ACABÓ EN REYERTA

ZV
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20 de septiembre de 2021
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12:08 am
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ACABÓ EN REYERTA

MÉXICO, como organizador de CELAC, quizás desearía transmitir la noción que el gobierno mexicano se perfiló como referente hemisférico. Ello, empero, solo sería remota aspiración a la luz de esa única eventualidad que México –de momento, en turno de la pro témpore– haya sido anfitrión del encuentro. La lejanía y el trato hasta de indiferencia que los gobiernos mexicanos han tenido hacia sus vecinos del sur, nada parecido a la proximidad que hubo en el distante pasado –privilegiando su relación con los Estados Unidos por su interés del gran mercado norteamericano– no se corrige siendo sede de una cumbre de dos días. Los antecedentes: La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños se originó el año 2011 en Venezuela, por iniciativa del finado líder venezolano. El propósito fue montarle a la OEA una paralela o bien sustituirla por dicha organización, excluyendo de ella a los Estados Unidos y Canadá.

Chávez, promotor de esos foros regionales, recibía tratamiento para el cáncer cuando en Venezuela se reunieron los 32 presidentes y jefes de gobierno. Jugaba el papel de benefactor, gozando de ingresos millonarios del auge de los precios de extorsión del crudo. Había montado PETROCARIBE y ALBA. Mantuvo ardiente su retórica antiestadunidense y una incisiva crítica a la OEA sin La Habana. Un año antes, los mandatarios habían convenido crear CELAC en la cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, en Cancún. Hoy día el encuentro de CELAC –lejos de nuclear la integración regional–lució como un pleito de “perros y gatos”. El canciller argentino se enteró de su destitución montado en avión con rumbo a la cumbre. Fue uno de los varios cesanteados después que la Cristina, con su carta pública, dinamitó la gestión de su ahijado. Lo culpó de la tunda que tuvo el oficialismo en las urnas. El mandatario arrinconado –la Cristina demostró quién manda allí– no le quedó de otras que remodelar su gabinete al gusto de ella. Así que cuando el nicaragüense increpó a Argentina por frases que antes tuvo exigiendo al sandinismo respeto a los derechos humanos, quien le respondió fue un funcionario de segunda categoría acreditado a último minuto. No salía del país desde que Washington ofreciera una recompensa de $20 millones por su captura. Pero Nicolás voló de improviso, urgido de no perderse el evento. Solo llegó a que el presidente de Paraguay objetara que “su presencia allí de ninguna manera debía interpretarse como un reconocimiento al gobierno de Maduro”.

Parecido hizo el uruguayo advirtiendo no poder ser «complaciente» con países donde «no hay una democracia plena (…), se utiliza el aparato represor para acallar las protestas, cuando se encarcelan opositores». «Vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua y en Venezuela». Nicolás respondió desafiando a ambos a un debate. Poco faltó retarlos a un duelo. Por supuesto calculando que ninguno querría bajarse los canastos en alegato de mecapaleros. El presidente cubano intervino, por segunda vez, sacándole en cara al uruguayo las “firmas recogidas por la oposición reaccionando a las reformas legislativas de su gobierno”. “En mi país –ripostó el uruguayo– por suerte, la oposición tiene resortes democráticos para recoger firmas y para quejarse”. Esa es la gran diferencia con el régimen cubano”. “Quiero citar simplemente (…) es una canción muy linda que quienes la cantan se sienten oprimidos por el gobierno: ‘que no siga corriendo la sangre por querer pensar diferente, quién les dijo que Cuba es de ustedes si mi Cuba es de toda mi gente'”. El cubano otra vez pidió la palabra: “Parece que el presidente Lacalle Pou tiene muy mal gusto musical” ya que la canción es “una mentira y una construcción entre algunos artistas en contra de la revolución cubana”. Lo destacado del profesor rural de sombrero de paja de ala ancha fue su chotano. Sin embargo lo interesante no fue su discurso, repleto de saludos de todos sus paisanos autóctonos: “Traigo el saludo de los hermanos quechuas, los aymaras, los awajún, los conibos, los shipibos…”. La cobertura noticiosa –andaba en misa, no perdiendo el tiempo– fue la reunión que sostuvo con el magnate Carlos Slim. Brasil se retiró el año pasado de ese foro. No fueron ni el colombiano ni el salvadoreño. Seguramente le zumbaban los oídos al Secretario General de la OEA cuando, entre otros, el boliviano recriminaba “la pérdida de legitimidad” del organismo hemisférico. Ah, y quizás a funcionarios del departamento de Estado. El cierre de la plenaria fue el mensaje grabado del presidente de China, Xi Jinping, recordando “los siete años de cooperación del mecanismo China-Celac firmado en 2014”. “Hoy, dijo el mandatario, esta relación ha entrado en una nueva era de mayor cooperación y beneficio mutuo”. (Hasta el Sisimite salió azorado que fueron a hablar de “unidad y valores compartidos” y acabaron en reyerta).

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