estamento, también tienen una función social, resguardar y defender la sociedad a la cual sirve y que le ha confi ado el monopolio de las armas de la nación. La misma sociedad, como soberana, puede también restructurarla, cambiarla y/o desaparecerla. En estos tiempos en el cual nos preparamos para conmemorar el Bicentenario de la Independencia patria, es momento de recordar el legado y acciones gloriosas de los héroes de nuestra etapa republicana: los generales Francisco Morazán, José Trinidad Cabañas, Jose María Gutiérrez, Florencio Xatruch, José Santos Guardiola, Sotero Barahona, entre otros. Cuyas banderas y espadas se levantaron para forjar y construir la nación que hoy llamamos Honduras. Sus armas fortalecieron la incipiente democracia liberando al país del oprobio del absolutismo. Estos héroes, y otros militares de antaño nos legaron esa vocación de servicio hasta incluir la vida misma, cuya herencia debe enorgullecer a las generaciones actuales.

La dialéctica social ha colocado a las Fuerzas Armadas en una encrucijada. Es tiempo de un autoanálisis, una mirada retrospectiva al yo interior, para interpretar el sentimiento de la sociedad a la que servimos y nos paga por lo que debería ser un desinteresado servicio a la patria. Es bueno evocar que en tiempos de crisis el político echa mano de ese activo obediente y polifacético. Podemos ser simple herramienta de trabajo del politiquero o instrumento de cambio del estadista. Ante tantas misiones polifacéticas es tiempo de evaluar y reajustar nuestro papel ante la sociedad, he ahí el enigma dialéctico que la intuición de un líder nato debe visualizar. Al final, pese a nuestra vocación civilista no siempre la sociedad entiende nuestra misión.

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