AL REBOTE

ZV
/
18 de septiembre de 2021
/
12:33 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
AL REBOTE

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

LOS truenos que anuncian tempestad provienen del cisma en el gobierno argentino. La crisis tuvo origen en los resultados de las primarias. “Las listas de precandidatos a diputados y senadores de la principal coalición opositora, Juntos por el Cambio, fueron más votadas que las del oficialista Frente de Todos”. “La coalición gobernante apenas se impuso en 7 de los 24 distritos electorales y perdió el que era considerado su mayor bastión: la provincia de Buenos Aires”. La ruptura al interior del gobierno salió a la luz pública. Fernández –el presidente– y Cristina –la vice que gobierna en la sombra– se cruzaron durísimos mensajes amenazadores. Seis de los ministros kirchneristas renunciaron poniendo en jaque al mandatario. Cristina le echa el muerto de la derrota, culpándolo del mal manejo económico. La ironía es que les ha tocado manejar la crisis, en mucho –solo que ahora agravada por la peste sanitaria– que fue hechura suya. La recesión que Macri recibió, ya pronunciada en el último gobierno de la Cristina.

Pero aparte de las consideraciones políticas. ¿A qué se debe la fragilidad de la economía argentina? A principios del siglo 20 Argentina era uno de los países más aventajados. Tenía uno de los ingresos per cápita más altos de la región. Superior al de sus vecinos e incluso al de muchas sociedades europeas. Sin embargo la falta de un modelo con políticas económicas que trascendiesen los períodos gubernamentales ha tenido repercusiones ruinosas. No hay claridad de cuál sea ese modelo económico. Han ido oscilando, como el péndulo, al vaivén del interés político e ideológico de cada gobierno que llega. De uno y de otro extremo del espectro. Contrario al caso chileno, que mucho de lo que instaló Pinochet en materia económica y en política de intercambios comerciales, no fue desmontado por los gobiernos que ya en democracia tomaron las riendas del país. El país tiene un histórico déficit de cuenta corriente. Las gestiones de los Kirchner pudieron manejarlos gracias a los puentes financieros y los subsidios recibidos por el chavismo durante el auge de los precios de crudo. Recurriendo al aumento del déficit fiscal financiaron sus programas de asistencia social. El bamboleo entre políticas contradictorias de un gobierno a otro le resta confianza al sistema económico. Ahuyenta capitales y restringe la inversión extranjera y la captación de recursos externos. Unos gastan a manos llenas para mantener el ritmo asistencial y otros recurren a los ajustes fiscales impopulares para corregir desequilibrios.

El exceso de demanda nacional en relación a la capacidad productiva y de exportación ha generado períodos de descontrolada inflación y devaluación de la moneda. Unos gobiernos liberalizaron los mercados y desregularon la economía, mientras otros impusieron controles, recurriendo a la impresión, sin respaldo, de billetes para financiar el gasto. “Todas las monedas de las economías emergentes cayeron en el reciente pasado. Colombia, Brasil, Chile y México” sufrieron un bajón. “Pero ninguna como el peso argentino que ha perdido más del 50% de su valor en el último año”. El gobierno anterior, convencido que Argentina es uno de los países que más depende del financiamiento externo, negoció un acuerdo de apoyo financiero con el FMI. Pero no con buen suceso, ya que las políticas de ajuste no solo no arreglaron el profundo problema de cuasi insolvencia heredada de administraciones anteriores, sino que le pasaron la factura política. El manejo económico errático de los Kirchner dejó al país turulato. Macri, con ninguno de sus programas fondomonetaristas pudo levantarse. Más bien los argentinos –con vastos sectores populares muy dependientes de la asistencia gubernamental–percibieron un deterioro en su calidad de vida. Ello le brindó al peronismo la oportunidad de recuperar el poder. Cristina, asediada por procesos judiciales, amadrinó a uno de sus ministros. Con el que hoy –ya en el trono presidencial– rompe lanzas culpándolo de la reciente derrota electoral. Una pugna de protagonismos y de personalidades que dudoso vaya librarlos –ni al gobierno ni al peronismo, ni al kirchnerismo– de sufrir las consecuencias del descontento popular que se acumula. Es que en la política, lo que se tira, al rebote, regresa con más fuerza.

Más de Editorial
Lo Más Visto