PUNTO DE INFLEXIÓN

ZV
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16 de septiembre de 2021
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12:21 am
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PUNTO DE INFLEXIÓN

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

AYER, los hondureños, e igual otros pueblos hermanos, celebramos el bicentenario de la emancipación política que –al vaivén del brillo y de la umbría, de logros y de reveses, vividos durante el dilatado recorrido de la Patria como nación independiente– no es una fecha cualquiera. Parecida sensación de excepcionalidad tuvimos, en el ejercicio del honroso cargo que por voluntad de La Providencia nos confió el pueblo hondureño, cuando a las 12 en punto de la noche ocurría otro suceso de irrepetible trascendencia. El 31 de diciembre del año 2000, en ese preciso momento, el segundero de la historia marcaba el final de un siglo. Pero no solamente sellando el cierre de una centuria y el comienzo de otra sino, además, el rutilante advenimiento de un nuevo milenio. Ahora bien, por tratarse de fecha tan especial, este espacio lo dedicamos a lo que, a nuestro juicio, debiese ser un plan que trace el punto de inflexión del país. Que ofrezca un sentido distinto de visión de futuro.

Si hay algo relevante que aportar, siempre hay que estar dispuesto a hacerlo. No como esas almas en pena –rondando la frontera etérea del olvido y la indiferencia– cuya existencia inútil las deja sin nada valioso que decir; ni gente inteligente que quiera escuchar quiméricos quejidos. Como no es una contribución cualquiera que se echa al cesto de la basura una vez cumplido el bicentenario, volvemos a insistir: Si a nosotros nos tocase proponer –ni caso que hicieran– no lo haríamos solicitando recursos inservibles que a saber qué destino vayan a tener. Se trata de dar una salida que logre transformar este herrumbroso sistema disfuncional. La idea de los beneficios de la “Cuenca del Caribe” fue acertada. Inspirada como solución integral. Tuvo logros evidentes. Recompuso la arquitectura estructural del país, de ser exportador de artículos tradicionales a la mayor diversidad y heterogeneidad de las actividades productivas. Generó crecimiento económico y cientos de miles de empleos evitando que la migración fuese superior. Lástima que el desarrollo solo llegó a la exportación de artículos primarios. Cuando México –otra vez los mexicanos–negociaron el Nafta con los Estados Unidos, perdimos ventaja. Las maquilas migraron para allá. Para compensar y superar –haciendo oportunidad del bíblico huracán en nuestro período presidencial– gestionamos la ampliación de los beneficios de la “Cuenca del Caribe”. La dieron y las maquilas regresaron, e incluso hubo expansión. Sin embargo el gobierno siguiente dispuso negociar un TLC. Desapareció el beneficio que teníamos en una vía.

Ello es que mientras Honduras sí podía introducir al mercado norteamericano sus productos de exportación libres de gravámenes, los artículos de allá pagaban aranceles con limitación de cuotas de importación. El TLC es un intercambio comercial en ambas vías. Donde progresivamente han ido reduciendo los impuestos de introducción a los artículos traídos de los Estados Unidos. Con tal tuerce que el inhábil negociador nacional, dejó desprotegidas las actividades del campo. Que sufrirán las consecuencias –de los perdedores–cuando venzan las cláusulas de salvaguarda. Ello hundirá aún más la economía doméstica. Así que, si en realidad hay interés en planes que detengan la migración, esa es la ruta. Debe haber una renegociación del TLC –mejor si desaparece la opción de las dos vías y se deja como era cuando se gozaban, en una vía, de los beneficios de la Cuenca del Caribe– y algo más. La inversión debe ser en educación, reentrenamiento, ciencia y tecnología. Eso fue lo que sacaron de la ecuación y por ello el avance quedó a medio palo, sin que cuadraran los resultados exitosos de un cambio radical. Fue lo que no se pudo o no se supo desarrollar, ni introducir al sistema. Y sin ello, no hay forma de superar estos guarismos deprimentes del atraso. Son los avances tecnológicos –ahora acompañados de creativa habilidad de adaptación– los que mueven las agujas del reloj de la hora presente. (Otra vez, del cuento quedó pendiente la curiosidad de saber ¿qué vela encendió el Sisimite?).

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