Y el obispo se enamoró

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18 de septiembre de 2021
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12:23 am
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Y el obispo se enamoró

Por: Ricardo Alonso Flores

Solsona es una pequeña población de la provincia de Lérida, a la que los catalanes llaman Lleida. Es pequeña, pero tiene obispado.

El titular de la Diócesis, hasta hace un par de meses, el Mosén (forma de llamar a los religiosos en algunas partes de España) Xavier Novell i Gomá, considerado en su momento como el obispo más joven de España, promesa, por lo tanto de un alto cargo en la jerarquía eclesiástica, decidió cambiar de vida.

Todo iba bien, o al menos lo parecía. El prelado se dedicaba a practicar exorcismos, a ejercer su ministerio con los mismos cánones preconciliares, es decir enemigo acérrimo del matrimonio entre parejas del mismo sexo, y como no podía ser menos, de la línea dura catalana, independentista.

Debo decir que ya viene de larga data esa separación entre los sacerdotes catalanes y no catalanes, al grado que cuando hubo que sustituir como arzobispo de Barcelona a monseñor Gregorio Modrego, el papa Paulo VI designó como su sucesor al entonces obispo de Astorga (León) don Marcelo González Martín, cosa que no cayó muy bien entre ese núcleo irreductible que dice obedecer a Roma, pero a su manera.

El papa, tiempo después, lo traslada ante el regocijo del catalanismo duro y católico, a la Diócesis de Toledo, como cardenal primado de España.

El nuevo cardenal mantuvo una discreta pero efectiva actuación durante la transición a la democracia, junto al también purpurado Vicente Enrique (es apellido no nombre) y Tarancón, tan recordado por su protagonismo positivo en esa etapa tan decisiva de España. Monseñor Tarancón, como era conocido, no dejó de tener abiertas discrepancias con el generalísimo Franco y que continuaron con el jefe de gobierno designado Carlos Arias Navarro, opuesto a cualquier cambio que condujere a la democracia.

Idéntica conducta, en su afán independentista observaron muchos sacerdotes del país vasco, cuyas provincias Älava, Guipúzcua y Vizcaya, tuvieron en un momento una campaña separatista. Recuerdo al obispo de San Sebastián, ya fallecido, monseñor José María Setién, a quien se le consideró simpatizante de ETA, aunque lo negase.

Volviendo al excélibe, su caso fue juzgado con enorme dureza por los que fueron sus feligreses, al grado que no entendiendo sus deseos terrenales, algunos sugirieron que se le practicase un exorcismo, porque según ellos estaba poseído por el demonio.

No se daban cuenta que el señor Novell es un ser humano, de carne y hueso, que dejó de sentir su vocación que estoy seguro en algún momento fue real, pero que como tantos otros en el mundo, quisieron despojarse de la sotana y de lo que la misma obliga.

En mi vida he visto muchos casos parecidos. Nada más que en mi época infantil se cubría mucho al sacerdote y generalmente se le cambiaba de lugar. Pero, lo peor, por eso me dio por escribir este artículo, es que en un lugar de Honduras, una piadosa dama, viuda por demás, que en cierto momento se sintió atraída por un joven mancebo con el que decidió contraer matrimonio, fue repudiada tanto por la parroquia, como por sus antiguas compañeras catequistas y hasta perdió su trabajo.

Al final, se convirtió en una seguidora de los Testigos de Jehová y se olvidó de sus días de fiel católica.

A mosén Novell i Gomá, es mejor dejarlo que disfrute de su vida marital, que goce y sufra los efectos del matrimonio, por lo que lo más conveniente es que haga de su nueva etapa lo que le parezca mejor.

Más sabio, el Papa Francisco lo ha dejado en libertad para que siga sus deseos, que muy fuertes tendrán que haber sido para dejar un futuro que auguraba ser promisorio y meterse en los enredos de un matrimonio.

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